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Un dulce sueño
María del Carmen, una simpática viejita, está acurrucada en un sillón cerca del fuego. Los atardeceres aún son fríos y a ella le gusta el calorcito.
En la habitación reina una penumbra y silencio. El día languidece y pronto llegará la noche. Pero antes, aparecerán esas dos simpáticas niñas, que ella espera ansiosamente y tiene por sus nietas. Sumida en el regocijo recuerda aquellos tiempos lejanos, ¡Claro a su manera! A veces ni siquiera puede ubicarse en el tiempo ni en el lugar. Todo pasa tan vertiginosamente frente a ella, y al reconocer o recordar algo, de un plumazo se disipa. Tampoco no sabe, por que vive en esta casa y con tantas otras viejitas, ¿será que son parientes o compañeras del colegio?
Frecuentemente oye pronunciar el nombre de “Alzheimer” y una vez preguntando quien es ese señor, personas con guardapolvos blancos le respondieron:
“Ya abuela, enseguida vendrá, es el señor que la visita diariamente, y pasa también por las otras viejitas.”
Entonces inquieta espía por la ventana, sus sentidos se exacerban y murmura:
“Como se hace esperar, como se hace rogar… ¡Pero hoy se lo digo! ¿Jacinto, porqué conversas con las demás y no recuerdas que soy tu novia y que no me gusta esperar?”
Luego se suma nuevamente en los pensamientos, dialoga con sus maestras, con las personas que desfilan por su mente, aquellos que dicen ser sus parientes, y se dice a si misma:
“¡Si yo no tengo familia, yo aún soy soltera!”
Aquí frunce un poco la frente, y un haz de luz ilumina su mente. Vuelve a recordar que una vez tuvo un novio, que se llamaba Jacinto, de quien dicen ahora que es el señor “Alzheimer” y que la visita frecuentemente, llenándola de dulces recuerdos. En su memoria se abre una huella, evocando aquellos tiempos lindos, cuando sentados en la glorieta del jardín se prometían amor eternos, se besaban y él con su dulzura perfumaba su alma…
¿Y por qué está sola, por qué no la lleva, por qué dialoga con las demás compañeras, será por cortesía?
Él era siempre un caballero atento con todos, pero eso ahora a ella no le gusta, habrá que aclarar ese punto, ella lo quiere para sí sola.
De pronto llegan unos recuerdos grises, largos, interminables, dolorosos, aparece “Jacinto Alzheimer” y con cara burlona trata de molestarla, provocarla, y se va si besarla. María del Carmen se agita comienza a gritar, a llorar, pide por sus dos nietecitas, que vienen corriendo a calmarla. Aparecen otras personas vestidas de blanco sin poder reconocerlas. ¿Será que está en el cielo y la atienden los ángeles?, se repite una i otra vez. Ellos le prometen hablar con su amado, y la paz regresa nuevamente a ella. Mientras mira las llamas, que bailan en el fogón, aparece su dulce sonrisa, que la hace tan especial…
La tempestad pasó la furia se ha ido, y un poco atrás observa “Alzheimer” a María del Carmen. Comprende que ella ya no sufre, entonces se aquieta, pinta para ella un mundo de colores, y deja flotar en su mente estas bellas palabras:
“¡Duérmete mi amada, sueña conmigo, espérame que mañana vendré nuevamente!”


Texto agregado el 26-03-2011, y leído por 85 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
26-03-2011 Es tierna la recreación de una triste realidad. El texto sondea en una mente confusa sin perder sencillez en el estilo. Te felicito. peco
 
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