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Representaciones de odio


Cuando regrese a casa no sabía si reír o apenarme.
Acababa de ver al hombre más inexperto en materia de emociones…

“oh, que manera de aclarar las cosas”, me discutía. Quería comprenderlo.
Tuve muchas razones para odiarlo en esos minutos, me hacia sentir avergonzada por sus modales, su forma abreviada a exponer la conversación y que mas decir… su mirada fugitiva, escondida de los ojos que lo contemplaban
Se distanciaba cuando buscaba el ocultismo de su mirada, como si temiese que fuese ser descubierto, sus palabras se movían rápidamente y llegaba al punto final, nunca un vistazo a la expresión de mi rostro.
No me pedía una explicación a sus preguntas, solo hablaba.
Sentí que no tenía en interés en mi aspecto ni mucho menos si me consideraba interesada en la supuesta conversación.
Asumí que estaba pérdida que en algunos minutos me iría, sin alivianar mi curiosidad.

El aroma en el aire me hace la connotación que se acercaba la primavera, observe al zorzal que picoteaba un vidrio, en el se miraba…

Camine varias cuadras, y lo vi.
Presentí que el primero fue por mi mirada y sin tomar la duda se la brinde.
Venia acompañado, vestía como siempre, claramente me di cuenta después de largos meses.
El sol se digno a mostrar el color natural de su cabello descuidado castaño.

Pensé que mis pasos estaban atados, el tiempo se detenía, no sentía el aroma primaveral, mucho menos respondía a las preguntas de mi acompañante.
Cruce la calle y creí que no lo volvería a ver, estábamos a mucha distancia, yo entraría a ese lugar y el seguiría el camino ajeno a mi pensar. Pedí a cualquiera que me oyera mi pensamiento que eso no sucediera…fui escuchada.

Entre al lugar, tome el asiento que mi acompañante me señalo,
Y el me vio allí sentada, se turbo y aceleró el paso, saludo a la oficinista. No tuve tiempo para guardar la imagen cuando aquella puerta se abrió y el ya estaba dentro.

El tiempo se acelero mucho mas, como si quisiera reponer su detención que hubo hace minutos atrás.

Estaba al frente de el, hasta logre olvidar que en un momento pedí que fuerzas garrafales me lo trajeran de vuelta una vez mas, sabia como era, como podría llegar a conquistar que hablara mas allá de lo que no podía hablar allí, supe que no dejaría pasar ningún comentario que lo hiciera llenarse de locura por palabras idiomas extraños, mas que palabras sin sentido, se que el querría hablar… pero yo no me atrevía después de atropellar su mirada me atemorice, entendí que nunca mas lo dejaría ir.
Me adueñe de sus silencios el hacia interrupciones que yo sabia muy bien como el podía volver a esclarecer, lo conduje por un juego sin salida, como si nos estuviéramos ahogando en un pozo, que por supuesto quería ser la vencedora.
No tuve el valor de ver como se cerraría la puerta y mi acompañante me pediría que saliéramos del lugar.
Salí como si la estructura del lugar fuera a desaparecer y todo estaría bien.
Pero no fue así, al salir el comento mi partida, y me propuse volverlo a ver.

Por el camino no podía contener la presión de mis labios que fuertemente simulaban una mueca graciosa.

Pasaron días y supe que lo volvería a ver, porque estaba dispuesta a lograrlo.
Esta vez hablamos poco, tenia un confusión, poco después afirme una frase que en muchas palabras el comprendió, me fui inquietando, ya lo odiaba.
Quería provocar algún interés que el había tenido la primera vez que me vio, y pensé…
¿Dónde lo esconde?, ¿con que palabras lo adopta? ¿Dónde leo sus señales?...
No quise seguir discutiendo, callé, el abrió la puerta y me marche.
Paso el tiempo, nada tomaba mi atención, pensé que si pedí una vez que volviera, no lo iba a obtener esta vez, y me silencie por mucho tiempo hasta que pude cambiar, el odio por el me rodeaba, no soportaba la idea de acompañar a alguien a ese lugar y topármelo.
Me senté vi como mi acompañante entraba y me dejaba con la incomunicación.
Conduje mi asombro cuando vi que estaba allí, apoyado del mesón, vi sus ojos brillar…



