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Y aun cuando el tipo del clima dijo en la tele que iba hacer un día soleado y los tontos horóscopos prometían mil aventuras estaba ahí a pleno aguacero con mil ideas sin resolver en el colegio con los mismos problemas indisciplinaríos con los profesores, las riñas eran tan normales que no es ningún inconveniente pasar por alto otros problemas que tenia, por decirlo así mi colegio no estaba muy bien situado. La rectoría era un salón mas de esa pequeña institución, es más la pasaba mejor ahí que en la clase pues el aburrimiento albergaba toda mi existencia estudiantil. Todas las mañanas me levante con la misma rutina, la cotidianidad infinita que apresuro al tiempo para aislar las anécdotas filosóficas o alguna clase de comentarios ingeniosos que solo a mí se me ocurrían tras hacer las mismas cosas día a día, mi incapacidad de no poder enloquecer me dejo un poco apesadumbrado, la ineptitud hacia ver en mí un anti activista innato hasta que llego ella, una chica revoltosa que tiraba la puerta del salón de par en par como si estuviera en su casa y tal vez por ese motivo estaba en rectoría o quizás por el poco interés que le brindaba a física y a las matemáticas, el motivo no era evidente pero el lio es que estaba ahí a mi lado siendo acusada por rebeldía, (cabe decir que no me agradan las generalidades) ella lloraba tras escuchar todo un discurso ya sea de la rectora o de sus padres pero al ver la ausencia de los mismos reía desbordadamente. La costumbre marcada en la desobediencia me guiaba cada vez mas a ella, un día al verme armando pleito en la cafetería me llevaron a ese salón inculto en el que como era de esperar se encontraba esa chica que dejó todos sus problemas amontonados en mi conciencia pues sin siquiera conocerla ella me echaba la culpa de tantas cosas que nunca imagine que alguien o algo pudiera hacer, para aumentar la credibilidad de los verdugos llamados psicólogos institucionales que rabia si me tenían emprendió el llanto y por fin después de tantos líos alguien miró de reojo mi pequeña e inigualable realidad. Esa mañana limpie todas la ventanas y barrí todos los pasillos del colegio sin saber la razón pero quería venganza, en la tarde cambie el juego, con su mochila llena de piedras rompí el flojedad de la rectora, tal atroz acto quizás arruine un par de días de descanso de esa apática, sin dudarlo abrieron la mochila para dar búsqueda al culpable, ágilmente había ocultado mi rastro y en vez de dejar crimen impune coloque uno de sus cuadernos, jajajajaja. Grito de admiración de la rectora semidesmayada: “fue Paola, aquí están su cosas” decía casi sin aire, en ese momento supe el nombre de esa bromista anónima. Paola nuevamente hacia caer sus lagrimas pero esta vez no conmovieron a sus acusantes, no supe el castigo impuesto por la rectora de echo la que tiene la culpa de todo es ella por consiguiente no tengo por que preocuparme demasiado, la lluvia cesaba y mi aburrimiento se había desprendido tras la divertida venganza que había consumido. Al día siguiente el tipo del clima repetía en la tele que iba hacer un día soleado y los tontos horóscopos prometían mil aventuras esta vez simplemente dejé que el tiempo pasara y no supe lo que quería hacer, no sabia lo que podría hacer en una situación como esa pero aun así me sentí insatisfecho de que no pasara nada y en el salón ella miraba mis ojos con ansias raras, realmente no importaba cuan extravagante se marcaran esas pupilas que divisaban mi mirada, no se si tramaba algo en mi contra pero su inutilidad otorgaba alivio a los profesores y mi aburrimiento paz a la rectora. Ya casi terminaba el día, ya casi era el final de todo y el horóscopo que se marco en libra esta vez si cumplió lo prometido, Paola me sujeto el brazo y me llevo hasta el salón múltiple en donde se encontraba su mochila, la que yo había arrojado para incriminarla, su decisiva excreción no dejo que me negara, juntos planeamos una infiltración tan sagaz que ni el viento del salón se perturbo un poco, agarramos la mochila y unas cuantas cosas mas que nos habían quitado al transcurrir el año, para que no se dieran cuenta que eran los dueños de los objetos los que había cometido el supuesto hurto también hicimos una batalla silenciosa que desordenaba cualquier pista, para terminar el día Paola también destrozó un par de ventanas las que dio alerta a toda la gente en el colegio, disimulamos a tal punto que el asombro de los demás parecía una farsa, después de esa semana ella no paro de vigilar mis paso, me seguía a todas partes, me golpeaba sin razón alguna según ella su destino estaba claro y no podía detenerse. Era casi la misma respuesta que me daba a mi mismo al escribir toda clase de relatos.
…Y todo por que ese día me sentí aburrido


(ARMANDO LEGARDA VIVAS 20/08/10)

Texto agregado el 09-09-2010, y leído por 93 visitantes. (1 voto)


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