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Mandé este relato de diez páginas a un concurso, espero que os guste y sincerais que os parece. como es un poco largo, lo dividiré en dos. Gracias.

La primera vez que vi a Eric supe que aquel chico demacrado y delgado, era especial. Aun recuerdo ese día como si fuese ayer, era un jueves frío y lluvioso, había tenido un mal día y andaba quejosamente por la calle. Los coches pitaban seguidamente debido al atraco de aquella noche, el cielo tronaba estrepitosamente, y para variar, me había olvidado el paraguas en casa, por lo que mi laceo cabello recién alisado, yacía mojado y enmarañado sobre mi rostro. Llevaba unas zapatillas viejas de la marca nike, y no pudieron agarrar mis pies cuando resbalé en mitad de la acera. No voy a mentir si no dijese que había sido el momento más vergonzoso de mi vida, pero me puse en pie rápidamente e hice como si no hubiese pasado nada. Miré a todos lados y allí lo vi, Asomado en una ventana, mirándome fijamente y sin una sonrisa. Me extrañó que un chico se asomase desde la ventana de un hospital debido al día que hacia, pensé que no podría ver demasiado, porque una fina cortina de agua inundaba su vista. Me encogí de hombros y seguí mi camino. Cuando mi amiga Noelia me llamó al día siguiente llorando y con pánico en la voz, temí lo peor, había tenido un accidente. Lo supe porque la conocía muy bien y porque desde hacia días, su coche tenia algunos problemas. Agarré mi bolso y me encaminé al hospital. Ella estaba bien, pero tenía que estar dos días ingresada, debido a la fractura que tenia en la pierna derecha. Cuando bajé a por un café, choqué con alguien, y cuando alcé la vista, lo volví a ver, Era el chico de ayer.
_ perdona.- me disculpé. Su rostro estaba estático y llevaba un camisón, era obvio que también estaba ingresado en aquel lugar. Miré por un instante aquellos grisáceos ojos, y ví en ellos una tristeza desmesurada. Me abrí paso entre el, Mientras caminaba, volteé, aun seguía mirándome, y aquello provocó un escalofrió en todo mi cuerpo. No le dije nada a Noelia, no lo veía necesario. En los dos días que siguieron, lo veía cada tarde, en el mismo lugar, intenté entablarle una conversación, pero algo me frenaba, no supe si era por su mirada vacía y ausente o por mi revelante timidez.

