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Estamos caminando por la calle cuando mi amigo se pone a hablar por teléfono en una cabina, yo le digo, dale apúrate, que nos cierran la operación, pero él insiste en hacer un llamado avisando que estamos retrasados pero que seguimos adelante con la compra de Hércules. Cuando de pronto la cabina se desengancha y golpea levemente la frente de mi amigo Duarte. Quien quedó hablando agachado frotándose la comezón como para que no le duela tanto.
Justo en ese momento pasa por mi frente una mujer, hermosa, a quien, desde luego, le digo un piropo muy ingenioso, pero ocurre que detrás viene su marido, quien se enoja saliendo a mi paso, a todo esto mi amigo, desde la cabina, da brincos como para festejar el mismo valor que yo estoy manifestando, que es una parte esencial de las personas de buen gusto, la belleza del sexo opuesto.
Le supliqué que no se enojen que en realidad no me di cuenta de que andaban juntos, y enseguida, por suerte, éste matrimonio abandona la pelea para hacer un giro total y volver como si nada a la compostura anterior a conocernos.
Amablemente me presté a distender la situación aun más, que de hecho nos disgrega en un irremediable adiós para siempre, diciendo, que ésta noche juguemos al noventa y nueve, que en la jerga de la quiniela significa los hermanos, e inclusive hice la señal de la paz poniendo los dedos medio e índice formando una ve corta. Agregando un comentario acerca de los equinos ya que ella está vestida de montar caballo, con una fusta en la mano y su marido tiene toda la pinta de ser Jockey profesional.
Por supuesto que a pesar de que el propietario será mi amigo Duarte Molina, igual hice alardes de estoy por comprar un caballo llamado Hércules.
Quedamos petrificados y el tiempo nos hiso estatuas, hoy somos un mármol que siempre está presente y nos recorren visitantes de ha caballo que arrojan flores blancas en nuestro honor.
Y a Cristal Martínez resulta que una paloma le cago la panza, mientras que a su marido unos jóvenes le hicieron un símbolo moderno de color negro, que encima chorrea pintura para abajo; mientras que a mi amigo Duarte Molina, le han colocado un sesto de basura justo entre las piernas, que pronto ha de sangrar agua de lluvia por las grietas. Mientras que a mi me han dibujado unos anteojos con pintura anti-óxido que hasta siento vergüenza.

Duarte y Lucas se habían reconocido mucho antes que nos diéramos cuenta, pero parece que ninguno de los dos se animó a romper el hielo enseguida, entonces primero, dejaron correr una situación paralela que nada que ver, pero que nos vio involucrados (y esto cambió mi vida para siempre pues me enamoré de ella perdidamente,) hasta que minutos después de nuestra situación de amor a primera vista se consumió cual vela de candelabro dando paso al reconocimiento expreso de los cuatro.
Lucas hiso mención con lujos y detalles, de algunas cosas del pasado, como si éstas recordaciones fueran el pasword que permite la entrada a tú sitio de Internet.
Luego de una sonrisa prolongada, ambos nos desprendimos de su acompañante, más con buena sincronización ellos se estrecharon en fuerte apretón de manos. Tan fuerte que me crearon la ilusión de salir líquido en la interjección de los cuerpos.
Lucas nos presentó a su mujer Cristal Martínez de Giotto, señalándose a él mismo, quien su señora al instante se montó a la espalda de su esposo, y por su parte Duarte hiso lo propio conmigo, Y yo, Antonio Toledo, quien amable me ofrezco de ir abajo, ya que Duarte sin permiso también se montó para imitarlo como cuando fueron niños. Hicimos una carrera en forma de círculo de cuatro metros de diámetro donde quedamos empatados, por mi parte con la lengua afuera, pero felices de habernos cruzado en nuestros destinos.
Pero retomando la conversación del encuentro, Duarte, le comentó a su amigo de la infancia, del barrio de Almagro, que lo daba por muerto, que alguien le había dicho esa tontería cruel, una mentira mal parida que lo dejara triste por mucho tiempo, con semejante calumnia guardada como una verdad absoluta.
Mientras tanto yo oculto mi amor por ella con una máscara de de hierro.

