En pocas palabras….

No me quejo, solo me mantengo, solo me sostengo. Cual Lady of Shalott me encierro en mí hasta que por la ventana pase un respiro, un viento, una luna de plata… Me niego a creer que la única esperanza para salir de esta maldición, fuera de la muerte imperdonable para nuestra especie, sea encontrar en la mirada de un tercero lo que espero. Espero sin esperanza, no desespero, no pasa en mi nada aparte de esta angustiosa acción.

En el mundo moderno no hay torres, no hay castillos ni maldiciones, no hay caballeros ni quien escuche mi voz. Estoy ya casi cansada de la oscuridad que rodea mis eternas noches dentro del rincón de esta mente. No me quejo. No es más que un canto al amanecer, que por labradores y curiosos, se conoce. No hay verdes y sedosos vestidos, no los quiero. Es una falta de sueño y ensueño, es una falta que pronto morirá.

En pocas palabras camino sobre mis propias huellas en un sendero a un lejano ningún lugar. Devenir, pasar y cambiar, pero todo parece constante, latente. Es sumamente curioso, e irregular, la forma en que fluyen, sin mayor filtro que un par de dedos, ideas que parecen tan corrientes como las hojas en la calle. Las oraciones se recargan, mientras dan una y mil vueltas en algo simple. Todo esto no requiere más que unas cinco o seis palabras, pero si fuese por simpleza en la vida no tendrían que ser dichas. No me quejo, es que las palabras juguetean libres.

El ordenamiento lógico quedo delegado a un octavo plano, antes hay siete cosas que me son más importantes. Conseguir terminar lo que hago, que no es esto que parece, avanzar dos números de un salto para encontrar en el cuarto espacio el secreto que anhelo. Una vuelta y un paso hacia atrás, avanzo al cinco y logro contradecir al paso del tiempo. Necesito de esa casilla, cual si fuese ajedrez, un buen te. Marchando caminaré por sobre la sexta y me instalaré en la séptima a admirar el lejano horizonte. Ahí veo lo que en pocas palabras debo decir. Juguetearé con palabras hasta hacerme el ánimo de avanzar. Esto puede tomar muchos caracteres unidos formando oraciones, canciones, palabras, sonetos y momentos….Momentos, instantes, segundos, variables espacios de tiempo deliciosamente mío….

Eso me recuerda al deleite de una noche estrellada, una carta esperada, un silencio compartido… Me recuerda a la sensación de unas manos rozando la nuca, bajando por la columna hasta plantarse en algún punto indefinido de mi espalda. Eso se maquilla como el recuerdo de lo desconocido al otro lado de esa ventana, lo que mi susurro nocturno llama. Llama como el fuego de aquella mirada, como el calor de la chimenea en los días de lluvia….

Llueve afuera y llueve adentro y no me quejo, creo que lentamente avanzo. Es tan lento e imperceptible. Tan lento que más parece un retroceso, un enredar aun más lo sencillo que aguarda al finalizar el acotado camino. Muscularmente hablando podría ir a la velocidad del rayo, pero mentalmente tengo los impedimentos del desorden y desgano. Ya casi llego al final, aquel claro.

Llegando al octavo puesto, suena como octavos de final, solo escucho reiteraciones mías y tuyas, recuerdos y sonidos de ayer, de hoy de siempre y de nunca. Veo pajarillos sobre mi cabeza, desde mi cabeza. Es el claro el que los cobija, es la verdad que en pocas palabras no me atrevo a citar….

En pocas palabras estoy sumamente cansada, han sido ocho largos pasos por un tan familiar pasillo, ocho veces convenciéndome de la verdad. Encerrada por ocho días hasta que todo termine y ya, cada examen, cada trabajo, cada presentación oral… No me quejo pero las vacaciones las quiero ya.

En pocas palabras, solo ocho cosas más y a descansar...