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Los vecinos.

Creo haber escuchado el crujido otra vez. Ahora se oyó cerca de los cajones, donde están las fotos. Estoy seguro que son dos y seguramente macho y hembra.¡ Si debería alegrarme de tener el parcito!. Tal vez lo he imaginado y solo es el crujido de la madera que al cambiar la temperatura hace esos ruidos extraños, como de cosas que se acomodan y se vuelven a desacomodar . Creo que ya desvarío por la falta de sueño. Tal vez todo está solo ocurriendo en mi mente. Debo dormir, también debo comer algo, pero el asco de pensar que ya hayan llegado al refrigerador. El olor a podrido que sale de él me impide pensar siquiera en abrirlo. Tal vez ya todo esté echado a perder y ya se encuentra agusanado. Ayer me acerque y lo sentí por fuera muy caliente y pensé que tal vez el espacio trasero donde está el motor es un refugio ideal para tener sus crías y éstas se han de alimentar de los empaques, porque su hambre es infinita y devoran todo. Quizá por eso es que está descompuesto y todo se ha echado a perder.
Aún queda la alacena que se encuentra empotrada en la pared y no creo que puedan subir hasta allá. Las pastas parecen agradarles en forma especial pues he encontrado restos de sopa desmenuzada detrás de los muebles. He leído que se suben a los barcos por los cabos con los que los amarran a los muelles y son capaces de escalar paredes lisas cuando se sienten amenazadas o cuando tienen demasiada hambre, ¿qué les costará subir por las paredes de la cocina?. Ese olor . Es su orina y excremento, lo puedo percibir. Tal vez lo hacen para marcar su territorio y establecer que mi cuarto ya no me pertenece y que ahora ya disponen de mas espacio y que pueden hacer con el lo que les venga en gana sin la menor discreción, orinarse donde sea, sobre mi ropa, sobre mis libros, donde les dé gusto, como si con ello quisieran demostrar su superioridad y su capacidad de supervivencia. No lo dudo. Son inteligentes pues saben hacer bien sus cosas. Los panes con veneno han desaparecido, lo que prueba que ya lo comieron y parece no haber sucedido nada. Tal vez ya lo disfrutan como una golosina y sus organismos lo reciben ya como un complemento dietético.
Mañana debo salir. Iré a la veterinaria y estoy seguro de encontrar algo que sea realmente fuerte, para especies mayores, que les pueda afectar realmente. No les debo permitir tanta arrogancia. No puedo ni pensar en el momento en que lleguen a salir abiertamente y reclamar no solo sus alimentos sino todo el espacio, que se introduzcan en la base de la cama a parir sus asquerosas crías, rosadas y chillonas, proclamando su llegada, exigiendo no solo alimento sino la cuota que debo pagar por ser su compañía.
Suponiendo que resultara ¿Donde quedarían los cuerpos? , Si ellas saben entrar en los lugares mas extraños. No puedo ni pensar en el hedor de sus cuerpecillos descompuestos . Sería lo último que podría soportar. Convivir con su carroña y sus gusanos. Encontrar sus esqueletos todavía cubiertos con ese pelo gris sucio que deja rastros por donde pasan y que carga una inimaginable cantidad de enfermedades, pero ¿Cuál enfermedad me podrían contagiar? ¿El escorbuto? ... Quizá. Tiene mucho tiempo que le he tomado cierto asco a las frutas frescas y a las verduras pensando en todas las porquerías que les esparcen para que tengan mayor tamaño y un color uniforme. ¿Quién les contó que no deben tener matices y degradaciones de color? . Ahora solo hay limones verdes y amarillos y ¡Sin semillas!, solo falta que les eliminen las semillas a las sandías y a los melones ¡O a las tunas!.

Ruidos de nuevo. Las tres de la mañana. Todavía la jornada es larga. La radio no funciona y aunque lo hiciera no existe música decente que poder escuchar. Sólo que te gusten los “gruperos” y las bandas de nahuales agringados. Prefiero las noticias que siempre son deprimentes aunque parece que no les agradan a mis inquilinas porque los crujidos han aumentado. Tal vez por la fuerza de la costumbre casi quiero aceptar que me ofrecen una suerte de arrullo.
Cuando menos, creo que ya nos conocemos y hasta ahora creo que no se han atrevido a subir a la cama, Quizá esto pudiera tener una suerte de arreglo y pudiera haber algo parecido a la convivencia.
El calor arrecia en la madrugada y barrunta la llegada de la lluvia. El cielo empieza a tronar y caen grandes goterones en el tejado que ensordecen los sonidos de mi cuarto y terminan con su incipiente frescor a traerme el sueño tan deseado.
Mañana pensaré mejor que es lo que voy a hacer, al cabo que no tenemos porque ponernos tan radicales...

Texto agregado el 16-06-2004, y leído por 221 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
19-06-2004 que diran del hombre, podran escribir poesia algun dia? no se.... pinches ratas...aficionadas al cine... un abrazo ruben sendero
19-06-2004 pueblen la tierra , cuando no estemos sendero
19-06-2004 no es nada extraordinario. Las ratas han marcado cicatrices en la hisotria del hombre. son superinteligentes y alguna vez en china mao dijo que habia que acabarlas, probablemente no lo lograron, pero cada chino debería de levar una rata. Serán las q sendero
17-06-2004 ¡Qué vecinos tan peculiar! ¡Como para dormir una siesta tranquilo! Muy buena narración. Felicitaciones. shou
17-06-2004 Tu escritura y su ritmo narrativo es impecable, lo que se agradece mucho. ¡Caramba con los vecinos! dan ganas de subirse a una silla. La verdad es que estamos perdiendo el sentido a lo natural, a la autenticidad de las cosas. Buen texto. maravillas
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