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TABASCO
(LA FELICIDAD DE LA SIMPLEZA)


Me encontré feliz de haber llegado, la sospecha de que la provincia siempre es buena me reconfortó, el calor, las palmeras y los ojos encendidos de mi mujer me hacían sospechar la felicidad interminable. Era como estar de vacaciones, era como estar soñando; Tabasco me recibió con los brazos abiertos y con lo fulgurante de su clima, sentirme vivo y con ganas de respirarme todo su aire caliente y limpio, me hizo prometer fidelidad a la ciudad; la gente me miraba con recelo de extranjero de la capital, tener cuidado de no hablar cantadito, para no ser descubierto, tapar el enigma de mi procedencia, con un aire de interés desinteresado, y volver a respirar profundo para acabarme todo ese aire que me llenaba los pulmones de encanto.
El ser extranjero en tu propio país te lleva a soñar interminablemente, mi primer recuerdo: un aroma, un aroma a madera, mi primer sonido: un zanate, mi primer color: el verde. Maravillado de conocer gente y conocer costumbres y paisajes, antes que cualquier cosa, me motivó a admirar con gran asombro y respeto el rio Grijalva en todo su esplendor; el sudor me hacia sentirme vivo entre esta naturaleza desconocida y a la vista amigable.
Conocí lo mejor de Tabasco gracias a la familia de mi esposa, y no me equivoco al decir lo mejor pues mi nueva familia pertenecía a una clase acomodada; sin embargo lo importante de mi nueva tierra era, su enigmática cultura y mi nuevo enigmático futuro, nada puede salir mal en esta tierra donde se podría sembrar estiércol, y árbol de estiércol crecería, así de noble y abundante es este lugar. Así de grande era mi confianza; acostumbrado a la celeridad de mi tierra, me descompuso un poco el ánimo, la lentitud con que se hacían las cosas, pero la esperanza de que algo fascinante sucedería en esta naturaleza desbordante me tranquilizaba; siempre confié en que algo bueno habría en este lugar, aquí no se puede fracasar.
Con la franca desconfianza que puede causar un ser desconocido, me brindaron toda su fe y apoyo; mi nueva familia me iría conociendo con el precedente de ser un desconocido conocido, de ser un don nadie con cierto respeto.
En una tarde azul, dentro de un paisaje verde, causo gracia e interés, mi manía de comerme antes la guarnición que la presa (así le dicen aquí al pedazo de carne en turno) y eso despertó y avivo mi desconfianza en la gente que juzga la trivialidad de una forma profesional, el mantenerme al margen de sus costumbres, despertó curiosidad en mi alrededor, no hablar durante la comida ofendió a Carreño y a su manual, con los soliloquios que yo tenia( decía cantinflas eso me suena a solo y loco)nunca entraría a la elite de la sociedad Tabasqueña, siempre sería un conocido desconocido y en el anonimato, los licenciados y doctores así como los petroleros no aceptaban en su circulo intelectualoide a nadie que no tuviera titulo profesional, era como estar sin estar, era como hablar sin que te escucharan, era como si te vieran pero te consideraran parte del mobiliario.
Mi suerte me favoreció al no poder entrar a ese circulo, maravilloso (para ellos), sin embargo eso no fue tan importante para mi, el encanto de los ojos de enamoramiento de mi esposa, eran la medicina perfecta para mi mal antisocial empedernido; nada me importaba, tenía la mirada profunda del amor y a mi nueva vida llena de encanto, de verdes y azules lleno de macuilis y de peje lagarto asado, de cine y de helados, de Liverpool y de clima artificial; que mas podía pedir.(¿será que empecé a ser mediocre?)
En los días siguientes me deslumbré, con la hermosura de Emiliano Zapata, (y no me refiero al caudillo, me refiero a la localidad.)
La nostalgia me embarga, y seduce mis recuerdos, el cambiar de un escenario de piedra a uno de naturaleza en tan pocos días; cambio mi modo de ver el mundo; gente sencilla, de casas sobrias y de caminos de mariposas.
Que más puedo pedir, lo que ahora siento es lo más importante, lo que veo es lo que me llena, mi esperanza en la vida renació en Zapata, y aunque esperé sentado en la plaza principal durante mas de cuatro horas a que apareciera el ocaso, no me importó, pues el disfrutar de esos momentos nadie los vivió como yo lo hice, nadie supo de ese gran día hasta ahora, ni siquiera mi esposa supo jamás de que mis grandes momentos los he vivido disfrutando la naturaleza y la tranquilidad que ella me regala(quizá para ella eso es mediocre) para mi es felicidad y regocijo.
Trabajé duro, y recibí recompensa justa, gané muy buen dinero que gocé sin queja en la capital del estado, si esto era la vida, deseaba vivir más; una de mis desconocidas personalidades (para mi nueva familia, no para mi) salió a flote entre mis compañeros de trabajo, y nadie detenía mi irreverencia y mi liderazgo. En la capital del estado, junto a mi mujer y nueva familia, la historia era otra, el hombre introvertido imperaba en el imperio de la sociedad, y en el mundo de la seguridad, cada domingo a las doce de la noche recuperaba mi fuerza como hombre lobo antes de salir la luna llena, los ciento cincuenta kilómetros de Villahermosa a Zapata eran magia reveladora de identidad superflua, de transformación enajenante, de libertad rimbombante.

