Hoy era el día que todo tenía que teñirse de colores,
cuando la inercia explotó en ignorancia y sumisión,
ha iniciado el recorrido a la esencia de ser humano,
donde la publicidad se pierde en el viento ilusorio.

Sincronizados los pasos, cada uno evita al otro,
como si el día que se encontrarán en la quietud se desintegraran,
como si la arena solo tuviera sentido en movimiento,
así deambulo sin control sobre mis pies, siguiendo los rastros.

De alguna forma inconsciente busco la saciedad de sentirme vivo,
un supuesto tacto atribuido a divinidades que me han olvidado,
certero pero ignorante, cada paso me conduce a mi existencia,
allí donde no soy bienvenido, buscaré la esencia.

La humanidad se hizo presente levemente en mis recuerdos,
allí donde no encontré ojos que respondieran a mi nostalgia,
donde los árboles inquietos que luchan con las paredes,
cuentan historias más sabias que los hombres.

En la calma de sus susurros y la fuerza de su convicción,
su sabiduría para coexistir resultó inevitable,
aquel lugar donde el hombre había evitado regresar,
donde los pasos no evitan revelarse.

Su soplo se vuelve mi universo, lo simple de sentir,
el dolor de sus caricias me hace vivo,
aquí donde no hay luces que mitiguen la oscuridad,
ni panfletos que vendan fes empobrecidas. (no solo religiosas)

Es aquí y ahora, donde los rastros se vuelven realidades,
fósiles que se desempolvan para reencontrarse con si mismo,
puertas más allá del chismorreo y escotillas de escape al criterio,
es aquí y desde ahora que puedo vivir una vez más.