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Su vida sumamente activa no le daba lugar a nada ni nadie, le prestaba más atención a su palm que al pez dorado que siempre olvidaba alimentar. Muchos compromisos, su carrera que iba en ascenso a sus 30 años, las fiestas y la necesidad de probarle a los demás que como lo tenía todo (eso pensaba) era feliz. Ríe por fuera llora por dentro, la del payaso.

Aunque al principio amaba lo que hacía, ahora detestaba incluso simple hecho de tomar ese café de siempre y decir que estaba rico con la amabilidad mas exagerada que salía de su no sé dónde.

Estaba a punto de explotar eso sentía, al mirar la bascula y verse obesa aunque perfectamente podía contar sus vertebras. ¡Ohh! ¡Estas preciosa! Decían sus “amigas” de la oficina. Ella sonreía y pensaba: -perras envidiosas, mejor para ustedes que besen el suelo que piso-

Pero a pesar de todo le agrada ese modo de vida, sentirse tan superior, ser respetada y probar (se) que no necesitaba un hombre para sobresalir que perfectamente pagaba sus cuentas y caprichos. Hasta decía que ni para procrear era necesario tener novio o casarse ya que la inseminación artificial lo hacía por ti sin la complicación de un matrimonio y aquel dolor y vacio que dejan las personas cuando las amas y por alguna circunstancia ya no están en tu vida. No entendía, ni nunca lo hizo que hasta el dolor es parte de sentirse vivo.

Solo un novio se le conoció, Demetrio, un hombre igual de esquizoide que ella con la diferencia que él no repelía las mujeres como manuela a los hombres, el en cambio las amaba a todas tenia corazón de condominio el tipo. Aunque manuela sabia de sus andanzas no le decía nada pues lo que más le agradaba era tener un hombre con el cual hacerlo todas las noches (no diría hacer el amor seria falso) y vaya amante que era… todo cansa se canso de pertenecer a la cofradía de San Cornelio y de que sus empleados pretendieran no saber nada. Moría de rabia al imaginar en que la fulana de contabilidad se moría de risa a costa de ella. Detestaba ser la comidilla de ese montón de perros, para ella nunca fueron personas.

Manuela fue una exitosa mujer tuvo algunos carros del año y se compro una hermosa casa, lleno aquel enorme espacio que llena la risa y correteos de un niño con un hermoso perrito golden que no tomaba en cuenta sino Pepa su empleada de servicio la que duro mas años, las demás duraban un mes pues decían que en esa casa inmensa se sentía un ambiente muy triste. Un día bromeando dijo una de las empleadas –un cementerio es más alegre- y un muerto en su tumba tendría más ganas de vivir que la señorita manuela.

Cuentan que el día q murió solo dijo –tal vez debí comprar una casa más pequeña-.

Texto agregado el 11-11-2010, y leído por 180 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
07-06-2013 escribir más cuentos eres buena para esto , metes a uno en tu historia y en su transcurso tal cual si uno la estuviera viviendo... eso es un cuento. ******** felicidades zflores
20-06-2012 Triste, realista. Creo que la historia da ppara un cuento mas extenso. Esplèndido ! pintorezco
11-05-2012 Maru, linda chullita quiteña. Me encantó tu texto. Te felicito. (O no eres de Quito?) ZEPOL
16-11-2010 Como muy bien dicen en el comentarioa anterior, cuando mejor se vive es en equilibrio, aunque es muy difícil conseguirlo. Me ha gustado leerte. Un saludo de SOL-O-LUNA
13-11-2010 Hay manuelita! Que se le va hacer no todo se puede en la vida siempre hay que ceder algo, y uno tiene que poner en la balanza para ver que. Besitos! hugodemerlo
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