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El delirio de Eulalia
Por Armando Córdova Olivieri
(para Ligia)

Eulalia Contreras era una solterona de venticinco años que oriunda de Cumaná. Vivía con su hermanita, Cupertina Contreras, de quien había quedado a cargo luego de que sus padres murieran. Habitaban un viejo y pequeño rancho de bahareque de piso de tierra, en las afueras del pueblo, el rancho que le dejaron sus padres cuando murieron de tuberculosis.

Eulalia había quedado soltera después de haber intentado en vano, casarse con Jesús Solórzano o mejor conocido como “Chuíto”, quien había sido su amor de juventud y que posteriormente le rehuyó toda la vida por el temor de perder su libertad. Chuíto era un hombre famoso en Cumaná por sus hábitos de hombre andariego y despreocupado. Vívía sólo en un ranchito ubicado en los campos que quedaban mas allá del pueblo, corriente arriba sobre una de las riveras del río Manzanares. Para ganarse la vida, cazaba pajaritos en el campo para venderlos en unas jaulas que el mismo construía. Ese era su oficio desde muy pequeño, de modo que, en Cumaná, ya casi todos tenían o habían tenido un pajarito enjaulado de los que Chuíto cazaba.

Por su parte, Eulalia ya no hallaba la forma de atraer la atención de Chuito para persuadirlo de que la aceptara en matrimonio. Ya estaba por cumplir los ventiseis años. La angustia y el desespero de pensar que definitivamente se iba a quedar solterona le amargaban la vida.

Un día, trazó un plan para que Chuíto se casara con ella. En aquel entonces, eran muy frecuentes los matrimonios "in mortis" debido a una prolongada epidemia de tuberculosis. Pensó que, si fingía agonizar, podría lograr que el cura del pueblo finalmente los casara en esas circunstancias.

Una mañana le dijo a la pequeña Cupertina que se sentía muy mal y que sentía que se estaba muriendo. Le dijo que un fuerte dolor en los pulmones se estaba apoderando de ella y que no creía poder sobrevivir más allá de la tarde de ese mismo día. Le pidió que barriera el rancho y que buscara muchas flores en el patio para adornar la salita de entrada. Mas tarde le ordenó que fuera a participarles al cura del pueblo y a sus amigas que ella agonizaba. También le indicó que era muy importante que le informara a Chuíto.

Cupertina salió corriendo hacia la pequeña iglesia del pueblo, buscando al párroco, a quien encontró en la sacristía preparándose para los oficios matutinos. El cura le dijo, que una vez que concluyera la misa de esa mañana, que debido a las circunstancias tendría que ser muy corta, iría con los "Santos Óleos" hasta el rancho. Acto seguido, fue corriendo a casa de cada una de las amigas de Eulalia informando sobre la agonía de su hermana. Faltaba solamente avisarle a Chuíto. La niña corrió hasta el rancho de aquel hombre. Cuando llegó jadeante, unos perros amarrados a la entrada comenzaron a ladrarle, alborotando los pájaros de una enorme pajarera que estaba a un lado de la casa. Llamó varias veces y nadie acudió. De pronto, desde un rancho que estaba sobre la otra margen del río, una viejita le gritó que Chuíto se había ido a cazar pájaros por el camino que conduce al caserío de Rio Caribe y que llegaría por la noche. Dada la premura del caso, Cupertina decidió ir en busca Chuíto para lo cual, tenía que cruzar el río ya que el camino de Rio Caribe estaba en la margen contraria. Y así lo hizo, cruzó el río en una vieja chalana que estaba amarrada a la orilla y comenzó a caminar sin imaginarse que no iba a ser hasta bien entrada la tarde cuando se toparía con Chuíto, quien venía caminando despreocupado en sentido contrario con sendas jaulas en ambas manos. Cupertina le informó sobre la agonía de su hermana y ambos aceleraron el paso para ir al encuentro de Eulalia con la esperanza de que aún agonizaba.

Cupertina se había alejado tanto por el camino hacia Río Caribe, que pasaron casi dos horas hasta que llegaron nuevamente a la orilla del río. Abordaron la chalana que la niña había amarrado horas antes y cruzaron nuevamente el río. Ya había pasado mas de medio día desde que Cupertina había salido de su casa por la mañana.

Cuando ya estaban cerca de la casa, escucharon las voces de unos borrachos que bebían cerca del rancho. Pensaron que se trataba del velorio y que estaban llegando tarde. Se veía la luz de unas velas encendidas en el interior del rancho. Cerca de la puerta yacían los restos de una fogata sobre la que colgaba una gran olla vacía. Había muchas flores blancas regadas por el piso y lo borrachos estaban tirados por el suelo a la puerta del rancho. Chuíto y Cupertina se acercaron y no vieron a nadie en el interior del rancho. Entraron y de pronto... salió Eulalia de la penumbra, vestida de blanco con rostro iracundo y un machete en la mano derecha. Después de ver a la agotada Cupertina se acercó a Chuíto y le grito: “¡Ahora es que llegas gran carajo! ¡Después de que el cura se fué!¡Coño de tu madre!”. Y alzando el machete le gritó: “ No vuelvas más por aquí Jesús Solórzano, porque ya perdiste la última oportunidad que tenías para de casarte conmigo.”

Eulalia murió loca muchos años después. Se dice que iba por ahí, vestida de blanco con flores en el pelo cantando canciones de amor y Chuíto terminó casándose con Cupertina, cuando ésta se convirtió en la mujer más bella de Cumaná.

Texto agregado el 08-07-2004, y leído por 248 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
08-07-2004 estupendo! danielnavarro
08-07-2004 Bendito Chuito...jajaja.Saludos greta
 
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