La caída y la primera duda.

-¿Quién es libre? –dijo la sombra entre las nubes…
–Libres… todos lo somos –dijo un ángel alado, armado y reluciendo cual estrella.
El ángel emergió de entre las revueltas nubes. Poseía en la mano izquierda una espada centelleante y en la derecha un escudo de cristal. Sus cuatro alas eran del color del fuego y su mirada era profunda como los mares.
– ¿Ocultas tu presencia?, Mezquino ser –dijo el ángel. Agitando las nubes y éstas se abrieron ante su potestad y al descubierto un demonio de alas oscuras.
El demonio de negro vestía, con un escudo calcinado que en eras anteriores emitía dulce brillo, ahora opaco, la espada aún en la vaina roída por las sombras y una lanza que amenazaba con su aguda punta.
–Muchas veces nos enfrentamos… -dijo el demonio, girando en torno al ángel –Soy mayor en poder que tú, hermano… soy mayor en fuerza de espíritu y de pensamiento, mi brazo se agita como la centella y mi pensamiento va más allá del tiempo… ¿Puedes enfrentarme entonces?, tú, hermano mío, el de menor jerarquía y poder… tú, un siervo.
Y en el ángel la ira aumentó, cual brote de fuego en la ígnea tierra.
– ¡Por tu traición, hermano perdido, debes someterte y ser enjuiciado! –dijo el ángel con voz grave.
–Fui enjuiciado al ser creado, hermano, ¡mi destino era ser la fuerza oscura en el universo! ¡Mi nombre es Maldad y Traición!, ¡Por eso fui creado! –el demonio descendió hasta tocar suelo, sus sandalias chistaron al impacto. Seguido por el ángel, quien procuraba evitar la huida del demonio. –No es ya claro, los Humanos se acercan, Los Que Decide, los libres… ¡Solamente a ellos se les fue otorgado ese don!... o eso se creía… ¡Yo soy Libre!
El ángel tocó tierra.
–Tu libertad no es más que un azote para los que vienen, los segundos en ver al celestial –dijo el ángel.
–Tu sometimiento te hace ciego. –dijo el Demonio de negras alas -¡Dios está sediento de amor, pero él no quiere un amor condicionado, quiere que se le sea otorgado, es tanta su sed que libertad les dará a los Hombres!, Porque los hombres son libres de amarlo o no… y como es lo que más anhela, yo, La Maldad le arrebataré ese amor que tantos anhelos quiere le sea dado.
El ángel arremetió con la espada, pues las palabras contra su Dios lo habían incitado a ello. Pero su zarpazo fue interceptado por la mano desnuda del Demonio.
–Tu espada sin libertad no puede herirme…
La espada silbó de nuevo, y esta vez el ángel poseía el peso de la voluntad y la hoja incandescente rasgó la mano izquierda del Demonio. Sangre negra salpicó la tierra y la tierra quedó estéril.
El demonio sonrió.
–Veo fuerza, pero no la fuerza de la obediencia, sino la fuerza que nace de la voluntad… pusiste tu voluntad en la espada para cortarme y ahora mi sangre baña la tierra.- y el demonio enfurecido arrojó la punta de la lanza, pero dio de lleno en el centro mismo del escudo de su contrincante, del impacto nacieron rayos y los rayos envolvieron la tierra.
–Mi voluntad puede desgarrar el cielo, ¿Por qué crees que no tu carne, Estrella Extinta? –dijo el ángel, quien preparaba su tercer ataque.
Ambos contrincantes trataban de someterse, ya con veloces movimientos de las agudas armas, ya con los ojos de los cuales manaban luces y sombras, ya con la boca de la cual salían tornados y tifones. La tierra misma se erguía en fuerte llamarada, sufriente de tal combate.
Pero el Demonio agilizaba su lengua y el fuego golpeó repetidas veces las alas del contrincante.
–Te mueves a menor velocidad, hermano, ¿Es que tu voluntad comienza a flaquear? –dijo el Demonio escupiendo viento negro.
El ángel respiraba agitado, ya su estaba no refulgía como antaño, ya su escudo lacerado por la Fiera. Sus alas se marchitaron con el fuego y su mirada no poseía la fuerza con la que veía en principio.
–Valeroso eres, hermano mío, el más valiente, el único que… ¡Que desobedeció!, o eres el segundo después de mí… tal vez aún hay esperanzas para ti. –dijo el Demonio quien hacía vibrar la tierra.
– ¿Qué significado esconden tus palabras? –cuestionó el ángel.
– ¿No lo escuchaste a “él”?
El ángel frunció el entrecejo, pues estaba intrigado.
–Cito: “No valla nadie tras él, Maldad, no valla ninguno, esa es mi orden”
El ángel perdió el color del rostro
– ¡Hoy, hermano mío, has desobedecido, como yo al Creador!, ¡Hoy, por amor a él, has trascendido el bien y el mal, has ido más allá del bien (que es tu restricción) y te has llenado de ira y rencor contra mí, ¿no lo ves acaso?, no somos los primeros ángeles libres, ¿eh?... no lo ves, ¡Eres la víctima de las consecuencias!, por tu desmedido amor por Dios, has tenido que romper su voluntad para hacerle un bien, o lo que crees que es un bien… pero en verdad te digo que él me creó para ser la maldad, para ser su anteposición en el terreno Humano, Si yo soy el Pecado, entonces, mi padre ¿Quién es?, Eres un ciego, ¡Siempre fui libre… siempre lo he sido, por eso la decisión de anteponerme a él era solamente cuestión de tiempo!
El demonio arrojó al suelo la lanza y ésta se quebró.
–Mi voluntad mantenía unida la lanza, ahora que mi voluntad está puesta sobre mi espada… no podrás vencerme, hermano.
El demonio corrió y blandió la espada, el ángel bloqueó el golpe con la espada mellada, pero tal acción hizo que la espada del ángel se fracturara por mitad. Después el demonio blandió de nuevo la espada y fragmentó el escudo. Fue pues como el ángel quedó sin arma ni escudo, desnudo pues ante el ataque de su enemigo. El ángel cerró los ojos y abrió los brazos, esperando el embate final…
Abrió el ángel los ojos y vio al Demonio sonriente.
–Mientes, ¡Veo duda en tus miembros! Tus brazos tiemblan…es duda porque los ángeles no pueden sentir miedo, es el peso de la duda lo que te ha hecho perder hoy… entonces el poder de la duda es más grande que el poder de la espada…
Y el demonio levantó vuelo, el cielo se nubló y el demonio se fue arrastrando la oscuridad tras de sí.