Amelie
El derecho a un destino fabuloso

“Uno hace lo mejor que puede con lo que tiene” Afirmar lo anterior es tan peligroso como decir “no desearas la mujer de tu prójimo”; las dos frases contienen una de las salidas más utilizadas por el ser humano de todos los tiempos y que abogan por su absolución ante los ojos de… de quien sea; el amor. Con esto no pretendo decir que no exista, el amor es lo que cada uno quiere que sea.

Para Amelie afortunadamente el amor no tiene forma, no así lo que resulta de él. Desde que su madre murió en la puerta de La Catedral de Notre-Dame, espera el día en que pueda salir de la casa que su padre convirtió en refrigerador y poder construirse un camino con las herramientas que descubrió en su autodidacta paso por la vida. Quizá tirando piedras al río es cuando descubre que cierta gente no es estúpida por gusto y decide abogar por causas que no suponen un sentido para nadie más que aquellas almas solitarias, como la suya, en busca de dicha. Esto claro, no la incluye.


El Fabuloso Destino de Amelie Poulain es por si sola un revuelo total. Tan peculiar es el universo que ha creado que pareciera tener vida propia. Tanto la historia como la producción no podrían existir por si solas, son necesariamente complementarias. La chica solitaria que trabaja por salvar la salud espiritual de sus locuaces conocidos dejando de lado la propia, viviendo dentro de la burbuja que la mantiene a salvo de la lluvia de dagas y flores que es el mundo, encuentra un bello aterrizaje en una producción satisfactoria.

Después de Alien; La resurrección, uno no espera encontrarse con filmes tan estéticos como Amelie. Es de las cosas que hay que aplaudirle a Jean Pierre Jeunet, poder hacer de una historia el sueño negado de muchos. Desde los escenarios que provocan nostalgia por lo no conocido, un guión que obliga a pensar la risa, hasta efectos de sonido como el de los pájaros que aluden a la perturbación del tendero y la música popular francesa, permiten que la película sea entrañable. Y es que conocedor de las debilidades y cursilerías humanas, Jeunet disfruta jugando malabares con las emociones, regalando imágenes de un considerado duende trotamundos, un corazón a punto de salirse del pecho o escenas diametralmente opuestas acordes a la afamada realidad (como la franqueza de leer en el baño). También manifiesta esas debilidades en los personajes; la hipocondríaca compañera, la soñadora vecina, el odioso tendero y sobre todo el vecino con huesos de cristal que vive a través de Amelie y un cuadro de Renoir.

Gran parte del mérito de la película se lo lleva Audrey Tautou, que hasta ahora no ha podido superar su trabajo en esta cinta. Su natural expresión de sorpresa hizo que muchos de los “bloopers” quedaran como parte oficial de la película. Si bien, no le sale bien aquello del llanto, es difícil imaginar el papel en manos de alguien más. ¿Qué podrían tener en común, además de un rostro delicado, Emily Watson y Audrey Tautou? sin duda estaríamos hablando de otra película, no esta que logra conmover al publico dejándole el alma como globo de helio que aspira a volar tan alto y termina por fundirse en la atmósfera.

No es poca cosa enfrentarse a una soledad de la que no teníamos conciencia; nos vemos capaces de convivir con nosotros mismos, creyéndonos lo que somos, de repente y sin saber cómo, descubrimos que eso que creemos ser no existe, que es el pardo disfraz que hemos creado, peor aun, para ocultarnos de nuestros propios ojos. De esto mismo se entera Amelie cuando ve feliz a la gente que ayudó y siente coraje por ser una cobarde; está enamorada del dueño de un peculiar álbum fotográfico al que nunca ha hablado personalmente y con el que sueña despierta, siempre se detiene justo un paso antes de hablarle. Puede cambiarle la existencia al miedoso de su padre, pero es incapaz de darse una oportunidad.

El trabajo esta tan bien hecho que muchos de nosotros, como siempre humanos, queremos correr en el momento preciso que lo hace Amelie cuando escucha la grabación de su vecino decir “…tus huesos no son de cristal, tu si puedes con los golpes de la vida… así que ¡por Dios, ve por él!

Le fabuleux destin d'Amélie Poulain
Francia-Alemania, 2001
Dirección: Jean-Pierre Jeunet
Intérpretes: Audrey Tautou, Mathieu Kassovitz, Yolande Moreau.
120 m.