Según la Real Academia: Poeta es el que compone obras poéticas; el que compone versos.

¡Qué definición tan fría e inexacta!. Detrás de cada poeta, hay una mujer o un hombre que imaginan o sueñan un mundo utópico.

Un mundo, donde no existan las ambiciones de poder que nos han llevado y nos llevan a las guerras entre hermanos.

Un mundo, donde en nombre de Dios no se mate, se subyugue, se destruyan razas y pueblos. ¿En nombre de quién se ha dominado más, se ha matado más, que en el de Dios?.

Un mundo, donde las fronteras no se modifiquen en nombre de falsos nacionalismos.

Un mundo donde los padres puedan criar a sus hijos con dignidad, con amor, sin tener la necesidad perentoria de correr de un trabajo a otro para ayudarlos a vivir, olvidando que esa vida que desean darles, los abandona en manos de terceros, llámense guarderías, niñeras, etc.

Un mundo donde los niños no duerman más en las calles o revuelvan tachos de basura, para poder comer.

Un mundo donde los políticos gobiernen, justamente haciendo gala de ese arte y no, persiguiendo intereses espurios.

Un mundo donde ”droga”, vuelva a ser sinónimo de medicamento y no ese látigo que arrasa a los hombres y engorda las arcas de los poderosos.

Un mundo, donde a los viejos no se los haga callar y se los escuche, no descartándolos a geriátricos o “instituciones acordes a su edad” porque los hijos a los cuales amamantaron, limpiaron, alimentaron, educaron, deciden que “ahí estarán mejor”.

Un mundo, donde nunca más tengamos que llorar a nuestros hijos muertos o desaparecidos en el mar o en fosas comunes, sólo porque tuvieron la idea de “ser poetas” o “pensar” en contra de los militares de turno.

Un mundo, donde para competir en un empleo no se requiera “buena presencia” y ésta sea sinónimo de belleza, juventud, medidas físicas que llevan a las jóvenes a convertirse en bulímicas y anoréxicas y queden descartados los capaces, idóneos, cultos y responsables.

Un mundo donde el sexo no continúe venciendo al amor y donde el espíritu no se troque en sólo materia.

Un mundo donde los niños no jueguen a matar y destruir detrás de un vídeo-juego mientras los libros descansan empolvados en los estantes de las librerías y las bibliotecas.

Un mundo donde exista el “apretón de manos” de nuestros abuelos, para sellar un compromiso y donde la amistad no vaya decayendo a pasos agigantados.

Un mundo, en fin, donde no exista la izquierda, la derecha, el centro y sólo triunfe el “adelante todos juntos” para la gloria de la humanidad.

Pero ustedes me piden que hable del mundo que imaginamos los poetas y yo sólo imagino un sueño, y al decir de Calderón... ”Los sueños, sueños son”.