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Inicio / Cuenteros Locales / carolina52 / El Apamate y el Araguaney

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Era ya finales de Febrero y ya habían florecido todos los Araguaneyes. Sus flores amarillas resplandecían toda la cuadra de la Plaza Bolívar de Maracay. Todos los días venían los niños a la plaza a jugar en ella mientras que los jóvenes estudiantes, y algunos viejos descansaban bajo la sombra de algún Araguaney. En esos tiempos había mucha vida en estos árboles. Doña María, la iguana mas coqueta de la plaza vivía en uno de los Araguaneyes con sus hijitos y otras avecillas en lo alto de una rama.
Sin embargo en la plaza también había otros árboles. Sus flores no habían retoñado. Todavía no era su tiempo. Los animales se burlaban constantemente, en especial a uno de ellos.

- i Que árbol tan feo! Decían las mariposas
-Si. Es horroroso. No tiene ninguna flor. En cambio nuestra casa tiene unas bellísimas flores amarillas decían las avecillas.
-No sean tan despreciativos, tiene un precioso color verde dijo doña Maria
-Yo me quedo con mi Araguaney. Me pregunto qué animal en su sano juicio tendrá la osadía de vivir allí decía un colibrí.
Pero resulta que este árbol singular era nada ni nada menos que un Apamate. Pero, eso lo ignoraban los otros animales. En el Apamate vivian unas abejas muy hacendosas, una ardilla parlanchina, y una guacharaca que saludaba todas las mañanas con su gran alharaca. Carolina era una ardilla muy sociable, y un buen día decidió saludar a los otros animales, así que se acercó dando brincos al araguaney.

- Hola, yo soy Carolina. Vivo en aquel Apamate.
- iEn ese árbol! Me das lastima, como puedes vivir allí, no tiene ni una flor, en cambio nuestra casa ilumina la plaza con estas bellas flores amarillas.
- Es cierto, pero nosotros lo queremos mucho. Allí vive mis amigas flor y Camelia. Son unas iguanas muy agradables y bochincheras. Un día de estos vamos hacer una parranda. Nos encantaría que compartieran con nosotros.

- En ese árbol…. dijo con desprecio la más presumida de las mariposas.
- Yo si quiero ir. dijo una de las iguanas.
- Eres una traidora. Si quieres ir, ve, pero no cuentes con nosotros le dijo un gusanito.
Carolina se sintió muy triste, no porque la despreciaban sino porque habían maltratado a su pobre árbol. Aunque Uds. no lo crean, los arboles también tienen sentimientos y no le gustan que los rechacen. Carolina no solo quería a su querido Apamate sino a todos los animalitos que vivían en el.
- De todos modos la parranda no es para ahora. Es para Mayo. Es el día que cumple años nuestro Apamate.
- No nos interesa dijeron los otros animales.
- Bueno de mejores casas me han botado, yo solo quería ser amable con Uds.

Sin embargo, doña María si estaba interesada en ir, así que se hizo un precioso vestido para ir a la fiesta. Su traje era de un bello color verde manzana que hacia juego con sus ojos negros azabache.

Llegó Mayo, y de repente el Apamate se transformo completamente. Se había vestido de galas con unas bellas flores lilas. El árbol llamaba la atención a todos. Venían turistas de todas partes a tomarle fotos, y todo el mundo tenía algo que ver con el Apamate.

- Y ese árbol ¿de donde salió? preguntó una de las mariposas.
- No sé. Ese no era el sitio en donde estaba ese horroroso árbol dijo una de las ardillas
- Hay que ver que Uds. si estaban ciegos, ese Apamate es el mismo árbol que Uds. despreciaron tanto les dijo doña Maria .
- ¿Como es eso posible? Preguntaron unas lagartijas.
- La ignorancia los está matando. Los Apamates siempre florecen en Mayo vistiéndose de bellísimos colores. Mientras que la flores amarillas de los Araguaneyes se caen poco a poco, la de los Apamates duran varios meses les dijo la más vieja iguana.

Carolina vino una tarde a invitarlos a la parranda ya que según ella iban a celebrar el cumpleaños de Robusto, que así llamaba cariñosamente al Apamate.
- Veo que te hiciste un vestido muy bonito le dijo Carolina encantada a la Iguana.
- Nosotros no tenemos derecho a ir. Fuimos muy despreciativos contigo. Espero que algún día nos perdones le dijeron los otros animales.
- Yo no soy rencorosa. A veces todos nos equivocamos. Vengan, tenemos una tremenda fiesta, y mientras más animales hayan mejor será la fiesta, la idea es que compartamos todos dijo Carolina

Fue así que todos los animales de toda la plaza formaron tremenda fiesta, y dicen que esa noche se escuchó tanto ruido y algarabía, porque vinieron también de lejos los turpiales, guacharacas y rabipelados para festejar en grande.

Texto agregado el 26-02-2010, y leído por 5430 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
06-03-2010 el canto del turpial de tus llanos debe ser como nuestro chalchalero salteño, un beso divinaluna
28-02-2010 Es uno de los cuentos mas animados, que te he leido.Los dialogos, son encantadores. ****** emiliosalamanca
27-02-2010 Inocente. Tierno y dulce como un caramelo. Saludos. Azel
 
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