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Un mundo Literal.

-¿Cómo te llamas?
-Laura
-Cuándo fue la última vez que te vi?
- No lo recuerdo, no recuerdo nada
-¿Eso te pasa seguido?
-Sí, olvido todo. Todo el tiempo
- Qué quieres olvidar
-No lo sé. No tengo idea.

Ella estaba de pie esperando que él entrara a su pequeña oficina que sin duda era peculiar. Habían dos retratos colgados del lado izquierdo y ella no los había visto con anterioridad.

Ya que se tardaba, se dio el lujo de ver el detalle que tenían ambos retratos. Eran extremadamente tristes, y esa tristeza que a menudo había visto antes en otras pinturas y que ya se había hecho familiar.

Finalmente entró y le pidió de manera cordial que se sentara. Esta vez no era déspota. Pareciera que esa era la primera táctica de terapia para poder conocerla.

-¿Y cómo te has sentido?
-Mejor, supongo. Si, mejor
-¿En qué has mejorado?
-Pues, no sé. Creo que ya no estoy tan triste, y… he dormido más
-¿A qué hora te duermes?

Después de hacer unas cuentas por fin resolvió que dormía dentro de 6 a 7 horas. Ella estaba jugando con su vista. Él ya se había dado cuenta de que lo estaba analizando. Sin embargo el control seguía siendo suyo. Ella estaba segura que necesitaba de ese control porque ella lo había perdido hacía mucho tiempo.

-¿Has pensado en la muerte?
-Si, a menudo.
-¿Tienes miedo a la muerte?
-No, en absoluto. Lo que en realidad me da miedo es enloquecer
-¿Por qué?

Ella lo miró con extrañeza, era como una pregunta irónica, o tal vez una burla.

-Es que piensas demasiado
-¿Y eso es malo?
- Si, por qué pensar tanto hace que te entristezcas.
-Entonces hay que ser bruto para ser feliz. Dijo ella con una sonrisa incomoda.
-Digamos que alguien piensa en algo. Y otro lo hace. ¿Quién vivió mejor?
-El que lo hace.

-¿Te gusta estar triste?
-No, ¿a quién le gusta?
-Pero estás triste.
-Y porque quiero, si entiendo eso. Pero he vivido tanto tiempo así y no sé como dejar de estarlo.

Esta vez el reía mucho. Tanto que comenzaba a incomodarla, jamás había visto algo similar. Su voz dejó de ser tan grave y claro que también era más relajada, más amigable.

-Es que no entiendo. A veces siento que se ríe de mí.
-Si... me río de ti. Dijo en pausa mientras tocía y trataba de poner algo desde la computadora.
-ok…ok.

-Tengo miedo, de que la nueva persona que seré… no me guste.
-No se trata de eso. Seguirás siendo la misma. Lo único que te quitaremos es tu tristeza.

“¿Por qué lloras? Se siente como si todo lo que supiera y he aprendido por años estuviera mal. Y estoy poco a poco perdiendo el control. Creo que en breve estaré loca, que no importa tanto como me esfuerce en vez de avanzar me pierdo más.

Encuéntrame, mírame, escúchame, ámame.

No sé ni mi nombre, ni a donde voy. Solo sé que no pertenezco aquí. Siento como si fuera de otro país, es más, de otro planeta.”

-No te preocupes, encontraremos un lugar para ti.
-Eso es sumamente reconfortante.

El jugaba con su computadora mientras ella lo miraba esperando algo que la sorprendiera. Y lo que en realidad le estaba inquietando es que no dijera nada trascendental o decisivo. Él estaba tratando de que ella tomara la batuta de la plática, pero no lo haría.

-¿Has visto “Matrix”?
-Sí, ¿Por qué?
-¿Cuál pastilla quieres... la azul o la roja?
-No sé. Lo que realmente quiero… es un balance
-Pides mucho. Dijo él como si suspirara, algo que casi le hace perder a ella la esperanza
-Pero es posible
-¿Qué cosa?
-El balance.
-Es el motivo

“Has vivido en un mundo bidimensional por muchos años. Un mundo que es paralelo a la realidad. Pero tienes que vivir. El mundo real tiene cuatro dimensiones. El tuyo solo tiene largo y alto, ni si quiera tiene profundidad. Tienes que ver la flor, decir, esta flor tiene el color blanco y juntar la información. Todo lo que tienes en la mente está totalmente desordenado. Perdido entre sí. Tienes que vivir”

-El padre de tu hijo era depresivo y…
- Perdón, es que mi mente se concentró en el sonido de la música
-Sí.
-Ese es el poema, el que dijo hace un rato.
-Sí.

Hubo un silencio inmenso y ella sin embargo sentía que su mente hablaba otro lenguaje que no conocía.

-Ahí dice. “Sin negarse a lo que se es”. ¿Cómo sabe uno quién es?
-Pregúntatelo a ti.

Texto agregado el 14-02-2010, y leído por 145 visitantes. (1 voto)


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