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No más

Cuando recordaba mi última travesura, ría y lloraba. Corría a toda prisa para esconderme de mi hermano, eso es lo que siempre hacía, me escondía de él.

Que había hecho o por que lo hice... no lo sé, pero me causaba tanta felicidad. Ja... ja... ja..., no me puedo quitar de la mente ese rostro tan pálido, que susto más grande le causé, ja... ja... ja..., me daba tanto gusto fastidiarle la vida.

Recordaba la cara que puso cuando le dije que ya no quería jugar con él en el ropero de la abuela, que no me gustaba su juego del doctor y la paciente, mucho menos me gustaba como me tocara mis genitales. Sólo le dejaba hacer eso por que era más grande que yo y le tenía mucho miedo, no me gustaba sus recetas que me daba cuando se ponía en plan de doctor, -estás muy enferma hermanita, yo, como buen doctor te receto una inyección humana. Al principio no lo supe, pero a eso se le llama violación, ya no aguantaba ser violada. Se lo grite – No más, no más... no permitiré que me sigas haciendo ese tipo de cosas-. Que recibí a cambio, unos cuentas golpes y una frase que me heló el alma, - aquí se hace lo que yo diga... y ya sírveme el desayuno que me estoy muriendo de hambre, no estoy para escuchar este tipo de tonterías.
Lo que él no sabía es que no era una tontería lo que le había dicho, yo tenía todo planeado, le serví su desayuno como siempre: unos huevos divorciados, su vaso de jugo, pan tostado con mantequilla y al final un rico café negro con un toque se cicuta, aquella planta que me haría el milagro de librarme de esta tortura añeja. Disfrute como bebía tranquilo sorbo a sorbo su café, esperé que sorbiera la última gota. Mi hermano notó mi cara de felicidad –que te pasa idiota, si ya sé, te ríes por idiota- , pero lo que nunca imaginó que ese sería su último desayuno.
No tardó más que diez minutos en reflejar su palidez y aquel sudor de la frente, - que, te siente mal hermanito, que te habrá hecho mal, no sería ese café que te bebiste, ay, no te conté que tu café tenía un venenito que te dará algo de lata, te envenené, como tú envenenaste mi alma.
Vi como su cara cambió de expresión, fue cuando corrí a esconderme de él, ya que el veneno aún no comenzaba a actuar bien, y él me podía hacer daño, corrí para esconderme, y vi como de pronto mi hermano se desplomaba en la mesa del comedor, ya que la recamara donde estaba oculta era comunicada por un pasillo a la cocina, mi hermano comenzó a retorcerse y a gritar tantas incoherencias, - que has hecho Sofía, lo único que hice fue cuidarte-. Fue lo último que alcanzó a balbucear. Después me acerque sigilosamente, y él temblaba sin control, su boca se llenaba de un baba espesa, como la espuma, yo estaba ante aquel cuerpo a unos cuantos centímetros, él me vio por última vez, comenzaba a tener problemas con la respiración, de pronto entro en shock, hasta que dejo de existir.
Unas ganas inexplicables de llorar se apoderaron de mí, sí lloré de felicidad, por fin sería libre de aquella pesadilla, no abusaría más de mí, no existiría más aquel ser que me hizo tanto daño, comencé a sentir tanta ira, que me alejé de mi cuerpo y la ira entró en mí, fue y tomó un cuchillo, se tiró muy cerca del cuerpo de mi hermano, esta ira incontrolable me llevo a abrir el cuerpo de mi hermano, comencé por su pecho hasta llegar al pubis, una vez abierto su pecho lo aparté en dos, le arranque el corazón, aunque me costó mucho trabajo, por que la sangre que emanaba de su cuerpo, hacía que mis manos resbalaran, me dieron unas ganas horribles de tragarlo a bocanadas, pero recordé como era que mi hermano murió, envenenado, y si comía de él, no tardaría en morir yo también.
Sostuve su corazón, mientras pensaba que hacer con él, tengo que deshacerme de todo lo que mi hermano quería, así que pronto pensé en Cronos, a él le daría un gran festín, comería de la mano de su mano o más bien, comería lo que se su amo le diera.
Con la sierra para carne, corte sus manos, sus monstruosos genitales, partes pequeñas de sus nalgas, le saqué todas las viseras, las puse a hervir, par que estuvieran cocidas, a los pocos minutos fui a dejar ese festín al patio donde se encontraba Cronos, él feliz por que iba a comer, aquel caldo de viseras, corazón y demás partes, lo tragó como si fuera el último en su vida, bueno y pensándolo bien, así era.
Caminé por toda mi casa y de pronto sentí que todo corría en cámara lenta, mis pasos eran lentos y hasta podía ver las partículas a aire concentrado en todas las habitaciones, veía fluir lentamente la sangre por el cuerpo de mi hermano, todo... lento... lento... La sangre llegaba al piso y escurrir sigilosamente a lo largo del pasillo hasta llegar a mis pies, que se desplazaban lentamente hasta llegar a la cocina. Me sentí un poco rara al estar parada frente el cuerpo inerte de mi hermano, vi como las gotas de sangre caían despacio, escuchaba como rompían al viento y el estruendo que hacían al caer al charco que estaba junto a él, acerque al cuerpo de mi hermano, iba a comenzar a llorar cuando el sentí a mi alrededor que el tiempo se detenía poco a poco, giré en mi lugar cuando de pronto sentía un aire helado que pasaba por mis piernas, volteé a verme los pies y me di cuenta que la mano que había dejado en el cuerpo de mi hermano me tocaba el tobillo –no llores idiota... me quedé pasmada, quise correr, me precipité sobre la mesa, derribé la taza de café, que al caer hizo tremendo ruido que me destrozó el tímpano, mis ropas estaban escurriendo de sangre, en el café se reflejaba el rostro de mi hermano, corría lo más fuerte que podía, pero si mano no soltaba mi tobillo y su cuerpo era arrastrado por mi desesperación, sentía que el corazón se me iba a parar, escuchaba las risas de mi hermano por todos lados... estaba... sí, estaba detrás de mí.
No sé si me desmayé... que fue lo que pasó, no lo sé, no sé si todo lo que había pasado era un sueño, pero al despertar me encontraba en un habitación pequeña, acolchonada y blanca, con personas sujetándome, y yo gritando como loca para no escuchar más la voz de mi hermano dentro de mi cuerpo, trataba de borrar el recuerdo de lo que balbuceó antes de morir¬. – Que has hecho Sofía, yo no te he hecho daño, lo que te daña y te dañará siempre es tu esquizofrenia, perdón por no saber cuidar de ti, toda tu vida es una alucinación más que quise hacer pasar por cierta, para que tu fueras... lo único que siempre hice fue cuidarte y ahora quién te cuidará.

Texto agregado el 19-10-2009, y leído por 111 visitantes. (0 votos)


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