Hablaba con la boca cerrada, como si los gestos jugaran a mis espaldas y señalaban la timidez de que estaba siendo vista.
Miraba la esquina de mi asiento pidiendo cubrirme, lograba respirar despacio y cuando pensaba que no estaba siendo vista lo hacia mas profundo.
Me aventuré a mirarlo con extrañeza, me miro como si alguien le contó mis pensamientos del primer día, como si en al despertar se dio cuenta lo que yo ambicionaba de el.
En ese instante lo odie, mucho más.

Mientras la oficinista hacia notar, el acercamiento de su mirada hacia la mía, me cubría el temor de ser descubierta,
Me motivo ha ahuyentar lo que no podía contener, una mueca en mi rostro, como si quisiera reír de dicha.
Ya no codiciaba irme, a la vez pedía aguantar un poco más y sostener el rostro sujeta a su mirada…no podía.

No podía mirarlo, sin aceptar que al salir no se iría de mi lado.
Pensé que si lo haría, ¿como se esfumaría el odio?, lo volví a mirar y baje la cabeza, lo seguiría odiando.
Nos fuimos del lugar, por el camino solo pretendía pensar en otra cosa, pero no fue sencillo.

El tiempo me daba en la razón, ya no me acordaría de los sucesos que me hacían pensar en el, aun así dosificaba mi odio cuando alguien divulgaba su nombre.


Varios meses se superaron, y tuve la desdicha de volverlo a ver. Se veía distanciado, y supuse que ya desaparecería todo.
Pero esa tarde vio como me aflojaba en lágrimas, no podía contener el alivio que sentía que todo acabo, pero me aquejaba mi desdicha.
Lo percibí entrar rápidamente, me observaba como me ahogaba en sollozos, alcance a sentir su miedo, y quiso concederme un abrazo, que en mi dolor no acepte.
No dijo nada más y se marcho.

El tiempo logro que pensara en otros temas, y no podía dejarme vencer por el odio, pero siempre tenia pendiente que cualquier suceso importante que me hiciera gozar de tristeza pensaba en socorrer a su mirada, como si el fuera el dueño de la quietud, y de la esperanza que todo terminaría bien.

Y así empezó cada vez que sucedía un inoportuno, iba y tan solo una mirada esquiva, lograría pasar la madrugada sin desvelarme.
Transábamos monosílabas, sin darme cuenta pasaban los minutos y menos quería dejarle ahí, sentado mientras yo me marchaba por calles con arbustos alegrados por murallas húmedas de invierno.

No recuerdo el día, no el mes, ni el año en que lo deje de ver.
Pienso que asemejo que fue mucho tiempo, pero se que mas son los años que te vi que los que te deje de ver.





Un día supe que regreso a su ciudad, que por descuido de las fuerzas inmensas tengo el interés de residir.

En agosto el sol es trémulo, todavía se sentía un viento indiferente a la época, logre golpear su puerta, primera vez vi la irradiación de sus ojos…hable.
Cuando regrese a casa no sabía si reír o apenarme.
Acababa de ver al hombre más inexperto en materia de emociones.




Cuando comprendí el origen pude descifrar los sucesos que no percibía, gracias a los recuerdos que estaban secretos en mi interior pude ver de nuevo tu mirada, esta vez sin ajustes.

Te odie en el silencio
Del sobresaliente madrugador
Te odiare en mi desdicha…


Escrito 19 de agosto.

Texto agregado el 27-08-2010, y leído por 217 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
29-08-2010 5***** te lo dire por ldev ismaela
 
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