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El caballero, enamorado de la princesa, se sentó frente al escritor de cuentos.
“Tú me llamaste” “Dime que quieres”
“Quiero saber lo que sientes, de verdad, para escribir otro cuento”
“Ya has escrito varios” “Sabes que amo a una princesa, pequeña, de cuerpo frágil y cabellos de oro” “Sabes que sonríe por encima de sus anteojos, y que su sonrisa hace que sea feliz quien la vea”
“Si” “Pero quiero saber si estás enamorado, o de veras la amas”
El noble caballero, levantando los ojos hacia un cielo que el techo del escritorio ocultaba, miró sus sueños y dijo:
“Enamorado” “Estoy enamorado” “Siento mi corazón enloquecer, siento mi cuerpo estremecido, siento perder la razón… Siento mi alma llena de alegría, de luz y de brillo”
“Y si la miro bien, la veo hermosa, y princesa”
El escritor creía saberlo, pero preguntó: “¿por qué la llamas princesa, siendo una simple bella mujer?”
“Porque la princesa aun no es reina, pero lo será…porque su belleza aun está oculta para los ojos del reino, pero será vista… porque es esperanza de un futuro…y porque en los cuentos las princesas son como ella, chiquitas, bonitas, doradas y brillantes, llenas de alegría y de dulzura”
El escritor borró entonces al caballero de su lista de entrevistas. Le bastaba para, conociéndose a si mismo, conocer que ese caballero era su adolescente simple y alegre, viviendo en su alma adulta. Y que la princesa lo había liberado.
Llamó entonces al pescador.
“¿Estás enamorado de la princesa?” preguntó sin más.
El pescador, sorprendido, contestó: “La amo”
“¿Y no es lo mismo que estar enamorado?”
“Si estoy enamorado, lo estoy de ella” “Si la amo, la amo a ella” “Yo estoy enamorado, pero la amo a ella”
“¿Y que quieres decir?”
“Estar enamorado es una emoción, que se extingue alguna vez” “Amar es un sentimiento que puede no tener fin”
“¿Y tú que sientes por ella?”
“Me enamoré de su sonrisa brillante, amo el brillo de su ser”
“Vamos, que el poeta soy yo” sonrió el escritor. “Demasiado para una realidad”
“Es que quise decirlo en una frase, y me salió esta” “Enamorado yo siento por mi, me observo a mi mismo sintiendo amor” “Amando, soy actor: la quiero cuidar, hacer feliz. La respeto, quiero estar cerca de ella, quiero conocerla mas y mas””El enamorado se preocupa de su amor” “El que ama, de su amado”
“Ahora entiendo mejor el último cuento, en que sabes que ella no te quiere, pero sigues deseando su felicidad” “Solo te preocupa ella”
“No lo creas” dijo el pescador devenido en filósofo.”Su felicidad me hace feliz, y ser feliz es hermoso” “Amando de verdad, siempre eres feliz”
El escritor, borró al pescador de su lista. Supo separar amor de enamorarse.
Cuando el jardinero se sentó, el escritor fue directo al grano: “Tú quieres a la flor roja… ¿por qué la arrancaste?
El jardinero, con los ojos cerrados, para no llorar, dijo:”La arranqué porque la amo, pero mi vida va mas allá de este amor” “La arranqué porque amo a mi jardín entero, que es mi vida”
“¿Y no podías vivir con ella?” preguntó el escritor.
“Es que ocupaba todo el jardín” “Es que enamorado de una flor, amando una flor roja, todo parecía no tener sentido.” “Y yo tengo un jardín que cuidar”
“Ese jardín que cuidas, ¿es acaso tu mujer?”
