En ese instante desapareció la bulla de ese lugar, desapareció la pesadez que lentamente me atrapaba, y se me ocurrió voltear y encontrarme con aquella pileta, que tranquilamente tiraba esas diminutas gotas, como el rocío que se encuentra en las mañanas. En ese instante pude ver a aquellos peces grandes, con manchas naranjas y rojas, eran unos peces enormes, de enormes bocas, que lentamente habían llenado la pequeña pileta, y ahora ya no tenían espacio para nadar, estaban todos apretados, y yo, yo los veía de cerca e intentaba entrar a la pileta que se iba desvaneciendo y se convertía en un gran lago, que me resultaba desconocido, yo sentía el roce de los peces, sentía como pasaban entre mis piernas, y en ese momento sentí como mi cuerpo lentamente caía para encontrarse con la tierra gelatinosa del fondo.