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Dios: Sé que es una de tantas noches como otras que han existido en mi vida, para variar, me encuentro solo, lleno de temores y de incredulidades, aunque han pasado ya algunos años, el temor principal a que las personas no crean en mi vuelve a resurgir. Que fácil hubiera sido Señor haber terminado la historia aquella madrugada con la dosis prescrita… ¿Lo recuerdas? Pero como dice el dicho “el pasado ya paso” y yo sigo aquí, mirando pasar el tiempo a través de mi ventana, mientras pienso en ti…

Dios: Gracias, por construir con recortes de sueños mi corazón, por darme un frágil y pequeño cuerpo hecho de ilusiones, por llenar mi mente de tu experiencia, pero sobretodo, por brindarme la gran oportunidad de estar hoy aquí y mirarte y pensarte tan inmenso como en el cielo. Hubiera sido fabuloso tener un ídolo humano a quien admirar y a quien llenar de cariño, Pero sabes, creo que en las siguientes líneas demostraré lo que mi corazón siente por ti.


(El purgatorio)


I.

Árido mi corazón ante la vacuedad de tu presencia,
grita ser saciada con la brisa de tu presencia…

Inclina sus sentidos,
ante la búsqueda infinita de tu misericordia,
grita al cielo,
clama a la tierra,
está cansada,
piensa que su legendaria misión ha fallado…

¿Dónde me encuentro?
Si de todos lados me han echado…

Piensa, sueña, insiste,
ante la búsqueda vital de tu presencia.

II.

Hoy miro a mis adentros y no estas ahí,
reviso en mi agenda y veo que me he olvidado de ti,
me aterra pensar que con el tiempo nos hemos vuelto a alejar,

Reviso hasta en el diario y no te puedo encontrar,
mirando al cielo,
busco una manera para de pensar,
anhelo el tiempo donde me volviste a visitar,
aquellas tardes grises de helado mirar,
donde un buen regalo era solo respirar,
donde los días tristes eran humo nada más…
Dios, ¿Dónde estas?

Me duele, te extraño, no me puedo levantar,
solo, estoy tan solo,
que los gritos no me permiten escuchar.

He tocado el fondo y solo tú me puedes rescatar.

Sé que promesas van y vienen
y que lo que te digo, siempre se me olvida,
pero, sé que tú nunca te cansas de ayudarme,
de cuidarme, más…

Hoy miro a mis adentros y no estas ahí,
Reviso en mi memoria y me he olvidado de ti,
no me abandones en la oscuridad,
el día está frío y ya no puedo más,
siento tanto miedo y vuelvo a tropezar.

Y solo tú, solo tú,
me puedes ayudar a levantar.

Sé que estas ahí cuando tropiezo,
cuando el sol se oculta y el vecino intimida,
cuando quiero salir y las cadenas no me dejan,
cuando todo está en contra,
y con un breve murmullo me dice “calma”.

Hoy miro a mis adentros
y veo tú luz radiante,
eres tú bendito padre eterno, refugio y esperanza.

III.

Escucho atento las campanas de victoria,
todos ríen, comentan,
airosa la gente, gustosa camina,
ya no existe rencor, todo mundo exclama…

¿Son felices?
A disgusto preguntan,
se aman, se tienen y yo solo observo.

Intento buscar la pieza faltante,
para descifrar el enigma,
suspiro, enloquezco,
altero mi ritmo,
busco que busco entre el sin fin gustoso,
amor imperioso que suministra la calma.

Amor anhelado,
que el tiempo borró,
conciso el destino que a mi olvidó.
Historia inconclusa que alguien jamás terminó,
material de relleno que Dios desechó.

Hoy busco pequeño,
un contrito corazón,
entre la gente sonriente,
donde ha triunfado el amor.



(El cielo)


I.

Soy feliz…
¡Insoportablemente feliz!,
Ya no existe temor en mi corazón,
solo bondad y amor.

Soy feliz, al saberte cerca,
aumentando mis ansias a verte llegar,
se iluminan mis ojos,
se exalta mi respiración,
¡Has llegado!

Soy feliz, simplemente al observar
en el interior de tus pupilas mi rostro,
es fabuloso sentir la ternura de tus manos en mi cara.

Soy feliz, al saber que me amas y
que no solamente lo pronuncias con tu boca.

Soy feliz… ¡Pues al fin has llegado!


II.

Bendito amor que infunde el cielo,
eternidad gozosa del gran anhelo,
fuente que sacia la sed del tedio.

Amor que no haya sentido humano,
regalo privilegiado de quien lo escucha,
conceptos tan simples y a la vez complejos.

Radiante luz que me ilumina en las noches de desvelo,
mi medicina efectiva,
compañero fiel en momentos de aflicción.

Ven y quédate junto a mi amor infinito,
riega mis áridas tierras con tu rocío,
apropia mi vida con tu gran celo,
protege mis pasos para no volver a caer,
dirígeme nuevamente a tu sendero.

¡Oh grandioso amor!
ven y permite que te aprenda a amar nuevamente,
a tenerte cerca y no ausente.

Ya no quiero vivir lejos de ti,
señala el camino y tú junto a mí.

Mi amor verdadero,
quien me concibió en su mente desde el principio,
aceptándome suyo, amando y queriendo.

Bendito amor que infunde el cielo,
hoy solo te pido que vengas nuevamente
Y te quedes a mi lado.

No permitas que venga la noche y con ella las tinieblas,
no permitas que llegue la luz y con ella la ceguera,
no permitas que el mañana me produzca miedo.

Texto agregado el 05-01-2011, y leído por 137 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
04-02-2011 Ojalá a Dios le haya gustado esto que escribiste, y que recibas sus dones para no alejarte de Él. aberas
07-01-2011 mas que poesia es tu profesia, mas que miedos debe prevalecer la fe... pero mas que promesas sin cumplir debes adquiri responsabilidad de poder seguir luchando por lo que esta por venir..... mis 5 estrellas dianca
05-01-2011 las ultimas tres lineas me facinaron!!!mis ***** para ti : cupcake
 
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