Veo la ciudad entre rejas de hierro fundido, por el tiempo que lo ha dejado acorde con el paisaje, con el cráneo mocho pues llevo una máscara de la edad media puesta en la cara. Mi cabeza está que explota por la migraña cual si fuese un microprocesador que levanta ochenta grados de temperatura, con razón voy oculto de atrás del Trapax porque el todo es un entuerto, pero no obstante recibo el sol en la cara que me hace pestañar a lo doncella enamorada.
Voy a paso redoblado frente al andar de mis compañeros, que entusiasmados por la compra de un caballo, en común, y con urgencia de no dormir ante los otros interesados por el animal, ahondan en el futuro a enfrentar marcando un posición por escrito, como queriendo llamar a la ansiedad propia de la urgente medicina a que les de fuerza para seguir adelante.
Somos todos jóvenes, de veintitantos años, pero ante la alternativa de tener un caballo, en definitiva para los cuatro, lo que divide las posibilidades del propio ego en millones de partículas, y por tanto nos comportamos de una manera vetusta, que da a pensar en la vejez como única alternativa, temerosos de perder lo único que pareciera nos queda.
Yo vomite en el camino al bar todo lo que sentía, suplicando porque no me dejen afuera, pero ellos me tranquilizan diciendo que estoy en el asunto aunque no ponga un centavo.
La máscara de hierro se convierte en plumas y el reflejo en sombra, mis palabras son una sinfonía de alegría sin igual pero para mentir se que, aunque recién nos conozcamos ya somos buenos amigos de verdad, somos buenos amigos de verdad.
Veo pasar por la calle una tropilla de caballos blancos y entre ellos está Hércules con un antifaz colorado, y nosotros con alas montamos uno cada uno y nos perdemos en la ciudad.

Finalmente entramos a un bar de tipo pizzería, y nos sentamos en una mesa redonda, tenemos en común que a los cuatro nos gusta montar a caballo, pero que además somos capaces de cualquier cosa con tal de apoyar las nalgas en una montura de cuero. Cristal hace saltos ornamentales y el marido es jockey, Duarte se ha iniciado en la cría de animales de esta especie y yo soy domador de pura sangre. Y juntos estamos ante la posibilidad de adquirir a Hércules, el insustituible; para lo cual nos llena de alegría todos los agujeros del alma.
Entramos a una pizzería a conversar de los pasos a seguir, me siento en una llanura con Cristal en la única montura, con el peso del delicado cuerpo acariciándome la piel por demás erizada, ahora sueño con que ella algún día será mía, pero como entre margaritas igual soy cristiano me avergüenzo de los pensamientos, entonces tarareo una melodía como para olvidar no cayendo fácilmente en la tentación por el desvío fatídico.
Soy un vitalicio de la melancolía, así es que voy andando entre mariposas tristes, pero por suerte como en esta oportunidad, rodeado de amigos que como el centauro tienen patas en vez de piernas.
El mayor problema que tenemos es que existe otro interesado por Hércules, que además ha redoblado la oferta original, pero vamos a quitar los ahorros de la oscuridad y le vamos a ganar en la subasta a quien se oponga.
Por su parte Duarte Molina, pieza clave en esta sociedad de amigos, ofrecerá otro caballo a cambio, de igual porte que Hércules, del haras donde se desempeña, como forma de pago, más otro tanto de dinero en efectivo.
Nuestra bendita sociedad es la fiel transparencia de nuestras almas, que hacen brecha con el propio diente que raspa, mostrando el brillar de la sabiduría más absoluta.

