Ella me miraba, yo la miraba, ambos sabíamos que lo que sentíamos era real. Me acerque lentamente a su cuello, con mis labios lo roce, como recorriendo un camino eterno y placentero llegue a su orejas, ella inclino suavemente su cuello esperando oír mis palabras, al mismo tiempo que me tocaba el rostro. Y suavemente le dije:
- Como me encantaría caminar cerca tuyo, pero tu ya tienes a alguien que te lleve de la mano, y yo no quiero causar dolor.

Ella me tomo de la mano, me miro con el mismo sentimiento que yo sentía por ella. Yo la mire, y sólo le acaricie el rostro, y seguí en dirección a mi vida.