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Al paso que voy, seguro que llegaré a tu nombre, a tu cuerpo y a tus frutos…

Al aso que voy, segura e inevitablemente, llegaré a tus caminos a tus andansas y a tus recuerdos, a tus voces a tus ruidos a tus lloridos y gemidos que lastimosamente me atrapan, me rompen y me devoran.

Al paso que voy, con mis dolores, mis temores, mis valentías, y mis tempestades, mis vuelcos del destino, mis malas rachas y mis triunfos, seguramente llegaré a lo que debo, pero triste, feliz, siniestra y seguramente deba llegar como debe ser, como el destino lo pida, con comas y puntos, acotaciones y tropezones, pero como él lo indique.

Al paso, mal paso, buen paso, pero paso… llegaré… a tus colinas con verdes pastos, a tus bosques con grandes pinos, a tus selvas con panteras tornasol de tanta obscuridad, a tus nubes con lluvia fresca, a tus vientos que me revuelcan en el cielo, a tus aromas que tienen armas contra mi olfato, a tus derrumbes y a tus grandezas.

Al paso, ya sin paso… llegaré tal vez en polvos de mi vejez, en ruinas de mi voluntad, en algarabías de mis desdenes, en mujeres de tus despojos, en aventuras de mis olvidos, en las parrandas de corazones, en lo que sea, pero claro está que llegaré, a ti. Que te menciono sin siquiera pensarlo, que te nombro, pienso y recuerdo tanto, que te olvido en mis mejores fiestas y te anhelo en mis peores siniestros. Que te amo con locura y pasión de libros, historias y hasta películas de acción.

Que hoy después de tantos pasos juntos en la cama, en tantos bailes de la recamara, en tantas mañanas con desayuno al pie de un beso, en tatas tontas tempestades, hoy vuelvo a dar yo el paso, que ha de prepararnos con aderezo para ensalada y carnes frías, para meternos al horno de nueva cuenta, sin anotar las cuentas que nos alejan, para perdernos de poco a poco en lo que sea, que se sienta fresco y tibio como un té de menta, que se sienta en cada paso del sudor bajo la piel, que se sienta en cada rose de tus cabellos por mis hombros, de cada labio hambriento de ser comido, con aderezo y té.

Al paso que voy, me estoy convirtiendo en historia, en pasados, en sueños de futuros, en carne molida, en sueños frustrados, en triunfos logrados en catador de mis vinos sin uvas, y lo peor, en seguidor de tus pasos, en rufián de tus golpes, en armadillo de cuevas pintadas en tus cuadros, en todo menos en mi, menos en mis galopes que deberían flotar con mis corceles al cielo, de volador de mis cometas con colas largas e hilos gruesos, me convierto en algo deforme cada noche, algo insensible, con baba en la almohada, con gotas de tristeza y temblor en la voz, algo jorobado, lánguido y con mal aliento, en lo peor de mis pesadillas, en algo sin ganas de dar un solo paso más…

Pero al alba, desciende de la cama el mounstro, para regresar a la suela de los zapatos o debajo de los cachivaches debajo de mi lecho, para convertirse de nueva cuenta en mí, en mis mañanas y sueños de vivir, en los negocios, en las caricias, en lo que pueda lograr un paso más.

Y andando en estas, aquellas o las otras, se van mis pasos, cada uno detrás del otro, carnívoro deseo de existir, de tener valor, de pertenecer a un pie, a una gloria, a un tropiezo, a uno de tus bosques, de tus manglares, de tus colinas, de tus bosques, de tus selvas, de tus nubes y lluvias, o de tus ojos, vientos y caderas, para tomarte sudor entre mis manos y beber de nuevo un poco, de vino sin uvas, de amores rotos, de sueños y de monstruos con caras largas, petrificados hasta la noche, donde solo existen para recordarme lo que no quiero…

Texto agregado el 07-12-2009, y leído por 142 visitantes. (0 votos)


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