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Recuerdo que mi madre me contaba que en la casa que vivíamos habían ya estado muchas generaciones de Benavides, que en ella había vivido su madre y la madre de su madre, al escuchar mi voz en el pasillo repitiendo mis frases y ser acosado por una oscuridad solitaria que con un viento de muerto me seguían hasta que me escondía debajo de las cobijas. Realmente esa casa me daba mucho miedo, El tiempo sin esperar nada, alejó la juventud y logró dejarme anciano, la verdadera soledad de vez en cuando conmigo charlaba, para pasar buenos momentos recordaba mi infancia y para no morir cada día leía de la biblioteca un libro. Un martes en la tarde acababa de leer la cuarta fila de libros de la biblioteca de dos siglos, aún sentía miedo en esa casa pero la vejes me había acostumbrado a conservar la calma, algo susurraba entre los mejores libros de mi abuelo, decía: “que bueno, que bueno esta este libro” se reía, repasaba los sonetos, balbuceaba cada palabra y yo sentí más temor que nunca e intente huir pero la curiosidad era mayor, con velocidad de rayo saque el libro y en él estaba colgado un ser extraño diminuto casi como humano que reclamaba el libro como suyo, “este libro es mío” gritaba, “llegué antes que tú” repetía, solté el libro y salí corriendo como en tiempos pasados a meterme debajo de las cobijas, ya pasado un buen rato salí y él estaba ahí observándome, me intimide tanto que casi salí por la ventana y corrí tanto que ya estaba en la casa de mis vecinos para contarles lo sucedido pero nadie a quien yo le contaba me creía, todos se burlaban de mi y decían que la soledad me había pateado, que era un viejo atolondrado, que estaba loco, que estaba mal peinado, ya no tenia mas que decir, ya nada mas que declarar pues aún no se mentir. Todos se sentían involucrados en la hipocresía que pensaban y que incluso yo sentía hacia ellos, regrese a mi casa pero demore en abrir la puerta al entrar hice tanto ruido como para espantar a un tigre en celo pero el estaba ahí haciéndome sentir miedo de mi sombra y duda de mis dudas, ya había tiempo de enloquecer así que salí nuevamente a la calle pero esta vez en un frenesí excitante, en un éxtasis nocturno hasta que amanecí con una ingenuidad insolente, tal vez si solo me siento en el sofá de la sala y duerma un poco el desaparezca como un mal sueño sin embargo el chisme llego al rumor y el rumor a la historia y la historia al cuento y se repite el eco hasta mi casa y como es de esperar los del manicomio querían compartir conmigo sus medicinas, tumbaron mi puerta a patadas y ese señor de blanco me dijo: “viejo estas loco ponte serio, ven a vivir hasta tu fin”, y sus camisas enfriaron mi cuerpo como si ya estuviese muerto y aún cuando esté amarrado en una cama no olvidare que ese ser leía los libros de mi abuelo.

Texto agregado el 16-08-2010, y leído por 84 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
17-08-2010 Buen cuento se ve que te involucraste con el personaje me gusto Rocxy
 
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