Lamentablemente todo ciclo termina y mi ciclo exuberante, término con un intenso viaje a Can –Cun lleno de absurdos y de borracheras que dudo quieran ser recordados. (¿Verdad ex esposa?)

El monte crecido, el ego arraigado, la obediencia al cien por ciento, y el compromiso de cumplir, mueven mi inercia y mi matrimonio; llenar de agua algunos garrafones me hace sentir más importante, más empresario, más lleno de orgullo; creí conocer lo mejor de Tabasco con mi nueva familia, pero conocí algo mejor; la realidad de los chontales, el lodo de los caminos rurales, y la pobreza, de gente desconocida a la cual hice mi familia, el ser empresario me dio el estatus de saber conmoverme con niños de ombligos saltones, y ojos hambrientos; jamás nadie de mi nueva familia(ni de la vieja) sabría con exactitud cuantos garrafones llenos de agua y de esperanza patrocine a costillas de mi gran jefe el “Señor todo dinero”. El conocer la realidad de este mundo, me hizo crecer la conciencia de la dificultad de lo que no es tener dinero ni esperanza.

Y mi mediocridad comenzó en la desesperación y en la exaltación; acepto que fallé, y acepto que me hundí, y hundí mi matrimonio, acciones fortuitas aceleraron lo inevitable de mi caída, y de pronto dejé de llenar garrafones, y dejé de ser querido (¿?) todo lo que tocaba se convertía en mierda, y los ojos encendidos de mi mujer se encendieron más, todo se vino abajo y la naturaleza, y los verdes azules , se convirtieron en rojos; pasé de ser parte de algo, en ser un desecho de ese mismo algo; ya no pertenecía a esa respetable familia, me quedé huérfano en medio de la exuberante vegetación, y pasé a ser parte de esa familia que había adoptado, pasé a ser chontal y a carecer de medios y de alianzas, pasé a ser de una clase de la cuál mi esposa siempre sospecho que yo provenía, pase a ser nada.
Si he sabido mi querido Tabasco, que esto pasaría, que mis alas se romperían de esta forma, que mi crecimiento, estaba decreciendo en minutos, jamás hubiera adoptado a ningún chontal, ni a ningún niño con ombligo saltón y ojos de hambre, nunca hubiera respirado ese aroma a madera, nunca hubiera escuchado ese ruido de zanate, ni me hubiera maravillado con el verde incesante de esta tierra. Y en efecto creció el árbol de estiércol que sembré, con mis dudas y mis carencias sociales, con mi amor a las cosas simples, que se convirtieron en tibiezas, y en mediocridad, a los ojos de la reina de la psique; se convirtieron en una tumba de calor; ahora a punto de despedirme de esta tierra grandiosa, mi alma se enerva, y mi orgullo crece, probé pozol, y peje lagarto, comprendí a Pellicer y nunca jamás me iré de esta tierra, jamás abandonaré, mi Macuilis, mi Emiliano Zapata, mi Nacajuca, mi Comalcalco, mi Tapijulapa, mi Paseo Tabasco, mi Parque Tomas Garrido, mi río Grijalva mi Laguna de las Ilusiones, mi Prados de Villahermosa, mi colonia Lagunas, mi colonia Mayito, mi Tierra Colorada, los pocos amigos que sembré y coseché, mi nueva y ahora lejana familia, mi única y superflua esposa, pero sobre todo de mis sueños llenos de verdes, de azules, de palmeras, y de sueños que nunca se realizaron, por completo gracias a ese maldito cliché que nos reclaman a los soñadores de venia: Su Bajestad la mediocridad(o quizá la felicidad de la simpleza)


Gracias Tabasco

César Morales

Texto agregado el 28-02-2011, y leído por 113 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
28-02-2011 Yo anduve por esos lares en lejanos días de mi juventud. Recuerdo especialmente el pueblo de Paraíso, Tab. ***** pintorezco
 
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