Estar allí fue un reto, era su experiencia con la mía, creí ver en sus ojos verdad, aún así tome sus manos, dije al viento mi canción. Luego supe que mentía, el temor lo hizo esquivo, huyo al eco de mi voz, a mi presencia. No lo juzgo, en su masculinidad hay vacios que se llenan con una dulce mirada. Anheló que en años fuésemos iguales… casi dos generaciones nos separan, le comenté: Cerré mi corazón al amor, porque en mi experiencia se que no existe, sólo hay la atracción de dos cuerpos. la química que llama al sexo, dura mientras las feromonas están activas, luego llega la costumbre de ser el uno para el otro, de mirarse a los ojos sin quererse. Sí, hay un tiempo en que se adivina tu cuerpo en el otro, en la necesidad de amar, ver la misma gota de rocío y temblar en la tibies de sus brazos, ser la carne que palpita, los ojos que miran la noche para poner nombres a cada lucero fugaz.
Seguí de largo, pensando en los hombres, unos sinceros, otros aventureros, los que en realidad son tus amigos y los que de repente no han visto que eres una mujer, se enamoran, no de ti, sino, de tu desenfado, manera de mirar, reír, que se yo… otros buscan una compañera para todo: Sin pensar que sientes y tienes un músculo caprichoso llamado corazón. ¡Perdón! Fui de tiendas: De Chopin a comprar un hombre. Al entrar me deslice en aquel maravilloso paraíso que me vendería a mi hombre a la carta, en efecto, llené un formulario con las características deseadas:
Color de los ojos: me mata el color verde, pero si no, me da igual.
Estatura: De 1.64 en adelante, si mide 1.80 mejor.
Color de la piel: Entre blanco y moreno claro y si es mas moreno no importa
Boca: Que haga juego con su cara e invite al beso.
Edad: de 47 en adelante hasta sesenta y dele.
Pelo: Los canosos son interesantísimos.
Prosigo: cariñoso, buena presencia, use colonia, educado, sea fiel o al menos tenga la facilidad para engañar sin que nos demos cuenta, nos mime, haga sentir que le importamos. Sin compromiso sentimental, caballero, le guste leer, oír música bailar, a veces se escape y nos deje nuestro espacio, de vez en cuando dormir en camas separadas y no pregunte tanto: -¿Me quieres?

Llenado esto lo entregué, solo esperé unos minutos, pase a una galería, me fueron mostrando diferentes ejemplares de nuestro amado sexo contrario: Por fin entre tal variedad escojo uno al azar. Me indican que debo esperar. Casi no puedo creerlo: ¡Un Hombre a mi gusto!
- Hola, soy Adan, te invito a un café, un té, un trago. Se adelanta, retira una silla, pregunta: -¿Café, té o un trago? Me siento, estoy haciendo un paneo de ese hermoso ejemplar. – ah, sí un agua mineral, eh, no un trago de Vodka, no quiero nada, conversemos de… Estoy asustada, es mi primera vez, bueno voy a ser directa. Cierro los ojos, lo suelto al vuelo: no deseo tener sexo, solo la compañía. Lo miro, su cara esta serena, toma mi mano -Yo tampoco. Me explica: Tenemos el mismo deseo, la misma necesidad de quererse sin querer, dejar pasar el tiempo sin que deje huella, correr infinitas veces con la misma persona sin que exija tanto, no sentirte compartido, aún sabiendo que en tus silencios estoy. No creo llenar tus expectativas, espera el que llegue a tu corazón. Me da un beso y se va. Me quedo mirando como parte y se fuga de mi vida. Tiro el papel a un cestillo, salgo convencida de no ser esa la forma de conseguir un acompañante. Ese sentimiento tan sublime que une al hombre y la mujer es un enlace mágico, inexplicable conexión divina. Basta una mirada par perderse en el laberinto de los amantes que andan por la vida.
Aleafar