Humedezco mis cabellos previamente, es decir mojo la cabellera con agua, luego tomo una hoja del periódico, donde hay mucha tinta gracias a un dibujo con fondo negro, y froto el papel también humedecido en mi cabeza como para teñir mis canas. A la vez que pienso una frase bastante insignificante, referida a que los programas de informática, afortunadamente, no son como las mujeres donde siempre debe imperar el respeto por el ser humano, sino que uno puede toquetearlos casi sin ningún límite ni restricciones. Después hago lo propio con el pubis, mientras siento que vuelvo a ser joven una vez más.
Esta noche saldré con el camión de parranda, por lo que enseguida comienzo a dudar de la acción establecida, donde de pronto se apodera de mí un susto por imaginar que escribiré con mi cuerpo el de mis enamoras.
Al momento, siento que la tinta penetra hacia adentro adormeciendo mi cuello, inclusive la vejiga; donde enseguida tengo otra premonición, de que por este camino he de contraer un cáncer negro de piel, o tal vez el Sida, ya que para nada acostumbro cuidarme a menos que las "insensatas" me obliguen utilizando sus labios para colocar el perramo.
No obstante, a pulmón, estoy intentando dejar el alcohol, ya que hasta la fecha de ayer, he bebido en demasía, para lo cual hago un juramento, de que desde hoy no he de emborracharme nunca más, ni probar una gota de vino.
Por momento percibo que estoy harto de la vida, más un fuerte impulso me lleva a querer ahorcarme colgado de una viga, pero sonrío de pensar que todo es una absurda fantasía por obligarme a una abstinencia de tomar lo que tanto amo.
En fin recién son las ocho de la mañana y entiendo que será mejor comenzar el día relajado e inmerso en armonía dentro de la manada de choferes de camión a la cual sin dudar pertenezco.