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Edsing Jacob agarraba su cabeza, mientras leía unas hojas sobre el escritorio, regado de papeles, lápices, clips y usados corchetes, el cenicero con las fumadas colillas y otro cigarro a medio fumar entre sus dedos.

De su frente emanaban unas gotas de transpiración, mientras sigue leyendo absorto, rayando las páginas con tinta roja, destacando así, algunos párrafos ahí escritos. Ha desconectado el teléfono para seguir concentrado, pasando sus manos por su rostro, casi por reflejo, enciende otro cigarro moviendo la cabeza, apretando el lápiz y reclinándose en la silla de pequeñas y ruidosas ruedas.
_ ¡Albein! ¡Albein!
Ese soy yo, su potente voz, demuestra su estado de animo y no es el de siempre, me dirijo a
la oficina contigua a la mía, mientras le hablo para que me escuche, tuve que colgar mi teléfono y dejar colgado al ejecutivo del banco, que llama cada seis a ocho minutos, para presionar al señor Jacob, para firmar ciertos documentos.
_ ¿que pasa Albein? Hace rato le llamo y no viene, ¿Qué crees?

Miro su cara de angustia, no contesto nada, intuyo que algo sucede y todos ahí, en silencio sepulcral me observan, soy uno de los mas antiguos en la empresa y poco a poco al correr los años me he convertido en su asistente en ciertas decisiones, que atañen al funcionamiento logístico y personal, pero es inminente la quiebra de esta. Mientras entro en su oficina le comento,
_hablaba con su ejecutivo señor Jacob_
_ha miserables, cuanto tiempo he sido cliente de ese maldito banco, me han negado el crédito y aplicaran la hipoteca, de no firmar estos documentos que opción tengo_
en ese momento, lanza los papeles al escritorio, arrojando con ellos, todo tipo de garabatos
e improperios tan típicos de el, cuando se descontrola, maldiciendo al banco y a cuanto ser humano trabaje ahí.

Quedan los papeles en el suelo, junto con algunos lápices, los cojo y de reojo veo, como están marcados algunos párrafos, tan pronto los ordeno, me los arrebata de las manos y me pide que salga de la oficina y que cierre la puerta, me hace un gesto llevando su mano a la frente, y enciende otro cigarro.
_ recuerde que tenemos todavía tiempo, para rematar algunas maquinas, los inventarios están sobre su escritorio, señor Jacob_
_si por supuesto luego los revisamos, vete, vete , cierra la puerta no estoy para nadie_

Todos expectantes, siento sus miradas preguntonas, solo atino a mover la cabeza, para tranquilizar a los demás funcionarios y tomo una llamada telefónica.
Un ruido seco y potente invadió el lugar, al mismo tiempo alguien grita del susto, mi reacción fue instintiva, suelto el teléfono que cae de manera aparatosa, corriendo a la oficina del señor Edsing Jacob.





El olor a pólvora inundaba el ambiente de la oficina, me arme de valor, ese que aflora a veces en algunas contadas ocasiones, sintiendo un zumbido en mis oídos, entro a su oficina alguien no recuerdo quien, se desmaya al momento de entrar, otros corren despavoridos al mirar la macabra escena, estaba resuelto para mi el hecho de verle tendido en aquella sala que se respiraba la muerte.
Mi mirada se concentro en la pared, el cuadro de su ciudad natal Jerusalén, salpicado de masa encefálica y sangre estampados ahí, como cuerpos gelatinosos, escurren por el marco del cuadro, el resto esparcido por el escritorio, mis pensamientos volaron a otra parte, para poder resistir esta escena.

Reconozco que soy cobarde para ver tanta sangre, que de rojo intenso, comienza a oscurecerse rápidamente, la coagulación hace lo suyo, me di vueltas y cerré la puerta nadie
decía nada, ni siquiera yo, alguien llamo a la policía, así que esperamos en silencio sepulcral.

¡Albein teléfono! Contesto y una voz ajena a la situación comienza como una especie de rezo, “hola soy el ejecutivo del señor Jacob, no podemos esperar la hipoteca se hará efectiva, en los plazos estipulados por el contrato, por favor dígale usted, ya que es su asistente de confianza ahí”…
con la boca seca y mojándome los labios le contesto:
“señor Rodríguez, (con serenidad sacada de no se donde, a esas alturas solo las náuseas me invadían) estamos en una situación muy difícil “(entonces me interrumpe, usted no ha entendido señor…) “quien no ha entendido aquí (le replico al ejecutivo) es usted un cretino o que, le trato de explicar que es una situación muy difícil, ya que el señor Edsing Jacob se ha suicidado y ni su maldito banco, ni siquiera yo podemos hacer algo en este momento. No aguantando mas, mi estomago lanza el contenido regurgito, dejándome caer al sillón de visitas para llorar como un crío desconsolado.

Mi cabeza daba vueltas, recordé que esa mañana, me había levantado como de costumbre con un seudo animo, ese de siempre, la empresa estaba al borde de la quiebra y ultimábamos los detalles, para el termino de esta, el señor Jacob decía “es tan difícil empezar una empresa, como terminarla” habíamos trabajado hasta tarde el día anterior.

El funeral fue sencillo, tal vez demasiado rápido, a mi gusto, en la ceremonia estaban sus familiares y amigos, yo me encontraba al final muy atrás, la verdad estaba todavía traumado, con la situación vivida, además de quedar cesante no me dejaba espacio para lamentaciones. Me llamo la atención un personaje, que a juzgar por su apariencia, parecía un verdadero buitre, sacado de una tira cómica de dibujos animados, en el maletín que portaba, estaba el logo del Banco Provincial, al parecer la presencia de este sujeto aquí, era para verificar en terreno el deceso del malogrado señor Edsing Jacob.

Fui por última vez a la empresa, ordene algunos papeles, con otros funcionarios de confianza, limpiamos un poco el lugar y nos despedimos. Al cerrar el último candado de seguridad, aparece un mensajero en una ruidosa bicicleta, tengo un sobre para el señor Edsing Jacob, me encojo de hombros y le digo amistosamente ya no existe ha fallecido.



El mensajero reclama quien le pagara la comisión, el caso es que recibo el sobre y le firmo la bitácora, el hombre agradecido me desea un buen día y se marcha con su ruidosa bicicleta, miro el sobre y camino a la pequeña plaza cerca del lugar en donde trabajo, la curiosidad de abrirlo pudieron mas, como en esos momentos engrosaba el índice de desempleados de este país, tenia tiempo para gastar leyendo estos documentos.

Eran las copias del contrato de la hipoteca, documentos duplicados y reconocí los párrafos
de aquel mortal contrato, comencé a sudar frío eran un verdadero CUENTO DE HORROR
las cláusulas y la horrorosa letra pequeña habrían infartado a cualquiera, el contenido aparentemente creado por el mismo diablo, para reclutar almas y saciar su apetito endemoniado de matar...

Texto agregado el 06-11-2009, y leído por 175 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
12-11-2009 Muy bueno , felicitaciones =D mis cariños dulce-quimera
06-11-2009 Si es un verdadero cuento de horror! cuando la situación escapa de tus manos, cuando te acosan y presionan cuando ya no puedes más... Si creo que las instituciones financieras son sucursales del diablo te tientan, te ofrecen salir de tus problemas a cambio de que, lo único que les falta por pedirte a cambio es tu alma. sakura_69
06-11-2009 Extraordinario!! Un gusto poder leerte. Felicidades !! CARLOSALFONSO
06-11-2009 bueno, muy bueno. La_Nonon
06-11-2009 Excelente texto. susana-del-rosal
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