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LA CASA DE LOS FANTASMAS

Se inicio un rumor: “En la casa de la esquina espantan”. Se decía que algunas personas habían escuchado ruidos extraños y música, todo esto por las noches, aunque hacía unos años estaba deshabitada.

Aldo, que era un aventurero habitual, se emocionó con esta nueva empresa y decidió investigar la verdad de ese runrún que crecía cada día.

Ya nadie quería pasar enfrente de esta vieja residencia, en la que según se decía, era habitada por fantasmas.

Cierto día, en el que se sentía muy valiente, tomó la determinación de investigar lo que pasaba. Se dirigió con su paso lento a la residencia; en el frente estaba un espacio en el que algún día existiera un hermoso jardín, árboles secos y hierba crecida, era el paisaje desolador. En el centro se encontraba una escalinata con barandales de cantera rosa.

Subió hasta la entrada principal. No tuvo necesidad de forzar la puerta.

Estaba entreabierta.

Parecía que lo estaban esperando. Sólo faltó que el mayordomo lo llevara a la sala. No fue así.

Entró. Su primera impresión fue de temor. Sintió un escalofrió que varias veces recorrió su pequeño y frágil cuerpo.

Respiro profundamente e inició su desconocido recorrido, llegó al centro de una enorme estancia. Del techo colgaba amenazante un gran candil lleno de telarañas que se descolgaban de lo alto.

Ni un solo mueble, únicamente cortinas desteñidas por el tiempo. Se escuchaban algunos ruidos y el crujir de la madera de los viejos pisos llenos de polilla. No le dio la menor importancia.

De pronto... una dulce melodía invadió la estancia, las cuerdas de un violín derramaban sus notas una a una, inundando el ambiente. La dulce melodía subía desde el sótano. Bajo poco a poco. Las notas se escuchaban cada vez mas claras.

Llegó a una puerta y por una rendija observó una tenue luz, seguramente de una vela. No se atrevió. Regreso por donde había llegado, haciéndose mil preguntas.
“Regresare en la noche”, pensó, y se retiró del lugar.

Era una hermosa y enigmática noche de luna llena, y frente a él lo desconocido, lo misterioso y lo sobrenatural...

Caminó hacia el sótano ya entrada la noche, lo hizo más rápido. Estaba decidido. Abrió la puerta, todo allí olía a tristeza. Lo que vio lo dejo paralizado. Una nube con figura de anciano que se fue extinguiendo ante sus ojos. En unos cuantos segundos desapareció como si no existiera.

Sobre una pequeña mesa – único mueble en la habitación -, permanecía una vela encendida, un Stradivarius y un diario abierto.

Leyó apresuradamente las dos páginas que estaban a la vista. Hasta entonces lo comprendió todo. Hacía muchos años en esa misma casa vivía una familia muy feliz, una hermosa joven y un apuesto caballero, violinista de profesión. Eran recién casados; con el tiempo de ese amor, nació una preciosa niña que creció rodeada de afecto y comodidades; pasaron los años, se volvió rebelde y caprichosa. Poco tiempo después abandonó su hogar para siempre.

Sus padres la lloraron desconsolados y nunca se resignaron por su ausencia. El padre, desde la misma noche de la partida de su querida hija tocaba inconsolable en su inseparable Stradivarius, la melodía favorita de su pequeña. Ella nunca regresó. El padre seguía tocando.

Los padres, ya ancianos, fallecieron en espera de la hija. Ella nunca regresó. El, sigue tocando esa vieja melodía con la esperanza de que ella, su hija, la pueda escuchar algún día.
Aldo, cerró el diario, apagó la vela y derramo un par de lagrimas de tristeza.

Cuando salió, la luna había desaparecido detrás de una espesa nube.

Texto agregado el 14-10-2009, y leído por 62 visitantes. (0 votos)


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