Hablemos un poco de mí. Creo que durante todos estos años, siempre he creído saber quien soy. Siempre creí que era una persona aparentemente organizada e inteligente, aunque en el fondo no supiese absolutamente nada. Soy como cada uno de nosotros puede ser: aparenta saber más de lo que sabe, quizás para llamar la atención, quizás para cubrirse de verse como una irreverente y hasta inerme ignorante que cae en cada juego estúpido al que se es expuesto. Tengo definitivamente, estas facetas de sabelotodo, de mala, de seria, de tarada, de desprotegida, de amante incondicional, de rencorosa, de fría, de deliciosa. Pero como digo: son sólo facetas.

Probablemente me haya pasado mi vida entera con estas facetas, disimulando y actuando de ciertas maneras que al fin y al cabo atraían y atraen a la gente; esta cara de “yo soy inteligente y tú imbécil”; aún puedo ser sexy sin necesidad de mirarte con morbosidad y lujuria, aún puedo ser atrayente cuando es la otra persona alguien que sabe más que yo. Son solo caras, escudos, autocontroles de egoísmo y simplicidad –por más contradictorios que éstos puedan ser-.

No obstante, me he visto en la necesidad de indagar en mí y tratar de descubrir quién soy. Si soy mala o buena, si soy discreta o histriónica, si soy fría o melosa, si soy yo o no soy nadie. En ésas estoy. Y me he visto en esta necesidad porque, a las buenas o a las malas, por intervención divina o humana, llega un punto en el que se tiene que buscar en uno mismo quién es, y tratar de sacarlo a la luz, por más doloroso que sea. Si bien mi vida ha funcionado muy bien siempre con estas máscaras, lamentablemente me veo obligada a sacármelas, y demostrar quién soy, para ver si así soy atrayente, para ver si así me aman, o para llegar a la conclusión de tener que ser una más del montón que trata de mantener esta imagen, para aparentar que puede, cuando sabe muy adentro que lo más digno es decir que no se puede.

Creo también, y sin embargo, que gran parte de lo que somos está auténticamente basado en las máscaras que preferimos escoger a menudo y con más constancia. Creo que todos, al tener esta opción, demuestran de una manera indirecta y casi imperceptible lo que realmente son, o lo que quieren o están potencialmente dispuestos a ser. Si yo escogí las máscaras de selfconfident, de autosuficiente, de omnisciente, y fría, entonces quizás sea eso lo que quiero ser. O quizás sea tan solo la cubierta, la armadura para llegar a ser alguien más, y tan sólo en este larguísimo y casi interminable camino, esta armadura sea las piedras que marcan mi camino, y no necesariamente el final del mismo.

Ahora estoy en la grandísima dubitativa de demostrarme inerme ante tantas de estas situaciones confusas e hirientes, o quedarme en mi estado basal, en la protección máxima, en el parcial engaño a mi persona y a los demás, en lo que he sido, y de repente, seguiré siendo. Al fin y al cabo, cualquiera de las dos no tendrá nada de malo, ya que ambas son y serán siempre lo que yo soy, las caras de yo escoja por opción personal, o el yo interior. Quién sabe, veremos como esto termina.