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Inicio / Cuenteros Locales / rocayosa / Nos arrastra la corriente.

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La noche se cierne sobre mi peinado.
A lo lejos las vuvuzelas hacen recordar a un panal de abejas.
Mi amor, por tu culpa no logro posicionarme de nuevo en la existencia, estoy brotando como una planta, estoy tan enamorado de ti que ni siquiera puedo pronunciar palabra.
Pero de pronto al estar contigo adquiero una ilusión que alarga mi estancia en esta realidad, de tener unos pocos amigos que ahora luchan conmigo por batir a la justicia que me asecha.
Ven, montemos juntos al caballo Relámpago, tú pon un pie en el estribo derecho, yo haré lo propio con el izquierdo, y la pierna que nos quede libre que se enrosque en la otra que tiene el estribo.
Ven, galopemos por la playa bien juntitos, tú delante y yo caliente apoyando mi cuerpo en tu hermosa espalda.
Yo no creo que dios haya inventado al mundo para que las personas nos estemos buscando, si una cosa no resulta hay que seguir andando, no hay nada que hacer.
El mal de amores como todo sufrimiento es algo feo, pero si la cosa no funciona es mejor seguir andando, sufrir un tiempo pero luego encontrar algo nuevo, otra oportunidad.
Cuando de pronto nos caímos uno para cada lado y quedando enganchados con nuestros cuerpos colgando a los lados del caballo, no obstante seguimos conversando, así en esa posición de acróbatas, con el alma intacta pero con los cuerpos fuera de control.
Por centésima vez le confieso cuanto la quiero, cuanto la estoy amando.
Y también le digo, de frente, que de alguna manera es cierto lo que dicen los que acusan, que le he matado al marido, aflojando los lazos de la montura antes de correr, quedando viuda, bajo el acecho de mis colmillos de vampiro.
Finalmente sin mayores dificultades conseguimos volver al sitio correcto regresando a la postura habitual. Me duelen las muñecas de las manos de tanto rebotar contra la arena.
Sin embargo, tengo a mi favor, que tuvo que haber habido una revisación técnica previa que nunca hubo.
Yo era su amigo, no tendría porque querer que muera, fue que la montura ya estaba floja y quise prevenirlo, pero el marido nunca escuchó mi pedido de auxilio, fue como que quería morir y así lo hiso; un destino marcado, irrevocable.
Para todo esto solo pensaba en ella, estaba ido, no tuve reflejos.
Ella ahora es como un premio que del todo no mersco, pero es algo marcado por el destino.
Aunque la justcia me aseche es más que nada una cuestión de conciencia.

Texto agregado el 14-11-2010, y leído por 107 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
14-11-2010 Qué ensalada de personajes jajajaja, divertido relato, la frase del principio engancha por extravagante, ni qué decir el resto del texto :) La_Aguja
14-11-2010 Es una mezcla de El Zorro erótico (por las acrobacias en el caballo), asesino de maridos molestos y Drácula (por lo de los colmillos), pero enamorado , jajaja. En verdad me encantó, el que no debe estar contento es el finado al que le aflojaste la montura. Un beso y mis estrellas. Magda gmmagdalena
14-11-2010 Muy bueno.***** albaclara
14-11-2010 ...invitas a volar e derepente salta del sueño e la realidade, parabéns naves
 
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