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Inicio / Cuenteros Locales / aliceravelo / La enfermedad de un campesino

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Cuando los análisis del laboratorio dijeron con su lenguaje contundente que Mario tenía lupus, el campesino bien asombrado, sin tener idea de lo que era esa enfermedad, lo tomó en serio.
–Lupus, ¿qué es eso? –dijo Mario, tartamudeando.
–Es una enfermedad crónica e inflamatoria que puede afectar varias partes del cuerpo; y causa problemas muy serios, y hasta amenazar la vida –dice el doctor.
–Maldita sea mi suerte, mi vida, mi trabajo, el médico que me atiende y todo el mundo –dijo bien molesto–. Yo que soy un hombre que no puedo estar quieto ni un minuto, y ahora me dicen que esto es una enfermedad crónica, que tengo que estar en el hospital acostado. A mí no me va a matar el lupus, sino el disgusto de estar como un muñeco de vitrina, quietecito en una cama.
A la semana siguiente, ingresó en el hospital. Al cabo de dos días de cama, ya estaba insoportable. Compartía el cuarto con dos enfermos más. En la primera cama estaba Luis, un hombre ciego físicamente, pero también interiormente, porque la sombra de sus problemas habían oscurecido su alma, y estaba deprimido. En la tercera cama, estaba Ramón, a éste, algo grave le debió haber pasado, porque no hablaba ni hacía nada.
Tratando Mario, de hacer amistad, le preguntó a Luis:
–¿Sabes que le pasa a Ramón?
–No sé. En el tiempo que llevo aquí no lo he escuchado hablar –respondió Luis, sin mucho ánimo.
–¿Cómo se puede pasar el tiempo mudo? –comenta Mario–. Yo sólo llevo dos días y ya me estoy volviendo loco. Menos mal, que mi cama está frente a la ventana y por lo menos me puedo distraer mirando la vida de la calle desde el cuarto.
Así transcurrían las horas, cada vez que Mario veía algo interesante le contaba a Luis para darle animo, ya que sus ojos sólo veían de los colores, el negro.
Era ya mediodía, y al mirar a la calle vio a una joven vendiendo lotería.
–Si yo estuviera fuera de aquí, hubiera comprado un pedacito y quizás me hubiera pegado; pero aquí encerrado, ni las moscas se me pegan –refunfuñaba Mario.
Así concluían los días y las tardes, y mirando el cielo enlutar la ventana, Mario se quedaba dormido.
A la mañana siguiente, el deslumbrante astro, lo acarició a través de la ventana.
–Un día más, la misma rutina… dijo con tristeza, el campesino–. No queda más que observar a través de la bendita ventana y ver que hace la gente, porque si no el aburrimiento me va a liquidar primero que el lupus.
Llevaba rato mirando, cuando de momento, vio pasar a un hombre que caminaba de espaldas.
–Dice Mario– ahí va pasando un hombre borrachiiiito como un perro y, lo interesante de todo, es que va caminando de espaldas–. ¿Por qué caminará así?
–Porque los hombres grandes llegan donde quieren ir, aunque caminen de espaldas y con los ojos cerrados, –respondió Luis–.
–Así me gusta oírte hablar –dijo Mario, con alegría.
Durante aquellos días y aquellas largas noches en aquel hospital; Mario con sus conversaciones jocosas, había logrado sacar a Luis de la depresión en que estaba sumergido. Más sin embargo, con Ramón no logró nada, ni sacarle aunque fuera una media sonrisa. Sintió tristeza y lástima por él, parecía que estaba luchando contra un gran combate interior.
Había cumplido Mario, el tiempo en el hospital. Esa mañana, la enfermera abrió la puerta… y al campesino se le formó un nudo en la garganta. A pesar de que quería respirar el aire de afuera, no quería irse dejando allí a sus compañeros de cuarto; especialmente a Luis, con quien había logrado una buena amistad.
Mario se levantó de la cama, se detuvo frente a la ventana…pensando como se iba a despedir. Fue donde Ramón, le puso la mano sobre su frente, lo bendijo y sonrió. Luego se acercó a Luis y le dijo:
–Amigo, creo que el tiempo no fue malo de un todo.¡Las cosas son como Dios quiere, no hay mal que por bien no venga!...
–Así es, ¡Bendito lupus! –exclamó Luis.

Texto agregado el 16-01-2010, y leído por 204 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
22-05-2010 El campesino creyendo que moriría al enterarse de su enfermedad, pero su alma estaba sana, cuenta se dió al contemplar esos seres que lo rodeaban, enfermos en cuerpo y alma gordinflon
04-03-2010 una paradoja pero asi... muy bien tu relato me sujetaste en tutexto ***** guero
16-01-2010 Hermosa historia, o mejor dicho hermosas tres historias, todas en el mismo cuarto de hospital. glucosa
16-01-2010 Jajajajajja, me gustò mucho tu historia. Buen poder de sìntesis. Y me gusta como pintas a los personajes. Gracias por compartirla. Faluu
 
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