EL CONCIERTO


Yo, perdona que no entienda el proceder de muchos,
el hablar de la gente, el decir de los demás,
cuando hay temas importantes.
Unos de estudio, otros de trabajo, otros de juego.

Que bonito es hablar de la vida, la familia, la amistad, la salud, la enfermedad, el circo, los ancianos, los oficios,
la literatura, el cine, los conciertos y los cuentos.

Temas y motivos de evadirte, que no te metan en pleitos.
Es el campo, es la flora y la fauna.
Son los ríos, son los campos,es el mar, que nadar quisiera, es el aire que respiro, ése viento que refresca.
Es cielo ,donde si quiero ver el azul, solo tengo que mirar hacia arriba y verlo.

Hay tantas cosas de qué hablar…unas alegres, otras tristes y otras serias. Ése agua que corre por ríos, por riachuelos,
por arroyos desbordados, ése agua que me limpia, me refresca,
me alimenta, la que deja mi cuerpo ligero.
Gracias sean dadas al cielo.

¡Hay tantas cosas de que hablar!.. Unas te entretienen, otras te comprometen, unas dan conocimiento y otras te embrutecen.

Ayer fui al Concierto. ¡Qué concierto! ¡Qué concierto!
Es la música que oyes, que cantan las aves, que cantan los hombres,
que suena en instrumentos de cuerda y de viento.
Instrumentos, tan diversos ,que cuando vas a un concierto,
y no estás muy versátil ,en el tema, preguntas.
¿Y eso qué es?
¿El oboe, el timbal, el contrabajo, violín, violonchelo, o viola?.
¿El tambor, los tambores, los platillos, los timbales, las trompetas.?
Castañuelas, el triángulo?,
¿ La flauta, la lira, el arpa, el piano de cola?.

No suena, Y es esencial al concierto...
La varita del director, llamada batuta, que se mueve sin parar,
dando la entrada y la salida, a todo sonido, que yo oigo, escucho,
disfruto, y comento con gozo.
Ha sido un concierto completo.

No había visto a un director tan de cerca.
Me fijé en la batuta, en sus ojos, en su boca, en sus labios,
musitando por lo bajo cada nota, cada ritmo,
el manejo de sus brazos, de sus manos, de sus dedos.
Noté en falta el órgano, recuerdo el de la iglesia de mi pueblo.
¡Cuántos tubos, cuanto viento!
Un fuelle impulsando el aire y un teclado y varios registros ordenados,
para modificar el timbre de las voces.
La verdad, y me da pena el decirlo, el órgano parece es de otros tiempos.

¡Qué teatro, qué balcones, qué gradas, qué silencio en el recinto!.
Impresionaba todo.
El lugar, los instrumentos, los músicos, el Director, su batuta,
moviéndola como gaviota en el vuelo,
de barco en barco, hasta que encuentra el silencio.

Olía a limpio, olía a tranquilidad, a silencio.
Donde la mente descansa, atenta a las notas musicales, que te animan y poco a poco, se van apagando, dejando tras sí, tanta... tanta belleza.
Sueña en canciones de niño, en cuentos de abuelo,
en caricias sonoras, repletas de amor y de cielo.
EL CONCIERTO ¡SÍ! ¡QUÉ CONCIERTO!

Si volviera, no iría, lo tengo tan grabado, que puedo perder,
alguna nota, no sería el mismo.
Y, entonces, ya es tarde, sentiría haberlo escuchado y perdido,
el primer, concierto que reconozco.
Es el primero que veo, en mi corta o larga vida.

Realicé este escrito, la tarde del día de la Asunción de la Virgen, día 15 de Agosto del año dos mil nueve.

Julián López Santolino.