“Es ella y soy yo, que la quiero cuidar hasta la muerte, como le prometí un día”
“Pero… ¿como puedes amar a la flor roja, arrancarla, para cumplir una promesa? Dijo como enojado el escritor. “Vive tu vida”
“¡Es lo que quiero!” dijo abriendo los ojos, casi gritando…
“Porque mi jardín vale mas que una flor roja, porque mi jardín es mi vida” “Pero he aprendido, escritor querido, a verla en mi jardín, alegre y colorida, y he aprendido a disfrutarla como parte de él”
“¿Cómo?” se sorprendió el escritor.
“Ella, suave y dulce, me fue conduciendo a conocerla” “Me hizo saber, con amor, que no estaba enamorada de mí”
“¡Pero entonces te ama!” se alegró el escritor.
“Ya sabes que hay muchas clases de amor” “Ella no está enamorada, me ama y respeta como persona”
“¿Y te alcanza con eso?”
“Vaya que sí” “Al fin y al cabo quiero tener una flor roja, la mas linda de todas, en mi jardín, cuidarla como si fuera mía, y saber que como flor, a su manera, me quiere”
“Me conformo con poco” pensó el escritor, dejando de escribir “Me enamoro de una princesa, amo a una mujer brillante y me conformo con tener una flor en mi jardín”
“No te preocupes”, dijo una voz a su lado, “has aprendido a amar de verdad y eso no es poco”.
“Ahh, amigo filósofo” dijo el escritor pensativo “estás ahí, escondido en el fondo de mi pensamiento…”
“Siempre” “Y me alegro de estarlo” “Puedo decirte algo, como por ejemplo que el amor no es poseer” “Cuando tú amas a alguien lo amas como es, y no pretendes cambiarlo, y si te ama ese alguien tampoco pretenderá poseerte” “Te dejará libre y te deseará feliz, como lo deseó el pescador a su amada”
“Pero eso es un cuento” dijo el escritor. “Es romántico, pero ni yo lo creo”
“Sin embargo…” agregó el pescador “cuando tu la amabas en secreto fuiste feliz, mirando a escondidas su sonrisa alegre” “Y fue hermoso sentirte apreciado por ella, y regalarle cosas y palabras, escribirle cuentos y poesías pensando solo en ella, en hacerla feliz”
“Es cierto” dijo el escritor pensativo “Que hermosos momentos cuando la tenía cerca y le rozaba la mano tontamente… o cuando le decía esos te quiero clandestinos, salidos del fondo de mi corazón, sorprendido de haberlos dicho…”
“Y dime que pasó luego” dijo el filósofo con cara de todo lo sé.
“La empecé a desear, quería tenerla, tocarla, poseerla” “Me preocupaba de quien la llamaba” “Quería saber donde estaba siempre” “Celaba hasta del perrito”, agregó casi riendo de dolor.
“Y dime que piensas” dijo ahora el sabelotodo
“Que todo fue dolor, sufrimiento para los dos, y casi la pierdo para siempre”
“¿Entiendes?” dijo el filósofo. “Fuiste feliz cuando pensabas en ella, deseando su alegría, disfrutando de ella” “Y sufriste al querer poseerla”
“Si” dijo el escritor, “pero hubiera sido mas feliz si la hubiera poseído”
“Para ello, ella debiera amarte y entregarse a ti. Y eso no sucedió” “No quiere entregarse a ti” “Y si la amas de verdad lo aceptas, la dejas libre, y disfrutas de su vuelo.”
“Lo haré” dijo el amante escritor enamorado. “Estaré lejos de ella, pero a su lado” “No se lo diré con mis labios, pero le diré “te amo” con mi silencio” “Solo quiero acompañarla en la vida, por siempre, besando sus labios con mis ojos”

Texto agregado el 29-01-2010, y leído por 131 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
29-01-2010 trae dolor conocer esa diferencia que aquí descubre el escritor, pero ese conocimiento le permite acceder a un sentimiento de más altura quizás, al que arriba tu metáfora, con el escritor y sus dobles, dandole trasfondo a la tragedia del romanticismo. Saludos, quilapan
 
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