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EL PATASANTA



Apolo es un perro comunitario. Su drama comenzó con la pérdida de su dueño en un accidente automovilístico. A partir de ese momento, siempre se le vió esperándolo en la puerta de la que fue y es su casa.

Claro que allí también vive la familia del joven fallecido, quienes le suministran agua, alimento y cobijo durante las noches.

Como es lógico, Apolo no se limita a quedarse en el lugar de manera permanente, sino que durante el día, da vueltas por todo el barrio, quizás con la intención de buscar a su dueño y quizás, porqué no, encontrarlo.

A veces se le ve descansar sobre el muro que rodea lo que él consideraba su hogar, con su mirada clavada en el horizonte, quizás con la esperanza de verlo aparecer en algún momento. Ahora, dicha casa es solamente un refugio

En una esquina de esa manzana, confluían siete calles, (sete encrucijadas). Quizás por esa curiosa razón, se instaló un Pâe, individuo perteneciente a una religión de origen mixto, que mezclaba rituales afro con santos y virgenes de origen cristiano.
Claro, nadie puede saber que puede surgir de estos entreveros, y merced a ello, se encontraban con frecuencia, gallinas muertas en lo que se dio en llamar las siete esquinas.
Claro, también suelen escucharse cánticos, tales como…

Yo boté tu nombre en mi encruzillada
una gallina negra, marafó y dendé
eee eee eea
el hechizo que vos enviaste para mi
yo te lo mando devuelta para vos
mi pae antonio u filho pae xangó
en mi aruanda no se transa por valor.

Pero el Pâe había observado al perro desde hacía tiempo y un día lo atrajo a la puerta de su casa mediante un trozo de pan. Apolo se acercó y Joaquim que era el nombre del macumbeiro, le pidió al perro que le diera la pata, a lo que éste gentilmente accedió.
Entonces a Joaquim se le ocurrió una brillante idea. ¿Por qué no emplear las habilidades de Apolo en Feiticios, (hechizos)?
Y así fue. Apolo, se transformó en el patasanta, pues dando la pata cuando venía algún “ammarrado”, (hechizado), con fondos de atabaques, surgía el axé (fuerza mágica)), mediante la cual, el Pâe, solucianaba el problema para recibir el “bango”, (dinero).
Todo iba sobre ruedas, hasta que un día, al comienzo de la primavera, Joaquim no vió más a Apolo. Lo buscó por todos lados y al no encontrarlo, decidió llamar por teléfono a la casa misma de Apolo, y hacer la consulta correspondiente. Buscó el número en la guía, aun cuando vivía sobre su misma acera y le preguntó a la señora que lo atendió.
“Perdone por la molestia, pero no veo más a su perro. Estoy muy preocupado. Dejé de verlo desde antes de ayer. ¿Qué le pasó?
“Nada”, le contestó la señora amablemente.”El problema es que lo esquilamos todo por el calor que hace, pero está acá, echado en la puerta de casa. Lo estoy viendo a través de la ventana”.

Liliana Lombardi

Texto agregado el 12-10-2009, y leído por 68 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
12-10-2009 El final hace un giro en la historia, y se diluye toda magia y todo hechizo. NeweN
 
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