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Inicio / Cuenteros Locales / dosenlaciudad / Crónicas de una mujer infiel X (El músico 2)

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Acudí a una exposición de tatuajes, la música, los asistentes, la decoración; todo invitaba a quedarse y porqué no, a realizarse algún tipo de decoración en el cuerpo. Por ser mi primer tatuaje tardé en decidirlo, llevé el dinero y el diseño, pero tardé horas en saber qué tatuador me haría el trabajo.

Para cuando estuve segura, el tatuador indicado ya tenía dos personas en la fila, cada una se haría dos tatuajes y una perforación. En la espera llegó el músico 2, me miró con sus ojos verdes y me sacó plática con su mala dicción. Tuvimos 4 largas horas para conversar en lo que esperábamos nuestro turno. Músico de bar, mi debilidad.

Cuando ya empezaban a preparar los instrumentos que utilizarían conmigo, se me secó la boca; estaba nerviosa. El músico se fue en cuanto mi espalda comenzó a ser marcada para siempre; a los 5 minutos apareció con una cerveza y unos cigarros. “Esto ayudará” dijo, y así con una cerveza y media cajetilla de cigarros toleré el procedimiento; que en realidad no es tan desagradable: es un dolor sostenido, de variable intensidad que combinaba perfectamente con todo lo que estaba a mi alrededor: sujetos con la cara tatuada y perforaciones en los lugares más insospechados, la música de gritos y tamborazos característica de tal ambiente se escuchaba a gran volúmen.

El músico no soltó mi mano izquierda hasta que estuvo terminada mi hermosa libélula. Le devolví el favor cuando fue su turno, al terminar pasó un organizador buscando voluntarios para el rito de suspensión corporal y él amablemente se ofreció.

Fui al sanitario de mujeres a observar mi tatuaje antes de que lo cubrieran con un plástico, al volver me encontré con que ya estaba pagado; cuando quise buscar al sujeto para pagarle, lo encontré colgado de una estructura de metal, su cuerpo estaba sujetado por unos gachos enterrados en la piel de su espalda; aparentemente no sufría, hasta lo disfrutaba.

Terminado el “rito” fuimos a una farmacia para curar sus perforaciones y de ahí a cenar. Se negó a recibirme el dinero de mi tatuaje, fue inútil tratar de meterle por la fuerza el dinero debajo de la camisa, en cada intento el dinero volvía a mi cartera. Quedamos de volver a vernos, yo iría al bar donde él toca, lo vería en su hábitat natural.

Días después llegué al bar, pude reconocerlo enseguida; llevaba una playera sin mangas para lucir su nueva adquisición. Con guitarra en mano y máscara del “Santo”, olvidé aquella imagen de él colgando del techo. Durante el breve descanso de la banda se acercó a saludar y no sólo eso, se tomó una cerveza conmigo, aunque había una fila de chicas esperando por él, para tocarle el brazo y decirle: ¡ah! Lindo tatuaje.

Al siguiente descanso me invitó a platicar en privado, en un balcón apartado; desde ahí se podía observar la catedral encendida y la plaza principal, una vista hermosa para platicar y demás acciones. Empezó a besarme y yo, a corresponderle; un poco torpemente logramos tener intimidad en aquel terreno, sin que la falta de habilidad para tener relaciones sexuales en un barandal haya aminorado lo placentero del encuentro. Enseguida bajamos al bar para que él siguiera con su trabajo.

Volví a verlo, hubo más encuentros igualmente satisfactorios pero menos memorables. Después, desapareció, el motivo: matrimonio, se casó. Para cuando volvió a buscarme yo ostentaba un redondo vientre, así que el encuentro no se dio.

Un año después volví al bar y ahí estaba él, como si el tiempo no hubiera pasado. Me saludó con mucho gusto, yo igual; pero el deseo que teníamos en común se enfrió, me atrevería a decir que desapareció, no hubo ni siquiera una propuesta para ir a la terraza y no tomó cerveza conmigo. De mi parte tampoco hubo la menor iniciativa.

Hemos tomado café, hemos caminado por la plaza, pero la intimidad se acabó, algún día debía terminarse. Lo malo de los músicos es que además de ser volátiles, son inolvidables.

Texto agregado el 03-09-2010, y leído por 126 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
22-10-2010 Me gustò mucho.... lmarianela
03-09-2010 Excelente narración. Se lee de un tirón, sin pestañear. Lo he disfrutado.***** susana-del-rosal
 
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