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Desde aquella tarde.

VII

José interrumpió el monólogo de Wellington pues se acordó que había reservado un asiento en el autobus de las 12:00 PM por lo que debía irse.

A lo que Wellinton le recordó...

-Pero tu me dijiste que tenía que decirme algo. No te puedes ir sin decírmelo.

-Es cierto... y no se me ha olvidado. Pero es que después de haberte escuchado no he querido decírtelo.

-A... bueno... es una bellaquería de José!

-Mira Wellington... tu tienes 4 meses que no visitas tu madre. Y yo tengo 3 meses que mi vida se ha vuelto un caos. Desde que Mateo se interpuso en mi camino.

-Sí... vi como tu rostro se encontraba cuando te vi. Como si estuviera asustado.

-Sí, fue después de ver esa foto que está detrás de ti. Están tu y Mateo juntos. He visto la misma mirada que él me dio a mi. En esta foto está él lleno de vida. De juventud. De energía. La mirada de Mateo es como la de quien observa el atardecer. Cuando es a ti que te mira, te llega al alma.

-Es cierto. Es una característica de él. Esa mirada profunda.

-Mira... cuando entré y vi la foto, mi cuerpo se estremeció. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Era la misma mirada que había cambiado mi vida.

-Y qué fue lo que hizo Mateo?

-Te lo diré porque es mi deber. Porque tu necesita saberlo. Además, a eso vine. Mira... la tarde que conocí a Mateo yo no quería hacer nada. Ni a trabajar fui. Le dije a mi esposa que llamara a mi trabajo y le dijera que estaba enfermo. Así lo hizo. Entonces, decidí leer el salmo 91. Sabes... por el mal presentimiento que tenía, para que Dios alejara cualquiera cosa mala que me pudiera pasar. Cuando terminé de leer el salmo, se me ocurrió salir, pues estaba más tranquilo. No había caminado 200 metros cuando vi unos jóvenes desafiándose. Lo único que pensé fue -Ah... gangueros-. Pero no había terminado de pensar esto cuando sonó un disparo. Salieron dos jóvenes corriendo, uno detrás del otro.

Wellington interrumpe a José sorprendido...

-Mateo mató a alguien!

-No Wellington, no fue Mateo que mató a alguien. Fue a él que le dieron un tiro. Aún así, salió él corriendo detrás del otro como 25 metros. Llevaba una pistola en las manos. Luego se desplomó. Yo vi cuando él calló al suelo. Fue cerca de mi. Intenté levantarlo. Pero ahí fue que me di cuenta que el tiro había sido en el corazón. El me clavó su mirada. Esta me paralizó. Me llegó al alma. Tan joven. Tan lleno de vida. Murió en mis brazos.

Fin.

Sandy Valerio.

Texto agregado el 23-01-2011, y leído por 127 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
23-01-2011 !Ecelente! gatoverde
23-01-2011 !Excelente! gatoverde
23-01-2011 Suponía que el motivo de la visita de Welington tenía que ver con problemas de las gangas entre esos jóvenes de la baja sociedad. Ecelente, Sandy, se mantiene la intriga. gatoverde
 
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