Querido diario, mamá siempre me dijo que me cuidara, y es lo que he intentado siempre siguiendo las tres grandes reglas: Comer poco, comer bien y hacer ejercicio, pero a mis sesenta años ya se me cae un poco el vientre, así que decidí apuntarme a un gimnasio.
Desde siempre me ha fascinado la Grecia clásica, su culto al cuerpo y a la mente, su amor por los efebos como icono de perfección...Mi primer día se me iba la vista hacia esos cuerpazos musculosos y aceitados, porque las cosas como son, las chicas están bien guapas, pero donde esté un icono clásico de hombre que se quite todo. Mi entrenador me dijo que si padecía algo de corazón y porsupuesto le dije que no, que estaba hecho una fiera, se sonrió...
Así que nada, hice un poco de bici, un poco de escalera y un poco de cinta. Dios mío, a la mañana siguiente parecía que me había pasado por encima una manada de elefantes, pero a pesar de todo me aventuré a ir de nuevo, mi entrenador me recomendó entrar en la sauna para eliminar toxinas, aquello estaba muy vaporoso, ¡ Y estaban todos desnudos! Me avergoncé pero me armé de valor y sólo me rodeé de una toallita de bidé, estaba bordada con las iniciales de mamá, con ella se secaba el chochete por las noches después del enjuague... Aquellos hombretones azuzaban el calor con unas hierbas, y el de al lado mía tenía un pene que le caía casi a la rodilla, se me iba la vista, la verdad, pero por pura curiosidad, salimos los dos al mismo tiempo y coincidimos en la ducha, entonces me fijé bien en un tatuaje que tenía en su espalda que decía: Cuánto más tierno, mejor... Se frotaba con el jabón y en un momento determinado me pidió que le resfregara en la espalda " No me llego", decía, un poco asustado lo hice, se me acercó y me dijo que le recordaba a su padre, ¡ Menudo cabrón! Tan viejo no me veo, e inmediatamente salí de la ducha, ya sabes, querido diario, que soy reticente al majado de ajo...

Pero he hecho mucha amistad con las chicas del "gimni", me cuentan sus cosas y yo algunas mías, como ríen, pero entienden mi fervor por mamá. Me han animado para que haga spinning con ellas, ya sabes, como el aerobic pero en bici estática, y la verdad, fue muy divertido pero me dejó el culo como un sembrado después de cosechar cebollas. Estoy encantado, y que quieres que te diga, en casa cuando salgo de la ducha me echo un vistazo desnudito en el espejo del armario ¡ Y estoy guapetón!

En fin, mañana vienen a cenar las chicas a casa, hasta mañana querido diario.