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Empapados, abrazados, con frío, pero calientes, nos habíamos quedado. El sexo parecía ser lo único que aún nos unía. Toda nuestra ropa estaba mojada después de una semana en que había llovido a cántaros. Lo que debería haber sido una semana divertida y espectacular, llena de excursiones aventuradas, acabó siendo una decepción gigantesca.

Todo empezó con la excitante e ingeniosa idea de ir a los rápidos en Jalcomulco, Veracruz. Desgraciadamente, de los 42 días de lluvia anuales, a nosotros, nos tocaron 7 días seguidos y nada más llegar el segundo día de precipitación, empezó la fricción entre ella y yo.

- ´¿Cómo ves, si damos una vuelta por el parque, amor?´, le dije con cariño.
- ´Sí, claro, como si no hubiera llovido todo el santo día´.
- ´Pues, tenemos dos opciones: quedarnos aquí sin hacer nada o salir para gozar de la naturaleza preciosa que nos espera afuera.´
- ´Prefiero no mojarme´

En Veracruz corren varios ríos con una velocidad impresionante. Los así llamados ´rápidos´ son la mayor atracción de la zona y suelen ser aún más entretenidos después de una lluvia torrencial. El único problema que surgió, era que ese ´después´ nunca aparecería. No existía un tal ´después de una lluvia torrencial´. Estábamos en medio de ella, y no parecía que saliéramos pronto de ese tormento. La muestra de poder de la naturaleza, nos inquietaba y al mismo tiempo reflejaba perfectamente el hueco que se había hecho en nuestra relación. Antes, el sol resplandecía sobre nosotros, cada día, sin faltar, pero desde hace un tiempo las disputas eran más frecuentes y predominaban nuestra relación.

Obviamente, las desavenencias siempre se resolvieron pronto, pero yo sentía que nos estábamos alejando el uno del otro. Pensé que podría zanjar los problemas con tan solo salir de vacaciones. Quería llevarla a una cabaña en el bosque de Veracruz, para que estuviéramos nada más nosotros dos, dejando atrás las fricciones que nos impedían vivir juntos felizmente. Ahora parece que me equivocaba, que me equivoqué, que me he equivocado siempre.

- ´¡Tú y tus tonterías! ¿En algún momento has pensado que a lo mejor no me gustan las vacaciones activas, que prefiero relajarme con un libro en la mano y el sol en la cara?
- ¿Cómo lo voy a saber, si tú nunca me cuentas lo que quieres? ¿Crees que poseo clarividencia?
- ´ ¡Ay, vosotros, hombres! Cuando se trata de negocios, sabéis exactamente lo que quiere el cliente, pero en cuanto a las mujeres, ¿Qué tal? ´
- ´ Los clientes nos dicen exactamente lo que quieren, mientras que vosotras soléis sobresalir en vaguedad y doble sentido. ´

Se levantó y se marchó, dejando caer la puerta con toda su fuerza al salir. Me quedé sin palabras, confuso y mudo de asombro. Ya no quedaba nada. Tan sólo el cadáver del tiempo transcurrido se hallaba en esta recámara, y yo llorando.

Texto agregado el 26-02-2010, y leído por 63 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
26-02-2010 Bastante bueno. El realismo que el cuentro transmite es lo que resalto ronaldxl
 
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