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Estaba en la guardia del viernes. Consulté mi reloj, eran las dos de la mañana. El residente de medicina estaba a mi lado mientras ambos intentábamos combatir el sueño, el hospital estaba tranquilo, muy extraño en un fin de semana. Decidí ir por un café para darle a mi cerebro un poco más de animo. El corredor central estaba vació y mis pasos eran el único sonido que perturbaba el silencio. La mayor parte de los pasillos laterales estaban a oscuras y no recuerdo en cual de ellos una figura atrajo mi atención, intenté fijar mi vista en ella pero ya no estaba. Mi imaginación sin duda alguna. Con una taza café y un poco de agua en la cara lograría afrontar las horas restantes. Nuevamente volví a ver esa figura. Desapareció al lado de la escalera cuando me acerqué lentamente. Si había algo en ese lugar, su única opción era subir, así que coloqué mi pie en el primer escalón y empecé a subir. Mientras miraba hacia arriba logré verle. Era una figura humana envuelta en algún tipo de capa oscura. Se percató de mi presencia y se mantuvo inmóvil unos segundos. Avancé otro escalón y se dio a la fuga, sus movimiento eran muy rápidos, su imagen parecía dejar cierto reflejo al moverse, continué subiendo tan rápido como me era posible. Sin darme cuenta, estaba en el quinto piso del edificio, pero no había señal del fugitivo. El corredor izquierdo estaba un poco más oscuro que el derecho como si la luz rechazara el lugar y la oscuridad tuviese cierto interés en concentrarse. Me acerqué con cuidado tratando de ver algo en la negrura. Entonces la figura salió de entre la oscuridad a una velocidad sobrehumana. No sabría decir si pasó a mi lado o a través de mi. Avanzaba en línea recta pero no sentí ningún impacto, solo una corriente de viento fría que parecía pasar a través del tejido de las ropas y entrar en contacto directo con mi piel. Era tan frió como un baño de agua helada, pero estaba totalmente seco. No pude moverme por unos segundos. Luego el miedo me hizo reaccionar. Volteé rápidamente y mis ojos escudriñaron la zona sin encontrar señal de aquella sombra. Soy un hombre de ciencia, así que definitivamente alguien andaba por el hospital y por alguna razón no quería ser visto. Bajé corriendo las escaleras mirando a mis espaldas a cada momento. Tenía que dar aviso al vigilante nocturno, podría ser un asesino o un paciente mental peligroso.

Pero al bajar al primer piso en vigilante no estaba en su puesto. Llegué al cuerpo de guardia y el residente de medicina tampoco estaba. Enfermería también estaba vació. Mientras corría por los pasillos mi miedo aumentaba. El laboratorio de urgencias estaba desierto. Subí las escaleras al segundo piso, la sala A estaba desierta, no había enfermeras, ni pacientes.

Continué por el resto de las salas de ese piso para obtener el mismo resultado. Mi desesperación aumentaba con cada segundo y mis latidos retumbaban en mis oídos. Subí hasta el cuarto piso. Pensé, el hospital no podía estar vació era imposible. El cuarto piso también estaba vació. En el borde del miedo di un grito a todo pulmón llamando por ayuda, quería escuchar a alguien y borrar la idea de que por alguna razón poco racional estaba totalmente solo en el, ahora, inmenso edificio. Pero no hubo respuesta. Perdí la cordura y eché a correr escaleras abajo. Tenía que salir del hospital, tenía que largarme, cuanto antes mejor. Ya había alcanzado al primer piso cuando encontré manchas de sangre. Estaban por el corredor central. Las seguí cuidadosamente. El rastro llegaba hasta el baño de la guardia médica. Entré silenciosamente. El agresor podía estar aun dentro y tal vez podría tomarlo por sorpresa. Pero lo único que encontré a la entrada era un hombre en el suelo, estaba bañado en su propia sangre. Había perdido el ojo derecho y su cara estaba inflamada y llena de heridas. Era difícil reconocerlo, tenía bata de médico, aunque todas sus ropas estaban totalmente ensangrentadas. Me acerqué a él para ver si aun continuaba con vida. Al intentar tocar su pulso, su brazo sujetó fuertemente el mío.

- Está cerca.- me dijo.
- ¿Quien es?- le pregunté.
- Se mueve por los pasillos, es muy rápido.- me dijo con voz asustada. – lo seguí…., lo seguí por los oscuros pasillos. Luego la oscuridad se hacía más intensa. Lo ocultaba, lo protegía y entonces avanzó hacia mi rápido como un fantasma, paso a través de mi y mientras lo hacia, cortó toda mi piel, miles de cortadas, todas al mismo tiempo. El dolor es indescriptible. Logré llegar hasta el corredor central, pero había perdido mucha sangre, perdí el rumbo y el conocimiento y termine aquí.-
- No hables más, estas mal herido.- le dije.
- Mal herido.- dijo el hombre mientras se reía. – mal herido.- repetía a carcajadas.
- Vamos hombre, tranquilo todo va a estar bien. ¿Dime como te llamas?- dije mientras su único ojo se fijaba en mí.
- Mírate en el espejo.- me dijo el hombre.

Un cierto escozor recorría la piel de todo mi cuerpo. Me levanté y me coloqué frente al espejo. Mi cara estaba llena de heridas, había perdido mi ojo derecho, mis ropas cubiertas en sangre. En ese instante mi cuerpo se llenó de dolor y mientras permanecía inmóvil frente al espejo, presa del pánico de mi propia imagen, una sombra oscura se materializaba a mis espaldas.

Me desperté sudando y exaltado. Me había quedado dormido sobre el escritorio de la consulta.

Texto agregado el 26-02-2010, y leído por 121 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
26-02-2010 Menos mal que le diste ese final, un hombre de ciencias como yo no cree en esas cosas. ¿o sí? Buen cuento. Se agradece la ausencia de faltas ortográficas y la fluidez del relato. NeweN
 
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