No era muy tarde todavía, quizás las ocho o nueve de la noche. Gozando del asoleado día en la hermosa plaza en Zaragoza para luego hacer una visita a la Virgen del Pilar, habia pasado el tiempo y llegamos a Barcelona cuando el sol ya se ponía.
Alguien nos habia recomendado un conocido hotel a poca distancia de las famosa avenida de Las Ramblas. Un viejo y majestuoso edificio de dos pisos que resultó ser una agradable sorpresa ya que en su interior aún se conserva el mobiliario original que a la sazón se remontaba a cosa de ciento treinta años.
Ya en nuestro cuarto me excusé para visitar el baño. Al cabo de un par de minutos en el amplio cuarto de pisos de brillante mármol me pareció escuchar una voz cercana. En tono lúgubre y monótono una voz femenina parecia querer dictarme algunos numeros y letras: "C18...A14....B9...". Cuidadosamente busqué el origen del sonido que parcía salir simplemente de las paredes.
Viajaba con mi veinteañera hija Carolina y mi esposa. No queriendo alarmar a la última, le expliqué a la muchacha mi experiencia. Inmediatsmente de dirigió hacia aquel cuarto para luego salir y sugerirme que le parecía que podría ser talvez una televisión.
-No lo creo- le dije - la voz es muy monótona y repetitiva-
Para entonces mi esposa había oído algo de nuestra plática, le explicamos y por supuesto fué al baño al momento para ver u oír en persona de que se trataba. Reapareció pronto y con nerviosa sonrisa venturó: -Parece una voz como de ultratumba- palabra favorita de mi cara mitad.
A la mañana siguiente ya no se escuchó la voz y no hablamos más de lo ocurrido. El resto del día se fue disfrutando de los encantos de la hermosa ciudad. Al regresar a nuestra pieza, mi esposa visitó el baño para luego salir muy alarmada -La voz sigue como anoche. Este cuarto ya no me gusta.- para luego agregar -Aquí espantan-.
-Pareciera como que alguien estuviera tratando de darnos un mensaje- dijo mi hija -Este viejo edificio no creo que haya sido originalmente un hotel. Miremos si encuentro algo en el internet. Tomando su computadora buscó 'Hotel Gran Via, Barcelona'. Al cabo nos informó:
-Interesante, tiene su historia, el edificio construido en 1870 fue originalmente la mansión de una señora chilena, Dorotea de Chopitea y de Villota. Muchacha bella de vieja aristocracia española se casó de 18 años con un banquero español, don Josep Maria Serra Muñoz, pareja muy adinerada que tuvo al parecer varias hijas...hmmmm...a lo mejor....Bueno, ella chilena y americana como nosotros talvez nos está tratando de dar los números de una combinacion de algo, ella hizo mucho, tanto por esta ciudad como por Chile donando a iglesias, escuelas, hospitales-. A lo mejor doña Dorotea o una de sus hijas está tratando de darnos la combinación de algo…¿Una caja fuerte?-
Mi esposa pensó que siendo el hombre banquero talvez había sido asesinado en este mismo cuarto y su esposa queria darnos un mensaje.
Hicimos bromas sobre las ocurrencias pero Carolina decidió tomar nota de los números dados por aquella voz fantasmal y asi lo hizo esa noche y a la siguiente. La voz solamente se oia después de las siete de la noche y nunca fuera del baño. Platicamos casualmente con otros huéspedes al respecto mas ninguno habia escuchado voz alguna en sus cuartos. Los números no parecían seguir secuencia alguna.
El hermoso edificio de dos pisos eventualmente fue convertido en el presdente Hotel Gran Via de Barcelona. Indagamos si por casualidad alguna vez alguien habia visto fantasmas en el hotel y el sonriente recepcionista nos indicó que nunca y preguntó curioso la razón de nuestras dudas.
-Simple curiosidad- contestamos - siendo un edificio asi de viejo....
En el último dia de nuestra estancia tuvo mi hija que salir del hotel en la noche a comprar algo en un almacén cercano y llegó al cuarto del hotel muy sonriente.
-Les cuento que ya descubrí de quien es esa alma en pena, ya se quien es nuestro misterioso fantasma-
-Bueno, hija, cuenta- la animó su madre.
-Entre las siete de la noche y las doce, en la vieja casa vecina, separadamente nada mas por unas pared, se juega bingo y esos son los números que oímos.
-Alabado sea- dijo mi esposa yendo al baño ya sin pena -¡Que descanso!