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La muerte...¡ay la muerte! la muerte es una mujer cuya boca obscura como la noche se alumbra con el reflejo amarillento de unos cuantos dientes.
Tiene ojos negros, pequeños y sagaces, y un rostro arrugado como una pasa. Lo que pocos saben es que es una señora de lo más bromista. Y si lo piensas bien, tiene sentido que así sea, o no podría sobrellevar la pesada carga que le ha sido impuesta.

Descubrí su sentido del humor una noche de Diciembre, mientras la mayoría festejaba las tradicionales posadas navideñas mi familia y yo, en cambio, sumidos en el dolor, velábamos a la tía Eugenia, hermana de mi madre y muerta aparentemente por una indigestión.
Una sábana blanca cubría su pequeño cuerpo. Se percibia en el ambiente el olor de los cirios consumiéndose mezclado con el de las flores que comenzaban a marchitarse; era el olor que avisaba a la tierra para que se fuera preparando, para que se abriera y acogiera en su seno a algún difunto.

Eugenia había sido una persona agradable en vida; siempre tenía una sonrisa en el rostro; las palabras de aliento no se le acababan nunca. Llegabas y enseguida se ofrecía para preparar algo rico de comer o de beber: un champurrado caliente, unos tamales, tal vez unas tostadas.... no tanto porque tú quisieras, sino porque a ella se le antojaba, pero le sabía mejor si lo compartía contigo.
Mientras los grandes se preguntaban a quién le había dejado el rancho, los chicos llorábamos al pensar que ya no estaría ella para prepararnos su delicioso pastel de natas.

La noche pasaba y los dolientes se retiraban en la misma proporción en que sentían la muerte de la tía. Los que habían ido sólo por compromiso hacía rato ya no estaban. De los que quedaban, algunos habían sucumbido al sueño y habían adoptado las posturas mas inverosímiles en las incómodas sillas del velatorio. Pero todos, absolutamente todos, se habían llenado de miedo al escuchar la inconfundible y rasposa voz de Eugenia diciendo: "ATOLE". La diminuta figura, cubierta por la sábana blanca se había incorporado y ahora pedía la típica bebida de maíz cocido con agua, como queriendo recobrar fuerzas después de su paso por el inframundo. La mayoría salió corriendo despavorida mientras el "fantasma" pedía su atolito.

Yo alcancé a ver a la muerte en un rincón del velatorio, se estremecia con las carcajadas que en oleadas la visitaban y la dejaban exhausta al ver el revuelo armado por aquella resurrección inesperada.

La tía Eugenia vivió despues de eso como veinte largos y saludables años, los niños que la vimos revivir ahora somos hombres y uno que otro se murió antes que ella lo hiciera de verdad. Yo por siempre guardaré la imagen de la muerte riéndose de su travesura, porque la muerte en realidad no es mas que una tomada de pelo.
Tigrrilla

Texto agregado el 24-09-2009, y leído por 389 visitantes. (11 votos)


Lectores Opinan
02-10-2010 Bien escrito,bien desarrollado.Humor sutil.Me gustó mucho. emece
27-11-2009 que buen texto, lúdico, con olorcillos y aromas particulares. Genial. NeweN
22-11-2009 Está muy padre el cuento, muy chistoso. Gatocteles
12-10-2009 Muy bien. ULEIRU
10-10-2009 Genial!! sorprendente y buen relato! Me ha gustado mucho, conocí un caso así, pero no terminó tan bien como éste. Besos y estrellas estremecidas. Magda gmmagdalena
09-10-2009 sí cierto lo que dice sespir, los recursos literarios de esa tierra, muy bien empleados. Y bueno, yo también pienso en esa muerte humorística de la que he hablado en algún momento. Lo que pasa que la toman muy en serio. Saludos iolanthe
01-10-2009 Humor casi negro, pero finalmente humor, y demás bien conducido. Saludops. Jazzista
30-09-2009 utilizas a un sobrino de narrador que está dentro de la historia, lo haces en primera persona. el ritmo de la prosa se percibe y el tono lo declaras de humor, medio negro, pero humor, diría casi festivo, porque el niño o niña narra con la risa por dentro, quizá , sería que lo percibieras mas inocente y con el filo de un adulto. pues hay partes que lo haces muy razonable, perdiendose la vision del niño y saliendo a flote la escritora que eres. No es un cuento es una narración donde hay riqueza de léxico y una buena manera de mostrar las costumbres de nuestra tierra... un abrazoteeeeeeeeeee rub sendero
26-09-2009 Muy mexicano tu relato. Y buena prosa, as usual. Creo que los mayas llamaban (y llaman) alote al maiz, así que atole es un excelente (y divertido) nombre para una bebida hecha de maiz. Por lo demás, la parca siempre gana, pero, mientras tanto, me parece bien hacer bromas y chascarrillos sobre ella. Lo saboreé. Saludos. sespir
25-09-2009 Me he quedado medio perpleja con tan increíble final. La muerte se debe haber divertido, pero lo que es yo, no puedo imaginarme en medio de un velatorio con la resurrección de la muerta, y nada menos que pidiendo de beber. 5* Susana compromiso
24-09-2009 Un divertido cuento bien contado de principio a fin. firpo
24-09-2009 Divertido y bien hilado. Un abrazo! galadrielle
24-09-2009 Execelente descripciòn de lo que son los velorios. Culminación tan divertida como inesperada. Coincido contigo: la muerte es chocarrerae e igualmente correspondida. Muy bien narrado, de cinco estrellas. Aquì las dejo. borarje
24-09-2009 Me hubiera gustado verla riéndose en su rincón... Hace mucho que no me aparecía por tus textos, siempre es un placer leerte loretopaz
24-09-2009 Entretenido, divertido y bien escrito.¿qué más se puede pedir? 5* blasleon
 
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