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ABUELA HAYA.
Amanece, los rayos del sol se filtran tenuemente entre las hojas de los árboles. La abuela haya los va recibiendo en su copa, bañándose en ellos, sus hojas sonríen, ya está aquí un nuevo día, piensa, un día lleno de expectativas y de sorpresas, un día para disfrutar del la plenitud de la vida. Ahora la savia del árbol también se va despertando, sube poco a poco a través de las raíces y se va izando tronco arriba, distribuyéndose por cada una de las ramas, alimentando cada hoja , las hojas se extienden y despliegan del todo, agradeciendo la Luz que las baña. El árbol en conjunto contempla todo el bosque, su gran altura le permite ver cada trozo de vida que lo rodea; puede ver los pájaros que vuelan por todo el bosque, están buscando su alimento y el de los polluelos que anidan en la copa de los árboles. A los pies de la Abuela haya crece desde hace algo mas de dos años una pequeña haya, al lado de su abuela apenas se la ve, pero ya despunta y va hacía arriba en busca de la Luz. Sabe que la vida para ella es dejarse estar, crecer poco a poco, centímetro a centímetro, pero a veces se impacienta y se pregunta porqué va todo tan lento, tan despacio, ve a su abuela tan grande y majestuosa a su lado y piensa que a este paso nunca podrá alcanzarla. – Abuelita- pregunta- ¿cuándo seré tan grande como tú? – Tranquila pequeña, ya te llegará el momento, pero te diré que a mi me a costado mucho, mucho tiempo llegar a ser tan grande. - ¿Y porqué hay que esperar tanto? –A que viene tanta prisa, tienes todo el tiempo del mundo, no se a que se debe tanta impaciencia. – Ya ves, todo el día aquí quietecita, sin poder ir a ningún sitio, sin nada que hacer y encima así de enana durante tanto tiempo…,¡ como para no impacientarse!. –Tu crees que no haces nada, pero ahí solo con tu presencia, con la tuya y la de todas las hayas que ves a tu alrededor se están haciendo muchas cosas. –Pues no veo que nadie haga nada, vamos que ninguna movemos ni una rama. – Deja que te explique unas cuántas cosas: Has de saber que nosotros, los árboles, somos una prolongación de la tierra, somos la tierra que crece y se eleva, que brota. En las puntas de nuestras ramas crecen las hojas y las flores, después brotaran los frutos. En la parte superior del tronco circula la savia y la vida del árbol. Nuestro tronco hueco es como una gran caverna con la que participamos de la vida en la tierra, desde ahí podemos observar los ciclos de la vida. Cuándo con el tiempo nuestra vida se acaba, participamos también en el ciclo de deshacernos y juntarnos con la tierra, nos volvemos “tierra viva”. – Así que estando aquí quietitas intervenimos en el ciclo de la tierra y de la vida, está bien, es interesante, pero esto no hace que me sienta menos aburrida. – Es que eso es solo el principio y es que te he hablado de la Madre Tierra y como somos parte de ella, pero eso no es todo, también somos parte del Agua. -¿ Parte del agua,? bien, parece que también me va a gustar eso de ser Agua. – Piensa en el agua que fluye por nuestras venas, en cada uno de los árboles que ves a tu alrededor; somos como una gran nube que anida en la tierra pues recogemos el agua de la lluvia suavemente, gota a gota, sin dañar la tierra. En la hojarasca que formamos en el suelo y que poco a poco se convierte en humus, se va reteniendo el agua, después la tierra la absorbe como si se tratara de una esponja, lo hace poco a poco según lo necesita. Revitalizamos el suelo, el agua vive en nuestro interior, luego la evapora y con ello también vitaliza el aire. Piensa que esto es como el cauce de un río, con sus afluentes, arroyos y manantiales. Nuestro tronco es como una gran columna vertebral, con ramificaciones que van hacía arriba y hacía abajo. Piensa que en este