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Gente Corriendo*

- Eres sorprendentemente hermosa- dijo ella mientras miraba su cuerpo desnudo frente al espejo. Y era verdad, su bruno cabello cayendo suavemente sobre sus curvas perfectas cubiertas solo por su dulce piel aperlada y sedosa, y su rostro angelical adornado con unos profundos ojos azulados hacían de ella una belleza que tenía que ser vista. ¿Por qué la gente debe envejecer?-se preguntó en medio de un suspiro airado- Yo no lo merezco,- pensó al recordar que el próximo sábado sería su 22º cumpleaños- detesto mirar todas esas caras arrugadas, las cabezas llenas de canas, ¿no saben esas personas para qué sirven los tintes? Será una maldición si mi cara se arruga.- suspiró de nuevo... sus dedos posados sobre sus tersas mejillas acariciaban suavemente la piel como si no quisieran dañar una sola célula.
Ella miró el reloj de pared postrado frente a la ventana de su cuarto.
- 6:30, bien, ya esperó media hora. Creo que ya me voy a vestir.- Así, con toda calma fue a su guardarropa a buscar qué ponerse. Para la ocasión especial eligió un mini-vestido negro con el que sus curvas se hacían un poco más peligrosas. Sólo después de haberse ataviado con interiores de encaje negro debajo del vestido fue de nuevo al espejo mirándose con aprobación, como cuando se obtiene un 10 en la clase de inglés.- Ahora...¿dónde diablos está mi maquillaje?

-Ya es muy tarde- pensó él- fue una completa estupidez llamarle para que nos viéramos aquí.- La gente caminaba a lo largo de los senderos del parque con la desfachatez de aquellos que no tienen prisa ni se preocupan de nada. Él se quedó mirando a algunas de las parejas que pasaban cerca de donde estaba sentado. ¡Todas se veían tan felices y tan diferentes!- Ojalá que nuestras diferencias no le molesten ¡a veces soy tan estúpido!- suspiró- desearía que pudiera perdonarme, no quiero perderla.- En ese preciso instante fue una pareja en particular la que llamó su atención. La dama era bajita y su alegre rostro tenía una expresión de suspenso al tiempo que miraba a su hombre, un chico alto de sonrisa agradable. El desconocido se hincó frente a la dama y dijo algo que Daniel no escuchó pues se encontraba relativamente lejos, sin embargo, pudo inferir las palabras “¿Te casarás conmigo?”. La escena era conmovedora y la situación le sorprendió ya que precisamente era eso lo que estaba ansioso de preguntar a Valeria... después de que ella lo perdonara, claro, si es que ella lo podía perdonar.
Ella terminó de maquillarse en menos de lo que esperaba.- Después de todo no se merece todo el esplendor y gracia de mi belleza- Ella recordó la expresión de Dan a la que calificaba como la de un hombre joven y muy estúpido: un hombre enamorado. En el momento en que ella salía de su habitación, recordó las palabras que alguna vez Sara le dijera: “ Déjalo en paz si no lo amas; no le hagas daño o tu sufrirás el triple de lo que hagas sufrir.”
Claro que esas palabras no tenían ningún sentido para ella así que respondió:
“No inventes, nada más va a ser un rato. Le voy a dar chance de que disfrute la vida a mi lado. Que tenga de qué hablar con sus cuates... Además, aunque no lo amo, él es lo suficientemente feliz como para dámelo todo.”
Sara suspiró y movió la cabeza en señal de desaprobación.- Nunca vas a aprender. Tu cara bonita no es la única razón que el mundo tiene para poder girar.- Desde entonces ella jamás le dirigió la palabra a Sara de nuevo.
- Maldito tráfico.- murmuró un poco disgustada por el recuerdo de las palabras de Sara. Después de algunos minutos se calmó ya que no le urgía ver a Dan.
Dan se levantó del asiento que había tomado. Esto era lo más que había esperado a alguien en toda su vida, entonces miró su reloj.
-¡Hora y media!- se sentía muy nervioso pero no quería escapar de la situación. Tenía que decirle todo a ella lo más pronto posible... su corazón simplemente no podía soportarlo más.

Finalmente ella llegó. Su refulgente figura contoneándose al ritmo de sus caderas al caminar. Algunos hombres la volteaban a ver con cara de antojo. Dan suspiró profundamente dispuesto a todo.
-Ahí está él... con esa apariencia tan estúpida y extraña. Su rostro estúpido pero atractivo, tan dolorosamente normal. Algún día deberé aprender como relacionarme con aquellos que estén en mi nivel, no más abajo.

Él caminó lentamente hacia ella mientras intentaba nerviosamente de sonreír y ocultar su agitación. Ella sonrió al mismo tiempo que maldijo al cielo nublado que estaba a punto de dejar caer una lluvia inesperada. Finalmente se encontraron, aunque el hermoso rostro de ella a él no le pareció tanto debido a la falsa expresión de alegría de sus labios rojo coral.
- ¡Hola!- dijo ella- creo que se me hizo un poquito tarde.- Fue entonces cuando el no pudo contenerse más para decirle a ella todo lo que sentía. Pequeñas gotitas de agua comenzaron a caer y el sol ya se había escondido tras las nubes grises y densas. Dan tomó las manos de ella entre las suyas.
- Hay algo que quiero decirte...- comenzó él con una voz lenta y grave. Ella lo miró muy sorprendida al darse cuenta de que era algo sumamente importante, aunque no estaba nerviosa pues ya tenía mucha experiencia si se trataba de rechazar propuestas de matrimonio y cosas por el estilo. Seguramente su repertorio incluía algunas excusas muy convincentes: “Soy muy joven para casarme”, “Lo siento, pero tú no eres el amor de mi vida”, “Lo siento pero deberías saber que yo no soy el amor de tu vida”. Así, mientras ella repasaba sus excusas, Dan buscaba ansioso las palabras correctas. ¿Qué era lo peor que podía pasar de cualquier modo? Dan tomó un respiro.
- Lo que quiero decirte es que...
- Lo siento Dan, pero no puedo, de veras. Eres un ser maravilloso pero no eres lo que yo esperaba.- Dan la miró un poco confundido sabiendo lo que ella quería decir con sus palabras tan apresuradas, después sonrió complacido.
- No te me adelantes... y no te preocupes, lo que quiero decir es que es mejor que seamos sólo amigos. ¿Sabes? Me acabo de dar cuenta de que yo amo a Valeria desde hace tiempo y ella también me ama. Se que fui un tonto tratando de que las cosas fueran bien contigo si no te amaba. De veras, lo siento. Estoy seguro de que algún día encontrarás a alguien de tu nivel.- Dan dio un fugaz beso a la pálida mejilla de la chica al despedirse y después se fue corriendo a encontrarse con Val.
Verónica miró a todas partes con los ojos muy abiertos. ¡Qué humillación! ¿Era ese el dolor que se siente cuando las cosas no son lo que se piensa? - ¡Puta madre! – murmuró la chica en medio del parque mientras exprimía una esquina de su vestido y miraba de reojo a la gente corriendo.

Texto agregado el 18-06-2009, y leído por 176 visitantes. (1 voto)


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