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Voy al encuentro de la nada

¿Cuántos kilos de coraje harán falta para quitarse de esta vida de mierda?, ¿trescientos tal vez? contestó uno, ¿mil?, dijo otro esperando que alguien le respondiera.Un borracho atinó a decir que solo un empujón y listo, asunto concluido.
¿Solo un empujón? preguntó un flaco con carita de intelectual. y si –pensé-. Puede ser una buena solución siempre y cuando te encuentres parado al borde del andén y algún loquito te empuje sin darse cuenta o para conseguir asiento en el vagón.
Pero ¿a que viene esa pregunta? –indagó una voz carrasposa desde el fondo del boliche-. Solo curiosidad, contestó el aspirante a suicida, solo curiosidad, repetí bajando un poco el tono de la voz.
Intento matarme, no tolero la vida
¿Y que hiciste para concretar tu deseo? preguntó un viejo arrinconado junto al mostrador ¿habrás elaborado algún plan , alguna estrategia?, los hombres nos suponemos más fuerte, incluso más importantes de lo que realmente somos, agregó el viejo con gesto compungido y voz apesadumbrada.

Cuando llegamos al mundo nos protegen nuestros padres y después nos toca a nosotros hacernos cargo de nuestra vida, incluso de la de los que dependen de nuestros cuidados.
Esto, parece que a muchos les pesa demasiado, afirmó un grandote que recién ingresaba al bar, a tiempo que pedía una ginebra.
No, no se trata de eso, creo que ustedes no logran interpretar lo que digo –exclamé.
Créanme que nunca comprendí el sentido de la vida, el para que vivir, mucho menos supe que debía hacer para ser feliz. Tampoco supe a ciencia cierta el significado de lo que era la felicidad. Hubo momentos en que creí que lo lograba, pero creo que solo fue eso. Solo un deseo, momentos, engaños pasajeros, alucinaciones producto de mis propias fantasías.

El aire rancio del bar se hizo mas denso, costaba respirar. Un silencio expectante se apoderó del lugar, como a la espera de que sucediera algo importante.
Tal vez era solo miedo, ese miedo indefinible que se siente al contagio y se transforma en temor, el temor que se identifica en las pulsiones ocultas que habitan en cada uno de nosotros.
Me paré sobre una mesa en el centro del bar, bajo la débil luz de una lámpara cagada por las moscas, miraba en silencio y detenidamente a cada uno de los presentes.
La madera de la mesa crujía reseca y había que hacer equilibrio para no caer.

Al rato con un gesto casi teatral exclamé: ¿Acaso ustedes son felices, se sienten verdaderamente felices?. ¿Saben definir que es la felicidad?, ¿conocen el motivo por el que prolongan la miserable vida que parecen llevar?.
Pues no lo parece. Si así fuera estarían ocupados en disfrutarla, (esto último dicho en tono de reto y aumentando el volumen de la voz.). No los critico, agregué con menos énfasis.
Al fin y al cabo que más da, en definitiva todos ustedes son una mierda, una verdadera y auténtica mierda que tan solo por continuar viviendo se esfuerzan en mostrarse cordiales, adaptados y hasta socializados cuando se ocupan de sus labores, enterrados hasta el cuello, inmersos en la mierda de una vida que no aman y que ni siquiera los entretiene.

Fingen y simulan ser lo que no son, forman parte de ese fango, del colectivo que los acerca a sus obligaciones, del traje y la corbata ajustada en pleno verano.
Se aferran al maletín donde tienen bien guardada la oferta para las próximas vacaciones y con eso ya se sienten felices.
Muchos de ustedes esperan ansiosos el momento de entrar a la oficina donde está funcionando el aire acondicionado y todo está prolijamente ordenado, el reducto en el que se sienten verdaderamente importantes cuando la agraciada secretaria con voz sensual y provocativa los recibe con el consabido buen día doctor, tiene su café servido y ya le alcanzo el diario.
-Llamó el escribano Cavalcanti y le comuniqué que usted hoy llegaba más tarde. Prometió volver a llamar por la tarde, agregó.
Luego la observan mientras se retira, la miran con lujuria, queriendo adivinar que dulzuras se esconden bajo su pollera, que bendiciones se esconden entre sus piernas.

Pero ahora están aquí, porque hoy les toca enfrentarse a sus propias vidas. Hoy la “señora esposa” es solamente la “bruja”, y hasta los colegas del country terminan apestando.
Encuentran una cuota de tranquilidad en este lugar maloliente donde se refugian y se sienten menos controlados, un poco más libres.
Todos fuimos hechos con la misma mierda,. material para la fabricación de seres inmundos y mortales, de poca conciencia y menos escrúpulos, que se suponen eternos y bendecidos por la chispa sagrada, mortales que se convertirán en poco tiempo al olvido, pero que jamás se detendrían a pensar que en dos o tres generaciones nadie sabrá de ustedes ni de sus hijos, ni de los hijos de sus hijos.
Mientras tanto se entretienen cumpliendo el plan, se creen parte de un proyecto divino que los llevará a las delicias de un cielo prometido.
Sin embargo el proyecto no les pertenece, y ustedes lo saben, por eso tratan de pasar por arriba a quien se les cruce en el camino, los devora el ansia de poder, el egoísmo, la avaricia
Simulan sentirse parte del proyecto cuando se hincan de rodillas ante un dios que no conocen y que por lo general los ignora, pero aun así se sienten partícula de un ser perfecto e inmaculado que los lleva a ser lo que son, barro, simplemente barro, conejillos de india de un proyecto difuso, mas bien malogrado.

Esconden y adormecen la imaginación, avanzan y retroceden hasta caer en la desolación, en realidad no quieren saber quienes son pero lo presienten Ahora voy a dejarlos, lamento haberlos fastidiado. Sigan creyendo en las eternidades.
De mi parte, no tengo ninguna expectativa puesta en esta vida, ni creo en lo que vendrá,. solo siento deseos de orinar y de respirar la calidez de la última brisa. Me siento francamente aburrido, cansado de estar junto a ustedes.
Desnudo, desprovisto de todo, no dejo cosas pendientes ni recuerdos valorables, tampoco pienso en cambiar las pilas de la radio.
Voy a tomar por un camino polvoriento rodeado de eucaliptos en busca del viento del atardecer y del canto de los pájaros.
Me alejaré lentamente, como siempre, sin ningún motivo que me apure, total nadie me espera.
Voy al encuentro de la nada

Andre, laplume.





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Texto agregado el 21-10-2009, y leído por 95 visitantes. (1 voto)


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