bosque se atrae la lluvia, se atrae la vida. _Bien abuelita, me gusta esto que me estas contando. Ahora comprendo la gran importancia que tenemos y presiento que aún hay muchas cosas. – Y tanto pequeña, hay muchas más cosas de las que podríamos hablar, pero de momento vamos a descansar, estoy algo cansada y necesito un poco de silencio, necesito reposar un rato mis hojas. – Claro abuelita, descansa, mañana ya me contarás más cosas. La pequeña haya también está cansada, pronto el sol se va ocultando, este es el momento en que los árboles se reponen de un largo día de fatigoso e inapreciable trabajo. La noche va apareciendo con lo que la vida reposa. Esta mañana la pequeña haya está deseando saber más cosas, ya no se siente tan impaciente como estos días pasados. Sabe que está aquí, en su sitio y que está contribuyendo y participando en muchas cosas, nada más y nada menos que en el ciclo de la vida. – Abuelita, abuelita…buenos días, ¿Qué tal has descansado? –Muy bien pequeña, ¿y a ti, como te fue la noche? – Es curioso, he dormido muy bien y me he despertado muy tranquila, parece que las lecciones de ayer me vinieron muy bien. – Estoy segura de ello y de que estás deseando saber más cosas. –Claro abuelita, creo que hay mucho más. – Solo tienes que echar un vistazo a tu alrededor y ver toda la vida que albergamos. – ¿Te refieres a los pájaros que viven entre nuestras ramas? – Si, fíjate bien en mi copa, en ellas viven varias familias de distintas aves, hay cárabos, azores, pitos negros, pinzones, carboneros, herrerillos…Alrededor de mi tronco viven pequeños lirones, musarañas, ardillas y ratoncillos que encuentran alimento con nuestros hayucos. En nuestra sombra reposan ciervos y gamos, las comadrejas merodean a nuestro alrededor en busca de los ratones, a veces podemos ver a un gato montés, o puede que un oso venga a rascarse su espalda en nuestro tronco. . Así que somos una gran casa en la que todos conviven y encuentran refugio y comida. _Veo que lo has entendido muy bien, pero aún hay más cosas ya que junto a nosotras crecen otros árboles y arbustos como tejos, tilos, arces, acebos…nuestra humedad también les gusta a los rosales silvestres, a las zarzas, a los espinos y a los brezos. El suelo que nos sustenta también es muy fértil, en él crecen musgos y líquenes, hongos y setas, miles de plantas silvestres, algunas de gran poder sanador, podríamos estar todo un día contando la vida que albergamos y seguro que nos faltaría tiempo. – Vaya, todo eso siempre ha estado ahí y yo sin enterarme. – Claro, suele pasar, a veces nos fijamos demasiado en lo supuestamente negativo que tenemos o padecemos y no reparamos en todo lo maravilloso que nos rodea. – Creo que a partir de ahora voy a estás mucho más atenta. – Hazlo pequeña, seguro que así ya no te volverá ha aburrir, si observas a los animales, si te hermanas con ellos podrás aprender un montón de cosas. Incluso puede que puedas habla con ellos, ya que están deseando poderse comunicar con nosotros, los árboles. – Así que también me estaba perdiendo esto, el poder comunicarme con los animales, ¡jo, que tonta he sido! – Tranquila, no te culpes, todos aprendemos poco a poco, a veces solo hay que abrir los ojos como tú has hecho para poder ver todo de manera diferente. – Pero; aún no se como puedo hablar con los animales… -Es muy fácil, solo tenéis que encontraros en el silencio. – A veces no te entiendo abuela, como vamos a poder hablar en el silencio si ahí nadie dice nada. – Tranquila esto no es ningún galimatías, solo te quiero decir que cuándo encontramos ese silencio interior, esa paz interna en la que no caben palabras, ni pensamientos, ni tan siquiera emociones, encontramos una mayor comprensión de todo lo que nos rodea y nos abre para podernos comunicar con otros seres sin necesidad de nada