Es llamativo observar como recién nos conocemos y ya nos hablamos como parientes de toda la vida. Sería algo muy equivocado silenciar los sentimientos. Pensar que tengo mucho trabajo por delante.
Soy bohemio, me quisiera independizar. Ustedes son mis buenos amigos por lo tanto nos les pediré ayuda, aquí tienen lo mío, dejando cincuenta pesos para pagar la comida.
Mi padre me ayuda mucho pero también me quiere encerrar en un manicomio, para él, es un horror el hecho detener que emborracharse, fumar un porro, tomar merca.
Hércules ira a vivir a una forrajería propiedad del matrimonio, y yo antes que me encierren en la tumba iré detrás a vivir con él. Lo estuve pensando, mientras tanto comenzaré a estudiar computación armado y reparación y diseño web.
Somos exponentes de la clase media pudiente, pero entre los cuatro, no le haremos faltar nada al animal. De buena familia los cuatro, todos muy trabajadores.
Algo como para destacar con mucho énfasis, es que los cuatro por igual queremos a Hércules y no a otro animal.
Si no es en la forrajería, lugar donde se vende forraje al menudeo en principio del siglo veinte, Duarte se lo quiere llevar al jardín de su casa. Somos ciudadanos comunes de esos que abundan en la zona norte, pero por aquí nadie tiene un caballo.
En nada exagero si afirmo que las clases sociales del afluente del Rio de la Plata son todas pudientes, aunque seas muy pobre eres de clase alta, porque aquí la naturaleza te ampara sin escatimar posibilidades deparando abundante alimento como para que no te puedas quejar de lleno.
De revote, estando en la mesa, vemos por el ventanal del negocio un trailer que se detiene justo en la puerta del bar.
Hemos comido como verdaderos lirones y ya no entra nada en la panza que no sean ilusiones.
Yo estoy algo contrariado pues integro una sociedad sin poner dinero, pero me tengo fe de que algún día voy a devolver todo lo que la gente me presta.
Justo delante del negocio se detiene una camioneta, con un tráiler indicado como para llevar ganado, con un cartel grande que dice se vende, además que casualmente el dichoso semáforo se rompió clavándose en el rojo como para siempre, otorgando tiempo suficiente para avisar al dueño de nuestro interés por el rodado para transportar animales. Entonces al mismo tiempo dijimos este tráiler es nuestro.
El tráiler es de color yema de huevo. Pero es pecado quejarse si se tiene la providencia de lado, que mejor cosa se puede anhelar que una buena porción de suerte.
Cuestión que a la madrugada ya estamos los cuatro sentados en el auto de Duarte con el tráiler enganchado detrás; eso si con sogas de barco pues no hubo posibilidad de equiparlo adecuadamente.
Vamos rumbo a la ciudad cantando canciones de todas las épocas, Simply the best, de Tina Turner, Juntos a la par, de Pappo Napolitano, otra de Lady Gaga. El corazón me va a estallar de la pura ansiedad que me domina, y por lo que observo el de mis amigos también, no vemos la hora de tener a Hércules en casa con nosotros.

Pero no resultó sencilla la compra de Hércules, puesto que antes tuvimos que someternos a la suerte de un remate, por la tanta cantidad de interesados que hubo, para lo cual la suma inicial finalmente se infló como torta de cumpleaños, aunque lo abonamos de todos modos, mi amigo Duarte sacó las garras de adentro del puño de la manga pagando al contado como era menester para un animal tan fabuloso y descomunal, una cifra sideral que jamás nos cuestionó a ninguno, ni creo que lo vaya hacer pues hace un culto sagrado de la amistad eterna, por suerte algo sabíamos que podría ocurrir así y entonces trajo dinero extra como para pelear la situación hasta el límite.
Actualmente Hércules se aloja conmigo en la forrajería; sin vueltas a lo tratamos como a un héroe de verdad.
Si no es con uno, será con otro, pero en concreto se la pasa yendo de aquí para allá en carácter de paseo. En poco tiempo ya lleva conocidos: Los bosques de Palermo, en el que bebió agua del lago hasta sesear la panza, varios country de la zona, donde yo mismo, peón rezagado, voy juntando la bosta con una palita de bulgar plástico a medida que hace las necesidades, el hipódromo de Palermo y la costa Atlántica, a la cual ya viajó en tres oportunidades, donde anduvo galopando sobre los médanos; aunque parezca muy exagerado, también conoce la cama matrimonial donde descansan Cristal y su esposo, mueble importante por cierto, lugar donde estuvo acostado durmiendo la mona en una breve pero inolvidable siestita.
Hasta inclusive, cosa que nadie del grupo más que yo conoce, hubo arrastrado un enorme carro en un gran desfile de una exposición de antigüedades.
Con decir que Lucas, a tan veloz que es Hércules galopando, estaría tramitando la posibilidad de que debute en una carrera oficial nada menos que en el hipódromo de San Isidro, por supuesto bajo su conducción, puesto que desde ayer se ha puesto a dieta estricta como para bajar de peso, y todo parece indicar, que no se piensa rendir hasta obtener el Nacional.

