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7-Nov-2010
Besos de Sangre
I
j.E.P.a

-Di tus últimas palabras criatura infernal
-Si tuviera una última cosa que decir, créeme que no te las diría a ti

Y no pensaba que las fuera a necesitar tan pronto, quién dijo que una cosa como yo era inmortal, quién dijo que alguien como yo no podía temerle a algo, quién dijo que un vampiro no puede sentir. Y si sentía algo era solo por una sola persona, mi propia princesa de la obscuridad, Thili.

Ella fue quién me convirtió en esto y solo lo permití por una razón, sentir sus labios sobre los míos por toda la eternidad y aunque las consecuencias era ser perseguido por todos esos semi cazadores del demonismo, no me importaba, si iba a tener entre mis brazos a esta criatura de la noche por el resto de mis días.

-Si no me tienes nada que decir, !díselo a ella¡
-!Thili¡ !maldito desgraciado déjala ir¡

Jonathan Holch, mejor conocido como el cazador de vampiros, alguna clase de sacerdote que predicaba en el nombre de Dios Taal, infinitamente feliz, siempre adquiría lo que quería, tenía una mujer hermosa y dos dulces hijos que eran sus ojos, el odio y rencor hacia nosotros llegó el mismo día que uno de nosotros mató a su único hermano en medio de la noche cuando él regresaba de trabajar, desde esa vez la libertad se acabó.

-!Te prometo que si la tocas¡…
-¿Qué harás desgraciado?… ¿Me matarías como a mi hermano?

Yo no lo hice estúpido, y vaya que recuerdo ese día, fue el día que me enamore de Thili, fue el mismo día que yo morí y renací con un beso de ella en mi cuello. Cada vez que la recuerdo en ese momento se vuelve más hermosa dentro de mi cabeza, sus largos cabellos rojizos empalmaban junto con sus labios camuflajeandose por algunos instantes, su piel, más blanca que la nieve contrastaba con su vestido negro cuyas rasgaduras no dejaban nada a la imaginación, en lugar de asustarme quede cautivado con sus enormes ojos negros que me miraron fijamente por unos segundos, segundos que fueron el único tiempo que de verdad viví cuando era mortal. Fue tan rápido y tan lento, sus afilados colmillos penetraron mi vena yugular, podía sentir como mi vida se iba por esos dos orificios y se hacia una con ella. Y de verdad ese día solo fuimos uno. Yo suplique que no me matara, quería vivir, si se podía decir eso, quería conocerla, quería estar con ella. Dejó se succionar, sacó sus largos colmillos de mi ser, miró mi moribundo rostro y desapareció en la neblina de la calles de Londres.

-Ya te lo he dicho, yo no fui quien lo mató
-¿Estarías dispuesto a sacrificar a este adefesio con tal afirmación?

No por favor. No a ella, por qué las cosas no pueden ser como antes, como aquella primera vez. Amanecí al otro día tirado en una cama que yo no conocía, era enorme y parecía muy rustica, tan pronto había abierto los ojos alguien entro a la habitación, era ella, la ahora dueña de mi alma, me preguntó si había dormido bien, la verdad nunca había dormido tan bien, me sentía lleno de energía, pero tenía tanta sed. Ella me tomó de las manos, y me di cuenta que yo estaba mas pálido de lo normal, me sacó de la cama, me llevó afuera de la enorme mansión y yo ya sabía la razón, era tiempo de cazar.

La luna era enrome y hermosa, su luz fue la única testigo de la masacre de esa noche. Me tomó de las dos manos y de pronto nos empezamos a despegar del piso, estábamos volando y no me podía sentir más en la nubes volando con ella, me miró y me dijo que esto sucedería cada noche por toda la eternidad, nos detuvimos cerca de una enorme nube gris y me dio un beso de sangre que jamás olvidare, fue cuando sentí que mi cuerpo ya no era el mismo, mi piel era mas blanca de lo normal, había adelgazado casi 18 kilos y mis músculos estaban mas marcados, ya no era el mismo animal que era antes. El beso se interrumpió con el murmuro de unos leñadores que regresaban a casa después de un día difícil, mi novia y yo decidimos quitarles esos días difíciles para siempre.

-Dime maldito, ¿te gusta quitar la vida inocentes?, ¿ves esto? Esta maldita estaca será la que voy a clavar en el pecho de este demonio sino confiesas
-No la toques, escucha yo lo maté, ¡escuchaste! ! Yo lo hice, por favor no la toques


Descendimos hasta el sendero de la montaña donde tomaban rumbo los leñadores, eran tres, yo apenas pude someter a uno por atrás mientras Thili se encargaba de los otros dos, con una fuerza descomunal que no se notaba de donde podían provenir, inmediatamente le arrebataba la vida a uno lo lanzaba con tal fuerza que este salía volando unos treinta metros hasta toparse con el primer árbol que encontrase, yo apenas puede agarrar al robusto hombre para clavarle mis renovados colmillos, la carne era suave, mis dientes resbalaron muy fácil, puede encontrar la vena rápidamente, esto hizo que succionara muy rápido, mi novatez hizo que la sangre salpicara todo mi rostro y toda mi ropa junto con la de la victima, Thili hizo que me tranquilizará y me separara del suculento cuerpo, nunca me había sentido tan vivo.

Ella me abrazó y yo a ella, le hice prometer que siempre estaríamos juntos, ella me respondió con una sonrisa con esos labios llenos de sangre, con un “para toda la eternidad” y con un beso más dulce que la misma miel.

-Amor, no mientas sabes que tu no fuiste. ¿Por qué lo haces?
-Mi princesa de la noche, sabes que puedo dar la vida por ti una segunda vez.

Tan sólo 19 noches como esa y el maldito de Holch nos sorprendió atacando a un grupo de vagos mal vivientes una madrugada de febrero. Eran como 25 hombres bien armados con escopetas y cruces mal armadas con ramas de arboles secos, tratamos de salir huyendo pero una de sus redes nos atrapó y ni la inmortalidad de seres como nosotros nos pudo salvar, fuimos golpeados hasta quedar inconscientes.

Estábamos sujetos de manos y piernas pero de pie en una especie de tabla ondulada llena de grietas y clavos oxidados, las manchas de sangre me decían que ese era el lugar donde el cazador de vampiros sacrificaba a sus presas, después de discutir con él, Holch tomó una estaca se acerco a Thili y con tal rabia como cuando probé la sangre por primera vez la ensartó en el corazón de mi primer amor.

-!No¡ !maldito que haz hecho¡
-Se tenía que callar esa perra
-!Desgraciado¡

Ella se dirigió a mí y dijo sus última palabras

-Amor…. Recuerda que siempre vamos a estar juntos
-Por siempre y para toda la eternidad

Con lagrimas en los ojos la vi morir, sus colmillos se encogieron por ultima vez y sus enormes ojos brillaron para mi como aquel día que la conocí.

Nunca le perdonare a ese tipo el que me haya quitado el dulce sabor de sus labios, nunca lo perdonare y juro por Lilith que vaciare su sangre sobre mis colmillos hasta dejarlo totalmente seco, cueste lo que me cueste.

-¿Y tú como pudiste escapar de ese cazador?
-Solo le dije la verdad
- ¿Cuál verdad?
-Que yo soy su hermano, el mismo hombre que murió y renació aquel día que su hermano dejo de vivir como un mortal. El mismo que cambió tanto que ni su propia familia lo pudo reconocer. Soy el mismo que dejó que muriera el amor de su vida. Soy un Holch.




Texto agregado el 16-11-2010, y leído por 302 visitantes. (2 votos)


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