Y ella reconstruyo con la razón lo que su corazón deseo. No se resigno a ser ese ser poco amado y por eso dio el salto aquel en que su literatura protesto el abandono, falso testimonio que ideo el autor apocrifo. De esa fantasía surgió el impulso por la escritura, del intento de otra realidad del dulce esfuerzo de reinventarse. En tal empeño mostró una riqueza espiritual que se entendió aprendió del desamor. Amores que imagino, pulso de su anhelo y su temor. Desembocando siempre en el mismo final.
La denuncia se asentó del engaño que se traslució entre líneas. Porque no confesaste sino embaucaste. Porque no eres real sino una trampa. Porque tú misma eres tu ilusión…
Ahora que estas descubierta, recógete a ti misma, figúrate un lento deshacerte, en que tu luz se apague, enmudezcas y te envuelvas en silencio. Se te desvanezcan los recuerdos, se te vaya disipando todo en nada, y ni aun la conciencia de la nada te quede siquiera como fantástico agarradero de una sombra de lo que fuiste Libertad.