¿Has visto el cuerpo de un anciano?
¿cuantas canas acusan su duro pasar?
Su piel expuesta al sol,
su cara golpeada por el viento,
aquel sudor de sacrificio,
que muchos a veces no vemos.
A dado su vida por la tuya,
cuido de ti, cada vez que la necesitabas,
aquellas noches de frio...
y de la oscuridad que te asustaba.
Solía cantarte alguna canción,
para que pudieras dormir
cantaba hasta que tus ojos
ya no se volvierán a abrir.
Siempre quiso ser la primera,
cuando tus ojos volvieran a ver
para que vieran la luz del sol
y a ti... la gran mujer.
Ahora te has vuelto un estorbo,
ya no saben que hacer,
ya les molestan tus canciones
y tus llantos también.
Por que a pesar de los años
estos van hacia arriba,
pero la mentalidad que llevas a cuestas
es de una dulce y tierna niña.
¿por qué no ven el sufrimiento en sus ojos?...
Ya no les gusta ni oirte hablar
sólo quieren tenerte en cama
y que de una vez, los dejes en paz.
Sin embargo yo e sabido admirarte,
por que veo en aquellos ojos,
la dulzura que muchos no ven.
La impotencia me inunda,
al ver que ya no te necesitan más,
que te dejan postrada en una cama
y nunca más te van a visitar,
óigo el lamento en tu respirar,
veo el dolor en tu mirar...
aquellos que dependierón de ti,
independientes ya serán,
pero a ellos les tocará vivir
el dolor que te hicierón pasar.
Toma mis manos... dulce niña,
y salgamos a caminar,
yo escucharé cada historia,
que tú me quieras contar.
Si es preciso, cada día volveré,
para borrar aquel dolor,
y ese lamento también...
Hasta que tú dulce abuelita,
muestres tu sonrisa por última vez.
El llanto solté sin mirar atrás,
por que sé que fuiste feliz,
por que reviví a la niña
que guardaba aquella mujer.
Adiós dulce abuelita,
al fin descanzas ésta vez
Adiós mis ojitos de perla,
que jamás olvidaré.