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Historias de vida del barrio

1-Piola

Hacia dos semanas que trabajaba en la zapatería. Decidí buscar trabajo cuando mis bolsillos ya no daban mas., así que me largue, contaba con mi facha de vago bien presentado y una buena labia para enroscar.
No me costo mucho convencer al coreano que hacia un buen negocio al tomarme
Desde el primer día me interese en venderle a las mujeres, se que dan mas vueltas y les gusta probarse de todo, lo tome como una forma de entretenerme y pasar el tiempo, aunque debo reconocer que también en ocasiones fui a perdida.
Recuerdo la vez que una señora de cuarenta y tantos años empecinada en un par zapatos, taco aguja de charol negro, ella insistía que eran bárbaros para ir a laburar, y yo trataba de convencerla que no le resultarían prácticos, que se cansaría y otros royos, hasta que la mina se pudrió y me dijo con sonrisa burlona
- Pibe trabajo en un club de noche, no rompas mas.
La que se paso fue la piba de la mini, se probó tantos zapatos que quede mareado, cada vez que le traía un nuevo par se mandaba el cruce de gambas y la turra se había ido sin bombacha, me cago, le termine vendiendo un par de $ 250 a $180,00.
Pero cuando realmente se me complico fue con Martita, apareció un día por el local, tenía veinticinco añitos a estrenar, rubia y con una sonrisa de esas que te atrapan, además, mamita que cuerpo, te juro que me quede sin habla cuando la vi.
La cosa es que Martita pasaba muy seguido por allí, y empezó a arreglárselas para que la atendiera siempre yo, se había encaprichado, cuando venia esperaba hasta que me desocupara y luego me decía,
-Hola, me atendes, y ahí corría yo, tanto fui que quede enganchado, nos pusimos de novio y todo.
Al principio no pasaba nada, pero al fin con empeño y paciencia la doble y nos fuimos al telo, la cosa se armo varios días después, la pajarona no se cuido y zas, ¡se embarazo!, solo atine a decir ¡Qué cagada!
La situación se me había complicado y andaba voleado con mi preocupación, los pibes del local se dieron cuenta que algo pasaba y comentaban entre ellos, hasta el trompa me empezó a mirar con pena, y les decía a los muchachos,
-Que boludo este, al final es un calentón.
Paso un tiempo y el viejo de Martita comenzó a mirarme raro, como a perseguirme, yo empecé a sentir que quería desaparecer.
Martita engordo, su pancita crecía redondita, y tenia una carita feliz. Los vagos de la barra me cargaban y se reían, en casa mi viejo se entero y quiso machucarme el mate, la vieja no decía nada, pero con su mirada me lo decía todo ¡Pelotudo!!!
Eso si, con eso de casarme no trance, ella quería que nos fuéramos a vivir juntos y esas cosas, se preocupaba por el que dirán, le pedí que tuviera un poco de paciencia. Así fue que don Jorge con su mirada inquisidora, me dio un ultimátum.
Encima ya debíamos cuidarnos por el embarazo y no mojaba desde un mes, menos mal que la petiza que limpia el local no era de dar vueltas y me las arreglaba algunas veces para quedarme con ella en el almuerzo.

*****

Sin darnos cuenta pasaron los días y llego el momento, esa tarde me avisaron por teléfono que venia el parto, le avise al trompa y la pase a buscar, Martita me esperaba con un bolso y nos fuimos para la clínica, ella quedo internada y yo salí a comprar agua mineral, me lleve la sorpresa, en la puerta estaban todos, no faltaba nadie, si hasta parecía que tenia hinchada propia.
A las pocas horas empezó con el trabajo de parto, yo note a Martita preocupada, me di cuenta cuando la mire a los ojos, me miraba y lloraba,
-No te preocupes, le decía, ya va a pasar, y ella más lloraba
Don Jorge que andaba por ahí, se me acerco, y poniéndome una mano en el hombro me dijo
-No le des bola pibe, son todas así cuando van a parir.
Note como la madre de Martita me evitaba, en la sala de espera mi viejo daba vueltas como si fuera él el padre, y mi vieja por suerte no había ido.
Pasaron un par de horas y al fin la llevaron a la sala de partos, una enfermera me pregunto
-Se queda el Sr., yo con un gesto de osadía le dije
-Si, me quedo, así que me enchufaron una bata y me dijeron.
-Quédese ahí y no joda, fue la respuesta.

*****

El Quilombo se armo cuando me desmaye, caí redondo, las enfermeras miraron y me dejaron tirado en el piso.
Unos camilleros me sacaron de los pelos y dijeron
-pibe no rompas y espera.

*****
Recuerdo bien, cuando el pibito nació, me lo acercaron para que lo viera, ahí sentí que me descomponía, era como que se me saltaban los ojos, intente irme y me caí al suelo, temblaba como una locomotora y transpiraba con un sudor frío e incontrolable.
Martita había dado a luz un hermoso coreanito

*****

Me quiero suicidar, no me banco mas la cara de sorna del viejo Jorge y menos la de mis viejos, con su mensaje ¡pelotudazo, te cagaron!
Los de la barra no me hablan, dicen que les cague el abolengo, pero si hay algo que me revienta es el hijo de puta del trompa, el mal parido, cada vez que voy a laburar, se va o mira para otro lado.


Ruloso de Montserrat
28 08 09

Texto agregado el 24-09-2009, y leído por 229 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
19-02-2010 Te felicito muy buen cuento voy por más. mis5* y besitos NILDA yo_nilda
01-12-2009 un cuento...imaginario?Lo disfrute,aunque debo confesar que necesito un amigo argentino que me enseñe algunos terminos y como aplicarlos.Me gusto.¨***** anablaumr
03-11-2009 Te cazaron, amigo, te cazaron. Sofiama
02-11-2009 HISTORIA QUE PRENDE AL LECTOR! MUY BUENA DIVINALUNA
02-10-2009 Narración amena que me ha hecho pasar un buen rato. Gracias. Jazzista
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