-Pero como, ¿me estás pidiendo que me vaya?- te dije con la voz convertida en un sollozo.
No me respondiste. Te paseabas de un lado a otro dentro del departamento. Recorriendo las cosas con los ojos una y otra vez como si no pudieras convencerte de que estaban allí, de que juntos las habíamos puesto allí.
Traté de tomarte de los brazos para pedirle una explicación a tus ojos, tan circundados de oscuridad como estaban últimamente, pero adivinaste mi intención y cruzaste corriendo la habitación. Con la espalda pegada a la pared me mirabas. Con las manos apretadas contra el pecho y la boca obstinadamente cerrada como una niña pequeña. Casi pude verme en tus ojos, parado al lado de la puerta, sorprendido, desdibujado.Solo.
-Tu no entiendes- dijiste finalmente cuando accedí a salir, cuando dejé que me arrastraras fuera de la puerta-Mi doctor dice que no eres real...que de verdad no estás aquí.- susurraste y como pidiendome perdón con los ojos me dejaste fuera de tu vida con un portazo que se quedó largo rato sonando en mi cabeza .
Quise pellizcarme los hombros para saber si estaba soñando. O si de verdad no era real, como decían tus doctores y tus pastillas. Te juro que si hubiera tenido cuerpo hubiese derribado la puerta, todo con tal de que me dejaras entrar.