Paso a resumir: Días pasados Hércules fue anotado para correr en San Isidro pero cuando estaban haciendo las partidas, Lucas en plena corrida resbaló del caballo golpeando la nuca contra la empalizada dejando de existir fatalmente.
Yo por mi parte me adueñé del caballo y me retiré a recluirme en un campo en la provincia de Rio Negro. Me enteré que lo querían sacrificar por haber fallecido el jockey y decidí cargarlo en el tráiler, más enseguida esconderlo donde nadie lo pueda encontrar.
De todos modos estoy al tanto del velatorio. Pero lamentablemente no podré asistir.
Debo reconocer que salté de la alegría al saber que Cristal quedó sin marido; pero Lucas, era, fue mi mejor amigo, junto con Duarte; por eso pienso que se me ha metido una gata peluda en el alma.
Pero estoy enamorado de Cristal, tengo decidido conquistar su corazón.
Finalmente como para cumplir con el reglamento sacrificaron otro animal en su nombre, salvando Hércules su vida. Ahora lo he pintado de negro, más lo llamo de otra manera. Relámpago, es su nuevo nombre.
Yo ahora estoy por recibirme de profesor de computación, tengo pensado ofrecerle a Cristal formar una sociedad económica, e instalar un negocio de reparación de computadoras.
Por su parte a Duarte la vida lo lleva, cada vez más se dedica a la compra de caballos de pura sangre, tiene tanto trabajo que no tendrá tiempo para nunca visitarnos.

Al año siguiente ya estamos casados con Cristal, tenemos aquella cama para nosotros donde durmiera Hércules cuando era potrillo. Pero ahora como el Zorro de la tele tengo un caballo de color negro que no comparto con nadie, pero en vez de Rayo como el famoso, se llama Relámpago y es de mi propiedad.
Hemos recibido una invitación especial para participar de un traslado masivo de caballos, de una estancia enorme, al Haras donde trabaja Duarte Molina. Pero quieren que lleve a Relámpago para que participe.
No estoy seguro de aceptar pues tengo esas visiones donde veo a Lucas por todos lados, que se refleja en distintos objetos, parezco un loco de atar cuando me muestro hablando con mi amigo de distintos temas, siendo que nadie se encuentra presente más que el objeto donde se refleja.
Pasó el tiempo de aquella vez, pero ahora dejé de ser un vago y hoy soy profesor, en una universidad de informática.
Tengo un alumno que nos hicimos muy amigos, que lo invité a presenciar el traslado, siento con Cristal estamos muy solos, que tengo la misión de acercar compañía.
Duarte, me reclama por relámpago y se descubre que es Hércules. Pero yo lo até a una silla.
Escena que tuvo que presenciar mi querido alumno, que hoy es la primera vez que conoce a Cristal.
Él comparte un momento con nosotros, flor de escena, pero yo les demuestro que no quiero hacer daño a nadie y lo suelto sin titubear.
Después ese mismo día, minutos después, él me pone una droga en la comida y yo quedo practicamente paralizado.
Mi pobre alumno quien debuta como amigo, intenta reprenderlo pero al final luchan hasta que Lucas queda herido de arma blanca.
Entonces asume el liderazgo, saliendo en mi defensa, no permitiendo que asistan al convaleciente.
Pero finalmente Cristal lo cubre con una red de pesca y logra reducir al muchacho.
Más enseguida nos venimos a enterar que Relámpago es en realidad Hércules, mientras muy conmocinados esperamos la llegada de la ambulancia.

Texto agregado el 26-10-2010, y leído por 118 visitantes. (0 votos)


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