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Primera parte
Cuando Hanny se encontraba en su oficina, junto a su macetero el cual tenía llamados para ser escuchados, casos nuevos por resolver.
Sentada de frente al ventanal en su sillón giratorio de madera terciada y lustrosa, sus piernas delgadas, levantadas, apoyadas para hacerlas descansar, Margot anunciaba los pedidos.
Mientras ella oía una y otra vez, el rostro de la detective se iba preocupando una vez más. En uno de ellos mantuvo interés, la gente se veía amenazada de una descripción…la del cochero, si, un cochero alto, desgarbado, delgado en forma de anciano de cabellos grises y pocos, cubierto a su vez con una galera y el signo de interrogación.
-que extraño-pensó la Levintton con el rulo al final.
Así le habían puesto de sobrenombre a ese hombre incógnita. Ella bajo sus piernas en busca de sus zapatos y tanteando con la punta de sus dedos de los pies; noto como era habitual que sus zapatos nuevos no los hallaba. Bajo su cabeza para mirar e inclinándose, sus cabellos se iban desacomodando y eso la hacia no mirar bien el suelo. De pronto… ¡PLAF! Cayó y sentada aun en el piso no dejaba de estar atenta a la descripción de Margot, como ya saben sus zapatos los vivía perdiendo. El derecho gastado y el izquierdo flojo por el taco moviéndose de un lado a otro. Su boca se abrió ante un bostezo (como toda hipopotama lo hace). Encontró uno, y el otro…, ella dijo con sus ojos en expresión cuando movía su ceja.
Recordó que en el aeropuerto había dejado el otro cuando tropezó al bajar del avión. Hanny tenia muchas formas de vestir pero por lo general muy conservadora. Todo le quedaba bien. Los glamoures de moda la maravillaban. Distinguida en su forma de proceder, le daba más amplitud a cualquier prenda, que se pusiese.
Pero ella detrás de la moda…jamás. Su pasión por los casos la hacia muy diferente, distante ERA ELEGIDA. Nunca se sabía con exactitud de donde provenía ni su procedencia, tampoco era de hablar de sí misma. Aunque todo para ella es de interés. Magnificaba al prójimo, por eso salvaba vidas. Hasta llegar al origen, para que notaran lo correcto.
En su gran bostezo se quedo dormida con la mente fija en el cochero, reclinada en su sillón giratorio mientras sólo se escuchaba su respiración simultáneamente. La oficina quedó en silencio.

FORTSETZEN.(CONTINUARÁ)

Texto agregado el 03-07-2010, y leído por 78 visitantes. (1 voto)


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