Finalmente a mi amiga le dieron el alta y dejé de ir allí prácticamente. Pero no podía quitármelo de la cabeza y no comprendía el porqué. Las cosas en casa iban mal, bueno, para ser sincera, hacia muchos años que todo iba mal. Mi hermano estaba metido en las drogas, y cada vez que venia a casa por las noches, unas evidentes ojeras moradas bajo sus oscuros ojos sicóticos lamentaban su pálido rostro. Tenia tantos deseos de darle todo mi amor, mi apoyo incondicional y mi cariño, pero el solo se encerraba en si mismo, hasta que madre, decidió internarlo en un centro de desintoxicación. A partir de ese día, sentí perder a aquella persona con la que había compartido mi niñez y sangre. Madre, se encerraba en su mundo de ilusiones, cremas para alargar la madurez y trabajar lo menos posible, a veces sentía que la odiaba, pero cuando veía en el fondo de sus tristes pupilas, sabia que tras esa imagen de mujer artificial, se encontraba una mujer que era incomprendida en muchos aspectos. Sabia que sufría por mi hermano, oía sus llantos nocturnos y matutinos, y le daba todo mi amor, aun así, mi familia estaba rota por algo incomprensible. Mi padre nos dejó un frío día de Agosto y desde entonces, ni ella ni yo, ni quizás, mi hermano, no superamos bien la pérdida.
Fue a partir de ahí cuando yo cambié completamente, había dejado de ser la chica dulce y tímida, al ser una chica desconfiada y fría. Con mis amistades era diferente, debido a su gran apoyo, yo conseguí abrirme más a las personas, pero ese muro aun seguía yacente dentro de mí. A la semana, volví al hospital, quería ver a aquel joven, no sabia porqué, pero su mirada se había quedado grabada en mi cabeza. Ahí fue cuando el abrió por primera vez sus labios y musitó un saludo por lo bajo. Lo había encontrado en el pasillo del hospital, sentado con las manos cruzadas en el vientre y con una expresión perpleja del dolor. Me senté a su lado, sin saber como comenzar, creí que era autista, pero mi duda desapareció cuando su calida mirada se posó en la mía.
_ ¿cual es tu nombre?- me preguntó con timidez.
_ me llamo Iris.
_ yo soy Eric.
Y desde ese momento empezó nuestra relación de amistad. Poco a poco el y yo abrimos nuestros corazones y debo admitir que algo muy dentro de mi empezaba a avivarse. Tenía una pregunta que no me dejaba dormir, y me la había guardado desde que lo conocí, pero tenía que saberlo.
_ ¿porque estas aquí?
El bajó la cabeza y tardó un rato en contestar, no quería decírmelo, lo sabía. Le cogí de la mano, la tenia fría y huesuda. Le sonreí y el también lo hizo, Respeté su silencio, y ambos empezamos a hablar, conociéndonos, sabiendo mas el uno del otro.
_ ¿tienes novio?
Aquella pregunta me sorprendió, bajé la mirada y mordí ligeramente mis labios.
_ no.- contesté secamente.
El alzó mi barbilla suavemente.
_ ¿y porque no?- sentia curiosidad.
_ tengo miedo a enamorarme.- confesé, Y me sorprendió que con el no me diese tapujos al decirle lo que sentía interiormente. Es mas, creo que el ha sido la única persona en el mundo que me ha conocido verdaderamente.
_ no lo tengas.- noté como un atisbo de luz en sus apagados ojos grises resaltaban su pálido rostro. Me encogí de hombros y cambié de tema, Cada día hablábamos de un tema distinto, de los atardeceres, los amaneceres, la naturaleza, la amistad, el cine e incluso de la lluvia. Se que os sorprenderá si os dijese que incluso dejé mi trabajo de las tardes para estar con el, pero sentía que debía hacerlo, y me sorprendí a mi misma, cuando supe certeramente, que no podía estar un día sin verlo. Mantenía mi relación de amistad con el, en secreto, era mi decisión, nadie entendería lo que me aportaba un chico del hospital.
El invierno llegó y con el, las tardes frías y tristes. Subí a la tercera planta como siempre, pues nuestra hora de quedada era a las seis y punto. Conocí a su familia y toda ella me recibió con cariño. Eric salió conmigo al pasillo y nos sentamos afuera, en los bancos del parque. Aquel día el césped estaba más verde que nunca, y el sol salió escondidamente de entre las nubes. Lo noté raro, cada vez estaba más pálido y una delgadez excesiva marcaba los huesos de su cuerpo. Sin saber como, había aprendido a querer con intensidad a ese chico.
_ Iris, tengo que decirte algo.- dijo con una seriedad no muy propia de el.
Me preparé para sus palabras.
_ adelante.
Al principio vi como sus labios se movían imperceptiblemente, después bajó la vista, flexionando sus manos.
_ Iris, estoy enfermo.- musitó.
Yo asentí y suspiré.
_ me imagino, ¿cuando te darán el alta?- pregunté esperanzadamente.
Eric sacudió levemente la cabeza y levantó desenfadadamente una ceja.
_ no me darán el alta Iris. Tengo cáncer.

continuará...

(c)

Texto agregado el 16-05-2010, y leído por 188 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
17-07-2010 Un momento muy conmovedor y otro muy divertido. Antes de que dijeras el nombre del personaje. Pensé que eras vos y me imaginé lo gracioso de la resbalada en la asera jee. Y tambien hubo un momento que me porvocó una casi lágrima. *+*+*+*+* Rubinska
15-06-2010 Muy atrapante la historia... BEtSYHAAB
16-05-2010 Muy bueno pasar a leerte, hadita...***** susana-del-rosal
16-05-2010 Me gustó, una trama muy dolorosa, un escenario realmente conmovedor el del hospital donde se encuentran tantos seres, con la esperanza latente, paseando por los pasillos , bello relato =D mis cariños dulce-quimera
 
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