más. – Uf, para ti será fácil, pero a mi me parece muy difícil. – Eres un árbol, pequeña, lo tienes muy fácil, los árboles apenas tenemos que hacer nada más, el silencio es muy sencillo para nosotros. - ¿Por qué dices que es sencillo para nosotros? – Acaso tienes boca para habla?,¿o cabeza a la que estar dando vueltas y vueltas? –Ya sabes que no, pero ahora me viene una gran duda, ¿Cómo hablamos? – Nuestro lenguaje es el de los árboles, es distinto a todos los demás, no se escucha, no se oye, no se lee ni se escribe, no se habla, sin embargo nosotros, todos los árboles del planeta nos podemos comunicar a través de él y a veces hay personas que pueden sentirlo. – Voy entendiendo abuela, pero necesito saber más cosas de este lenguaje. – De momento solo te diré una cosa, pero para ello has de permanecer en el silencio. La pequeña haya tuvo que hacer un gran esfuerzo para entrar en ese estado de silencio donde nada existe y todo se calma, donde el tiempo se detiene y donde todo es posible. Así permanecieron un tiempo, quién sabe cuánto, hasta puede que terminara el día y empezará otro.¿Qué pasó ahí?,¿quién sabe? De nuevo en el Ahora la pequeña haya pregunta curiosa: -¿Qué ha pasado abuela?, tengo sensaciones raras, el caso es que en este tiempo no ha pasado nada y a la vez creo que me han sucedido grandes cosas. – Puede que hayas entrado en la Unidad. - ¿En que Unidad? - En esa de la que todo sale, que todo cabe, que todo lo incluye, de la que todos venimos y en la que todos terminaremos. Es la Unidad o Totalidad del Universo, es algo muy sencillo y difícil a la vez de experimentar. – Y se hace en el silencio. – Ahí, pequeña, solo ahí. – No me ha resultado tan difícil hacerlo. – Ya te dije que sería así, para algo eres un árbol, no tienes en ti la dualidad de dos cerebros, hemisferio derecho e izquierdo, de dos pies, dos manos, dos ojos y oídos…en ti ya existe la Unidad. -¿Y cuál es su lenguaje?, ¿Cómo nos habla?, ¿Qué nos dice?. –Solo habla con un lenguaje, el del Amor, son sencillas palabras sin voz que lo dicen todo, que se comunican con el “Todo”. – Sabes una cosa abuelita, me siento diferente. – Claro mi hayita, una vez que experimentas esto tan grande la vida cambia, también la percepción de las cosas. Seguro que lo que antes tanto te preocupaba ahora te parecerá una tontería. – Y tanto, ahora siento todo de otra manera. – Te has hecho amiga de la Luz y la Claridad, a partir de ahora no te sentirás nunca más sola. – Seré parte de la Unidad. – Ya lo eras antes, siempre lo has sido, todo es parte de la unidad, solo que cuándo uno se hace consciente de ello, cuándo se da cuenta, cambian mucho las cosas. –Me di cuenta abuelita y siento como un calorcito dentro que me hace muy feliz. –Has despertado cariño, eso es, reposa en esa sensación, báñate de ella, se una con la Unidad. La mañana siguiente nuestra pequeña despertó contenta, orgullosa y feliz de ser un árbol, un gran árbol, pensaba, llegaré a ser tan grande como mi abuela y entre tanto disfrutaré de la vida, de cada instante, veré todo lo que me ofrece y yo le ofreceré mi aire, mi oxigeno, seré tierra y aire, luz, hablaré en silencio, vibrare en el Amor , seré árbol, pensaba orgullosa, solo y sencillamente Árbol. Su abuela sonríe en silencio, también está muy contenta porque su nieta ha comprendido todo, de pronto se acuerda de su niñez y se reconoce en su pequeña… Poco a poco va recordando esos momentos en los que se sintió tan impregnada en la Unidad, recordó como la ayudaron a mantenerse firme, a ser vigorosa y fuerte y ahora cada vez le era más fácil sentirse allí, estar integrada en el Todo. Recordó también aquellos momentos en que los seres humanos se acercaron a ella y en el reposo posaban su espalda sobre su tronco, sintiendo a veces esa rara sensación, esa en que se abrían perdiendo