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Cuando murió doña Asunción Benavides, todo el pueblo fue a la parroquia del Señor de la Cañita a reclamarle al párroco los ochenta pesos que le había prometido a la difunta para su entierro en su lugar natal. Y sacerdote no se negó a darlos, como se hubiera sospechado. Al contrario, se remangó bien alto la manga de la sotana y metiendo con agilidad la mano por la abertura diminuta de la alcancía de san Toribio de Paz , sacó otras nueve monedas de a peso que puso de inmediato junto a los ochenta prometidos. Con el dinero en las bolsas del delantal, María Estrada se regresó a la casa de la difunta con todo el pueblo que le venía detrás. Y en verdad que era todo el pueblo, porque para entonces, sólo había siete mujeres en la ranchería. Los hombres se habían ido a los Estado Unidos y los niños, también. No se sabe si a seguir a los padres o sólo por curiosidad.
Al llegar a la casa, encontraron el cuerpo como lo habían dejado. Los cirios seguían igual, el vinagre, la cal, el café y los panes. No había transcurrido ningún cambio.
Está usted, segura, dijo de pronto una de las señoras a otra que se empeñaba en buscar variaciones en la casa, que doña Asu dijo lo que dijo
Tan segura como que misma la oí. Así me dijo. Mira, Estela, cuando yo me muera y ya falta poco para que me muera pues a penas anteanoche se me apareció un angel que me lo avisó. Bueno cuando yo me muera. Se van a pedirle el dinero que me prometio el padre de la Cañita. Y cuando regresen verán milagros. Así me lo anunció el angel
Adió, y usted cree que pase
Puede qué, puede qué. Hay que tener fe
Las dos señoras se dijeron otras tantas cosas, hasta que María Estrada alzó la voz y comenzó el rosario. Padre nuestro, etc. Y el primer misterio.
doña marí, dijo doña casiana Gualdaviquir. Hoy es lunes. Es el gozoso
Y yo qué dije?
El doloroso
Ah, pues sí verdá. Perone usted. Cómo era la difuntita tan habilidosa para esto. Déjeme ver si encuentro mi librito de las oraciones.
Si quiere yo lo puedo empezar.
Si me haría el favor
No es nada. Padre nuestro…
El rosario se hizo en su habitual redondez. Una vez terminado, las mujeres se contemplaron entre sí.
Nada de nada, dijo de repente una
Nada, contesataron todas
Pasaron otras cinco horas y el cadáver comenzaba a sudar extraños hilos de agua rojiza.
Miren, miren, gritó una de las eñoras que estaba más cerca. Está sudando
Ay, bendito!!! Yo sabía que no nos iba a dejar solas, tan buena que fue. Sie es una santa
Y le está saliendo reteharto. Qué será
Para mí que es la santidad del santísimo espíritu santo que se anifiesta en ella
Pues parece como sangre
¡La sangre de Cristo! Alabádo seas, señor Ozana en las alturas!!!
Y miren, por la oreja, qué es eso
Pues, parece que la difuntita se está…
No lo diga usted, doña nati, Asu era una santa ella no se puede estar.. así como a sí
Pero es que ya lleva sus horitas aquí
Pues sí, pero acuérdese que ella lo prometió. Las revelaciones!
Yo sinceramente, mejor me voy para mi casa, me da pediente
No, espérese, además no le pasa nada. Si ya no ha de faltar mucho para que suceda.
Ay, santísima vrigen, ya vieron cómo se le están poniendo las piernas.
Las piernas? Uy, míra nomás qué manchotas
Y las tiene en las manos también
Vamos a llamar una ambulancia, doña maría. Mire que el pobrecrito cuerpo ya tiene sus horitas.
Pero ella dijo
Pues sí, doñita, pero más cvale. Total si lo dijo ya lo cumplirá
Yo voy corriendo a mi casa a llmarle a la ambulancia, sireve que le echo un ojo a mis cosas
Andele, trinidá, ándele
Espérense, muchachas, les digo que Asu nunca mentía si era una santa, una sante de verdad.
Vean, vean. Mírenle la boca
Ay, qué asco, son…
Es nomás baba
La baba no se mueve
Acéptelo, doña maría. Ya tiene sus horitas el cuerpo

La ambulancia llegó casi a media noche. Entre todos subieron el cuerpo que pesaba, inexplicablemente horrores y despedía un olor insoportable.
Y a dónde la llevan ahorita, dijo de pronto doña maría
A la morgue, señora. Mañana pueden ir a recogerla. Tiene que revisarla un doctor. Trámites, trámites. Si ustedes hubieran avisado del deseo antes..
Es que la muertita nos teníá que decir algo. Revelaciones. Era una santa.

Texto agregado el 27-10-2009, y leído por 87 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
27-10-2009 muy buen cuento un gusto leerle pajaro_azul
 
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