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Peter era un hombre común y corriente que venía reponiéndose recién de una ruptura amorosa. Después de muchos pesares y estados de depresión intensos tras este doloroso traspié, decidió olvidarse por completo de su pasado para recomenzar una nueva vida. Pero, debió convenir que las heridas del alma son incurables y las de amor verdadero, lo son aun más.


Nuestro héroe emprendió sin tapujos la senda del cambio y para esto, trastrocó su particular personalidad por la de un ser frívolo y bohemio. Buscaba juerga y aventuras por doquier y como era un tipo simpático y nada de mal encarado, no le fue mal. Movido por una fuerza casi febril, comenzó a borrar todo lo anterior para que esta nueva experiencia prevaleciera como un pasado fecundo e inmediato. La nueva vida de Peter lo condujo a los impredecibles caminos de la perversidad, transformándose en un ser despreciable, incluso para el mismo, que ya había hecho prescindencia de cualquier sentimiento

Transcurrido un tiempo, el monstruo que llevaba Peter consigo, se fue apaciguando. En su soledad, aun recordaba aquel viejo amor que lo destruyo casi por completo y se dio cuenta de que, pese a todas las maquinaciones de su alma, pese a la deformación voluntaria de la escala de valores, aún amaba a esa mujer, a pesar de tener en esos momentos una relación estable con una mujer perfecta en todo el sentido de la palabra, que despertaba las pasiones de cuanto hombre estuviese en las cercanías. Tras la alocada existencia y su eventual redención, Peter aún recordaba a su amada tal como aquel día en que se dio cuenta que la amaba enloquecidamente y meditó, muy a su pesar: "este amor morirá sólo cuando muera yo".


Por lo tanto, el hombre no pudo luchar ya contra ese enfebrecido sentimiento que le pedía a gritos que fuera en la búsqueda de su antiguo amor. Cuando la encontró, supo que estaba casada con un buen hombre, que se notaba que la amaba tanto como la amaba él. Al darse cuenta de esto, Peter quedo destrozado, repeliéndose el no haber luchado por ese amor. Pero, transcurrido el tiempo, la calma y la cordura invadieron el espíritu de Peter y al recordar a su amada, sintió una enorme paz, porque comprendió al fin que ella había quedado en buenas manos y su felicidad sería la suya propia.

Peter, ya viejo, y moribundo en su lecho, musitó estas últimas palabras para quien quisiera escucharlas: "sólo sé que el amor verdadero llegó a mi vida y supe impregnarme con su magia, no lo atesoré como correspondía, pero fui feliz, ya que me transformo en una persona con buenos sentimientos y fui capaz de entregar amor, para recibir, a cambio, a una maravillosa esposa y a muchos buenos amigos".

Instantes después, Peter entregaba su alma, rodeado de su familia y de todos los que le quisieron incondicionalmente. Su funeral fue muy emotivo, siendo despedido en un ambiente de fiesta, como había sido su póstuma voluntad.


Texto agregado el 03-08-2010, y leído por 175 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
27-02-2013 Muy buena tu narrativa, muy hermosa tu historia. SOFIAMA
04-08-2010 De fácil lectura. Medeaazul
 
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