la noción del tiempo y vivían la eternidad en un instante, esto la hizo sentir tan bien, tan plena…Soy un haya, se dijo, una gran y poderosa haya. Ambas se miran y sonríen, se quedan en silencio. Seguro que hay muchas más historias, muchas cosas que contarse, pero ya vendrán, no hay prisa, se dijeron, tenemos mucho, mucho tiempo. No sabemos cuánto tiempo estuvo la pequeña haya calladita, contemplando el mundo que la rodeaba, observando todo lo que sucedía a su alrededor, por arriba y por abajo, ahora sus raíces se hundían y arraigaban cada vez más en la Madre Tierra , haciéndola mas porosa y permeable. De repente no entiende porque se siente tan inquieta y apenada, tan triste, mira a uno y otro lado y no ve nada extraño, todo sigue igual , solo que tiene una sensación extraña, es como si sus raíces sintiera de pronto tanto, tanto calor…era como fuego, como si se estuviera quemando la tierra y con ella también sus raíces, a la vez oía como un lamento, un gemido que llegaba desde muy abajo y que poco a poco llenaba todo el bosque. - ¿Qué pasa abuelita?- dijo bastante asustada. – Tranquila pequeña, aquí no pasa nada. – Pero noto calor, mucho calor, como si nos estuviéramos quemando. _Veo que te has conectado con la “red “. - ¿La red, que red?, no tengo ni idea de que estás hablando. – Imagínate una gran trama, una red que rodea toda la tierra, porqué la tierra teje una gran red donde todas las raíces de las plantas y de lo árboles nos comunicamos, a través de ella sentimos todo lo que pasa a los demás árboles. - ¿Es como una gran tela de araña? –Si, algo así, es como las neuronas del cerebro de los animales y los hombres, estas se comunican a todos los niveles. Nosotros también nos comunicamos raíz a raíz por está red, por ella llegan los sentimientos y noticias de todos los árboles y plantas, poniendo en contacto al cielo y la tierra con todos los horizontes. - ¿Y porqué siento tanto calor?,¿ porqué me siento tan triste abuelita? –Posiblemente se este quemando algún bosque. – Claro, ya entiendo, se están destruyendo miles de árboles, ahora puedo sentirlos, duele mucho abuelita, no sé si podré soportarlo. – Lo harás pequeña, no hay más remedio, tenemos que aceptarlo. – Entonces abuela me estas diciendo que todo se comunica y se relaciona. – Así es, todo el Planeta esta comunicado tanto en la superficie como subterráneamente, enviando sus impulsos a través del agua, sus latidos a través del viento. De nuevo se hizo el silencio, la pequeña quería escuchar a la tierra, lo podía hacer a través de sus raíces, la sentía en su tronco, el aire se comunicaba en sus ramas con un mensaje de fuego y dolía, dolía tanto. La pequeña comenzó a llorar, sentía la pena de sus hermanos, su impotencia, la abuela la irradió de energía que poco a poco confortó a la pequeña. – Tendrás que acostumbrarte, mi hayita, desgraciadamente esto sucede muy a menudo, hay demasiado fuego , demasiadas motosierras y nosotros nos quemamos vivos, no podemos huir…mejor no pensar en ello, es tan triste. - ¿Qué podemos hacer abuelita?. – Estar tranquilas, de nada sirve inquietarse, de nada sirve preocuparse. Tenemos que tener fe y esperanza, presiento que las cosas van a cambiar, que cada vez más gente nos comprende y respeta, lucha por nosotros y por la naturaleza. Confía pequeña, pronto todo cambiara, me lo ha dicho el viento, también me lo contaron las aves y las ardillas, hay un rumor del agua que lo canta, confiar, nos dice, todo esta cambiando. Estemos tranquilas, en la Unidad, unámonos a la vibración de Amor que hará posible que las cosas cambien, vivamos el silencio.

Texto agregado el 04-09-2010, y leído por 315 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
05-09-2010 Pero qué hermoso cuento. Me encantó. Filiberto
 
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